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Análisis: Venezuela: un Estado fallido, una oposición fallida y unas elecciones huérfanas

Tomado de ElConfidencial.com Por Laura Helena Castillo. Caracas

POLÉMICOS COMICIOS PARLAMENTARIOS

Tras dos años de “gobierno interino”, el futuro del líder opositor Guaidó está en riesgo este domingo en las elecciones parlamentarias, que el antichavismo y la comunidad internacional no reconocen

El domingo 6 de diciembre corresponde, según dicta la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, realizar elecciones parlamentarias para el nuevo ciclo legislativo 2021-2026. La oposición, que actualmente controla la Asamblea Nacional, no participará en los comicios; mientras que Estados Unidos, la Unión Europea, los países latinoamericanos del Grupo de Lima y buena parte de la comunidad internacional no reconocerán los resultados. Ni siquiera las diligencias de Josep Borrell como jefe de la diplomacia europea lograron establecer una misión de observación electoral, ya que el proceso no cuenta con las “condiciones mínimas” para ser considerado transparente. En resumen: un simulacro democrático con el que Nicolás Maduro aspira a afianzar aún más su control del país petrolero.

De concretarse este escenario, el desdoblamiento de la política venezolana, que comenzó en enero de 2019 cuando el líder opositor Juan Guaidó se autojuramentó presidente interino del país, está a punto de alcanzar su expresión más delirante el próximo 5 de enero. Ese día finaliza el período constitucional de la Asamblea presidida por Guaidó y fundamento legal de su interinato, que ha sido reconocido por más de 60 países. En ese momento —y según la óptica con la que se mire—, todos en Venezuela estarían “usurpando” sus cargos.

Para contrarrestar la elección y reforzar el relato del “interinato”, la oposición está promoviendo una consulta popular paralela que se realizará entre el 5 y el 12 de diciembre, tanto de manera virtual como presencial. El objetivo es dar una base de apoyo popular a la continuidad administrativa al liderazgo de Guaidó, quien aspira a continuar con su gobierno interino más allá del 5 de enero.

Este contexto plantea un dilema de fondo para la comunidad internacional sobre si seguir apoyando las aspiraciones presidenciales de Guaidó una vez que ya no sea jefe de la AN, cargo que legitimaba ese respaldo. La mayoría de los analistas creen que se utilizarán circunloquios políticos para mantener el ‘statu quo’ y continuar la intermediación extranjera en la democratización de Venezuela —hasta la fecha, fallida—. Pero si durante los dos últimos años la comprensión del ejercicio del poder en Venezuela implicaba admitir una duplicación de poderes, ahora lo único que queda es interpretar una ficción. Un hackeo total de la vida política, un viaje a la ‘matrix’ tropical, un confinamiento en el piso 7 ½ de ‘¿Cómo ser John Malkovich?’.

El fiasco de las audacias

La comunidad internacional va a seguir apoyando al gobierno interino de Juan Guaidó porque esta elección es írrita. La Asamblea Nacional actual va a decidir la extensión de su mandato hasta que se pauten nuevas elecciones transparentes. Es por eso que en la consulta general (organizada por la oposición) se le pide al elector que solicite comicios presidenciales y legislativos el próximo año”, dice Antonio Ecarri, representante diplomático de Guaidó en España.

Ecarri está convencido no solo de que el interinato continuará sus funciones —en su mayoría de carácter internacional—, sino que se reforzará su posición: “No se ha planteado que se reduzca el equipo de Guaidó en el exterior. Al contrario: trabajamos por más reconocimiento. Estamos haciendo un trabajo serio en Asia y África por nuevos reconocimientos y estoy seguro de que los lograremos”.

Fuentes cercanas a la embajada de España en Venezuela tampoco consideran que los comicios del 6-D impliquen un cambio radical de posturas. Existe una actitud de espera a ver cómo la administración de Joe Biden trata el caso venezolano y confían en un trabajo conjunto que apunte hacia una —otra— negociación hasta lograr “mínimas condiciones” electorales. “Creo que el gobierno de España terminará donde esté el resto de Europa. No creo que tome decisión al margen de Europa. Y me parece que la posición de Europa será la de seguir presionando para que haya un acuerdo entre las partes”, dice Ángel Álvarez, investigador venezolano en Ciencias Políticas.

El problema es que Guaidó está cada vez más cuestionado entre sus propias filas. Esa “audacia diplomática” —como definió el opositor Leopoldo López al gobierno interino en la rueda de prensa que dio en Madrid después de escapar de Venezuela— fue la estrategia que unificó a la oposición en torno al gobierno interino y que sedujo a la comunidad internacional. Pero la osadía no logró sus objetivos, y la fecha de las elecciones parlamentarias que parecía lejana ya llegó. Y no hay un plan claro.

“La salida de Leopoldo López de Venezuela, unido a una comisión delegada mayoritariamente en el exilio, dejan, si es posible, aún más solo a Guaidó. Todo el peso recae sobre él, pero sin aparente respaldo”, reflexionó Eugenio Martínez, periodista electoral, en un hilo de Twitter sobre en qué condiciones llega la oposición al 6-D. “El gobierno interino necesita otro plan, porque no puede mantener la estrategia de 2019-2020 sin arriesgar el apoyo de la nueva administración de Estados Unidos y de la Unión Europea”, agregó.

“Maduro no gana reconocimiento, pero sí coloca al mundo en una disyuntiva de apoyar a un gobierno interino cuyo lapso ya concluyó”

Aunque Guaidó entre en un territorio políticamente difuso, eso no significa que Maduro pueda recuperar el reconocimiento internacional que perdió. “Sin embargo —recalca Álvarez— esto no le impide destruir la base institucional en la cual se apoya el reconocimiento a Guaidó. Maduro no gana el reconocimiento que quiere que Guaidó pierda, pero sí coloca al mundo en una disyuntiva de apoyar a un gobierno interino cuyo lapso ya concluyó. Y no hay forma de extenderlo. Es un malabarismo jurídico hablar de continuidad administrativa en un contexto como este. Eso es sencillamente inconstitucional”.

Oposición subcontratada

A pesar de competir contra el espejo, el Gobierno necesita una participación significativa para darle legitimidad a la elección. Pero después de ocho meses de confinamiento por el covid-19 y el derrumbe del salario mínimo a unos 2 dólares al mes, la jornada electoral del domingo no es un tema que domine las conversaciones de los venezolanos.

En un acto de campaña, el vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y número dos del chavismo, Diosdado Cabello, pidió a las mujeres de la casa que despertaran a los familiares para ir a votar y que no le diera comida a aquel no votara. “El que no vota, no come“, insistió después de una pausa. Las declaraciones de Cabello fueron interpretadas como una amenaza a ese alto porcentaje de la población que recibe del Gobierno las cajas de comida subsidiada conocidas como CLAP.

Diosdado Cabello

Para animar el voto, Nicolás Maduro se atrevió a hacer una propuesta desesperada, asegurando que si la oposición gana las parlamentarias, él dejaría el poder. La oposición, obviamente, no le cree y se niega a participar en las elecciones. Sin embargo, un grupo disidente de las filas Guaidó —señalado por investigaciones periodísticas de recibir sobornos del madurismo— sí concurrirá para darles ese barniz democrático al que aspira el chavismo.

“Esto es como imaginarse que el Gobierno de Pedro Sánchez tomara la decisión, por medio de un tribunal, de destituir a Pablo Casado de la presidencia del Partido Popular y designar a alguien decidido por Sánchez en sustitución”, dice Ecarri sobre esta “oposición a medida” que se ha construido Maduro, incapaz de cerrar el capítulo de Guaidó durante 23 meses.

La declaración de Maduro solo es posible en un país con una constitución suspendida ‘de facto’ y una oposición que delegó funciones

La declaración de Maduro solo es posible en un país con una constitución suspendida ‘de facto’ y una oposición que delegó funciones, con todas sus cartas apostadas a un movimiento decisivo de Estados Unidos. “La oposición hizo un ‘outsourcing’ de la política. Puso todo su proyecto en las decisiones que tomara el gobierno de Donald Trump. En 2019 hablé sobre el grave riesgo que era que un personaje como Trump quitara la escalera y los dejara colgados de la brocha. Y no es solo que Trump decida quitarla, sino que el electorado se la quitó a Trump. Este es un Estado fallido y una oposición fallida. No hay una institución política capaz de resolver la situación que viven los venezolanos”, asegura Álvarez.

La pregunta que queda es si este desgaste de las principales fuerzas políticas de oposición —que perderán la representación parlamentaria cuando asuman los nuevos diputados el 5 de enero de 2021— puede abrir espacios para nuevos actores: “Crea oportunidades a una nueva oposición menos desesperada por la confrontación política, más cercana a los problemas de la gente”. ¿Quién quiere ser el John Malkovich de la nueva oposición venezolana?

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