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Opinión: La Cara Brutal del Régimen, por Rafael Simón Jiménez

La deriva fraudulenta y tramposa que ha asumido el gobierno de Nicolás Maduro, para escamotear y desconocer la voluntad popular expresada por los barineses el pasado 21 de noviembre que hizo de Freddy Superlano el gobernador electo de ese estado, solo sirve para poner en evidencia el carácter atrabiliario, brutal y perverso de la cúpula entronizada en Miraflores.

Desde la llegada al poder de Hugo Chávez en 1998, este hizo del estado Barinas un coto cerrado para el predominio familiar. El poder que confirió a su parentela, lejos de tener alguna inspiración “revolucionaria “ lucia como un inaceptable anacronismo de corte gamonal y feudal, donde los nexos de consanguinidad y afinidad eran requisitos indispensables para el ejercicio del poder y a través de este del enriquecimiento público y descarado de sus familiares.

Veintidós años de esta práctica nepotica y repugnante, derivaron como suele suceder en estos casos en disputas y vendettas dentro de su extensa familia, hasta el punto tal que son harto conocidas las pugnas y enfrentamiento entre sus hermanos por el poder y el botín, y últimamente tras dos décadas las disputas interna, terciaron en las pugnas una nueva generación de Chávez, y Barinas en la última elección interna del PSUV contemplo abochornada, la dureza de las acusaciones de soborno, compra de voluntades y fraude interno, que contra su mismísimo tío el gobernador Argenis, le lanzara Huguito Chávez, hijo de su hermano Nacho Alcalde del municipio Bolívar, y quien justificara su derrota en los comicios internos por la utilización en su contra del aparato y los recursos oficiales.

Era evidente que la pudrición del clan Chávez, que repercutía gravemente en la desatención de los problemas del estado, y les mermaba aceleradamente su ya precario apoyo popular, era el antecedente de una desafección y un repudio masivo, que las encuestas oficiales revelaban con toda claridad, pero donde no hubo desde el alto gobierno la voluntad de una sustitución oportuna que hubiera permitido atenuar o aminorar las dimensiones de una derrota que no es medible solo en los votos obtenidos por Freddy Superlano, sino que puede cuantificarse claramente en las votaciones de los otros candidatos opositores, cuyo agregado permite concluir que 2 de cada 3 Barineses, se pronunciaron claramente por el fin de la seudo monarquía de la familia Chávez en Barinas.

Lamentablemente y como sucedió en muchos estados de Venezuela, la falta de conciencia y responsabilidad de los dirigentes opositores, impidió compactar una candidatura Unitaria, cuyo efecto sinérgico hubiera significado una votación aun mayor que la obtenida individualmente por los candidatos opositores, haciendo imposible cualquier escamoteo o adulteración de la voluntad de cambio manifestada por los barineses.

Sin embargo y a pesar de no tratarse de un resultado amplio, pero si claro e inobjetable, favorable a la elección de Freddy Superlano como gobernador, desde la misma noche de las elecciones, el oficialismo al saberse derrotado comenzó a tramar manipulaciones y marramuncias destinadas al desconocimiento del triunfo opositor en Barinas, retrasando deliberadamente la totalización y proclamación del mandatario electo, y alegando razones baladíes como la tardanza o retención del tres actas del municipio Arismendi, que todos sabemos la poca importancia electoral que tiene, todo ello con el manifiesto propósito de ganar tiempo, mientras se construía la fórmula jurídica que permitiera escamotear la clara victoria de Superlano.

Durante los interminables días de incertidumbre, frente al silencio del CNE, se tejieron las más variadas conjeturas, yo particularmente consideraba que sería un acto de sadismo electoral del gobierno, empañar el resultado de unas elecciones que le habían sido ampliamente favorables – gracias a sus adversarios especialistas en abstencionismo y división- por violentar un resultado en un estado que más allá de la significación simbólica para la cúpula Chavista, tiene muy poco peso electoral.

El gobierno de Maduro agobiado por su pérdida de apoyo popular y por el innegable efecto de las sanciones económicas que gravitan negativamente en su desempeño, se había esmerado en auspiciar la observación electoral de factores internacionales como la UE, cuyo informe más allá de destacar carencias, abusos, atropellos y ventajismo en el proceso, al final destacaba también avances claros en las condiciones electorales, lo que el gobierno podía adjudicárselo como un logro.

Mis razonamientos políticos, productos de una particular formación y racionalidad, de nuevo como tantas otras veces, se estrellaron contra un proceder brutal, que siempre deja al descubierto lo peor del régimen: su carácter autoritario, represivo, abusivo, arbitrario y atrabiliario, que desafía no a los poderes imperiales, ni a los reales o imaginarios enemigos que ellos se atribuyen, sino a los elementales sentimientos y convicciones de libertad, respeto, tolerancia, dignidad y equidad con la que actúan la inmensa mayoría de los seres humanos, incluso al margen de sus posiciones ideológicas.

El régimen encabezado por Nicolás Maduro, muestra de nuevo ante el mundo el feo rostro del fraude, el abuso y la burla a la soberanía popular, la misma actitud que lo ha convertido en un anti-ejemplo en el mundo, y especialmente en América Latina, donde cualquier candidato o factor asociado a la izquierda por moderado y equilibrado que sea en sus planteamientos, siempre tiene su flanco débil en las acusaciones de estar vinculados al impresentable e indefendible régimen que desgobierna desde Caracas.

La decisión de la sala Electoral del TSJ, cuya subordinación y falta de independencia e imparcialidad ya se había destacado en el informe preliminar de la Unión Europea, tiene el claro signo de la arbitrariedad y el abuso, y para mayor evidencia se produce en su medida cautelar exactamente en el mismo momento en que una comisión ad hoc de la Junta Nacional, realizaba la sumatoria de dos de las tres actas faltantes del municipio Arismendi, concediendo una insuperable ventaja al candidato Freddy Superlano.

Entender eso que en el análisis político se denomina “la naturaleza del adversario “en pocas palabras saber claramente a quienes nos estamos enfrentando y las cosas que estos sujetos son capaces de hacer, solo debe reforzar en Barinas y Venezuela, la convicción mayoritaria de que las veces que haya que volver a votar, hay que hacerlo con mayor convicción y beligerancia para garantizar que la victoria sea de tal magnitud que no pueda frenarse con artimañas.

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