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Educación

Opinión: Educar para la ecología, Por Juan D. Villa Romero

El cuidado de la casa común es un desafío transversal que requiere una espiritualidad educativa que pasa por todas las dimensiones de la vida, por eso es importante la reflexión y la acción conjunta.

Quiero comenzar destacando que a la fecha no existen programas educativos estandarizados de carácter nacional en nuestras escuelas públicas para concientizar sobre el estado del medio ambiente y cómo tomar medidas para prevenir y/o frenar los avances del calentamiento global y las consecuencias de una contaminación sistemática.

Por ello, desde Unidad Visión Venezuela queremos exhortar a los entes inherentes a esta materia, a implementar iniciativas institucionales en función de llevar todo el conocimiento científico sobre el medio ambiente al pensum educativo de nuestras escuelas.

Se requiere de una conversión ecológica; necesitamos sacarnos los zapatos y descubrir la belleza de lo sencillo, lo cercano, de la amabilidad, y la conciencia lúcida para educarnos en un estilo de vida prudente, pero diferente, donde la espiritualidad y la teología jueguen un papel importante.

O damos continuidad a la teología de los recursos fósiles o trascendemos teológicamente  a curar nuestra madre naturaleza con acciones responsables como una política masiva de descarbonización y la puesta en marcha de energías verdes, como por ejemplo; la generación eólica o mareomotriz, la cual nos puede permitir disponer de un servicio eléctrico óptimo y seguro.

Se trata de dar cabida a un plan armónico e innovador con la tierra, basado en el discernimiento, la lucidez, donde se valorice y se disponga correctamente de las riquezas que nos ha dado nuestro padre creador.

Que se entienda la importancia de la acción solidaria por encima de la explotación irresponsable o la improvisación.

“Que el grito del espíritu que gime en la creación crucificada sea oído por los cristianos”, (Romanos 8,22). Hacer que este grito sea atendido por todos es un desafío educativo, teológico, pastoral, político, en fin, un compromiso que tenemos con nuestra Madre Tierra.

 Veo preciso desglosar dos palabras citadas en el capítulo II de la encíclica papal “Laudato SÍ”, en donde se hace referencia a “labrar y cuidar”, dos palabras más que importantes en estos tiempos.

Labrar significa cultivar, arar o trabajar. Cuidar es proteger, custodiar, preservar, guardar y vigilar. Esto implica una relación de reciprocidad que cuestiona ciertos paradigmas de dominación.

El poder agradecer, alabar, nace de un espacio contemplativo y de confianza. Nos movemos muchas veces en espacios de desconfianza, competencia, de números y títulos, dejando a un lado el llamado a una ecología integral que es donde podemos ir reencontrando la sabiduría y las interconexiones que nos pueden aproximar al desarrollo.

Seamos esos ciudadanos que preservemos la tierra con acciones conscientes como el reciclaje y la limpieza de todos los espacios públicos de los 335 municipios de este gran país llamado Venezuela. En Unidad Visión Venezuela ya venimos aportando nuestra semilla con la limpieza de plazas y avenidas a lo largo y ancho del territorio nacional.

Recuerden que en la educación reside el crecimiento, por ello, nuestro secretario general, diputado Omar Ávila ha venido planteando “la vía de las 3 E” (Economía, Ecología y Energía). 

Finalizo con esta reflexión; “Bienaventurados los que creen en la justicia porque serán llamados hijos de Dios”. Que más justo y responsable que defender nuestra casa global donde tenemos el honor de habitar, coexistir y respirar.

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