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Así se compra gasolina en Maracaibo: Sin colas, toda la que quieras pero…

En El Muro de El Marite, o en la estación de la gasolina más cara del mundo

Ahí no hay que esperar el terminal de cédula, para tanquear, tampoco hay que mover el carro hacia delante o hacia atrás para que el chip lea el serial, las colas no existen; eso sí, hay que armarse de 30 de los verdes  para comprar 20 litros de la gasolina más cara del mundo.

Todo el mundo lo conoce como El Muro de El Marite, queda al oeste de Maracaibo,  en  la otra cara de la ciudad, la de la pobreza. Un muro cuya altura no excede el medio metro, aunque si se apilaran una pimpina de gasolina al lado de la otra su extensión superaría con creces los 43 kilómetros del muro que alguna vez dividió a las dos Alemanias. Se trata del depósito de combustible más grande que tiene Maracaibo.

Ahí no hay que esperar el terminal de cédula, para tanquear, tampoco hay que mover el carro hacia delante o hacia atrás para que el chip lea el serial, las colas no existen; eso sí, hay que armarse de 30 de los verdes  para comprar 20 litros de la gasolina más cara del mundo.

Los bachaqueros hacen cumplir rigurosamente la ley de la economía que indica que lo más caro, es lo que no hay, por eso no hay forma de transarse con ellos que no sea en efectivo, total, los clientes sobran.

José Díaz, nombre ficticio, conoce cómo se mueve el mercado  en el muro. Todo un baqueano en la zona interviene: “Vamos pa’ que el amigo mío, sino nos joden, los que te ofrecen un punto en 27 o 28 dólares te tumban dos litros”.

En esos códigos  caprichosos que adopta el comercio informal, un punto podría ser el equivalente al galón estadounidense, mientras para las estaciones gringas (entre ellas las de Citgo)  un galón equivale a 3,7 litros de combustible, la medida criolla del punto representa 20 litros de gasolina; mucho más verdad, la diferencia es que cada litro de El Muro se “cotiza” en 1,5 dólares, mientras que en EE UU,  cuesta la mitad de ese precio.

Ni qué decir de la calidad premium del combustible que, empero, Citgo (la todavía empresa venezolana) pone en los vehículos estadounidenses, en comparación con la gasolina colombiana (verdosa) que venden   en El Muro que “pareciera que se evaporara en el motor, rinde menos porque seguro es de menor octanaje”, interviene José.

El Ministerio de Petróleo de Venezuela y Petróleos de Venezuela estiman que los volúmenes de gasolina que cruzan ilegalmente la frontera hacia Venezuela desde los departamentos colombianos de Norte de Santander y La Guajira oscilan entre 5.000 barriles diarios y 15.000 barriles diarios, entre 795.000 litros y 2.385.000 litros, todos vendidos por vendedores informales en el país en los estados Táchira y Zulia, divulgó Argus Media.

En términos reales ha sucedido lo que parecía improbable, el bachaqueo se invirtió, ahora los zulianos ruedan con la gasolina que llega de Colombia. Todo mientras Pdvsa intenta producir entre marchas y contramarchas combustible en las imponentes, pero menguadas refinerías de El Palito, en Carabobo; y Cardón, en Falcón.

En medio de la peor crisis de combustible en la historia reciente del país y, verbigracia,  del Zulia, la dialéctica política está centrada en el estéril debate de qué fue primero: “la gallina o el huevo”, con el Gobierno endilgando toda la responsabilidad en las sanciones y la oposición en la incompetencia y la corrupción de la Administración Maduro.

“Estamos con esta crisis de abastecimiento de gasolina por la mala planificación, las malas decisiones de inversión, el abandono del mantenimiento de las refinerías y las sanciones. Todo se junta y hace que estemos en la carraplana”, responde al respecto Carlos Mendoza Potellá, toda una autoridad en materia de petróleo en Venezuela.

Pero el camino hacia El Muro es “largo y culebrero”, interviene José Díaz, además hay que caerle temprano “para que rinda”, agrega Díaz, quien es capaz de descifrar hasta los huecos en la precaria vialidad de la zona.

“Hay que rodar, los que salen desde la Curva te dicen que te venden un punto pero es mentira, esos garrafones están puyaos”, cuenta Díaz y es cierto, confiesa  su pimpinero de confianza, “aquí tenemos las legales y las bandidas”.

“Le podemos sacar hasta dos litros a cada punto”, confiesa el hombre con cabello pintado, piel chamuscada por el sol y tapabocas  al cuello. La “técnica” consiste en pegarle candela a los botellones que alguna vez se usaron para vender agua mineral y ahora se reutilizan una y otra vez para gasolina.

“Aquí hay gente inconsciente que le saca medio litro a cada botella porque ellas reducen su tamaño al calentarlas”, la ecuación es simple, un punto son 20 litros que requieren 4 botellones que al restarle medio litro a cada uno se ganan dos litros, demasiados en momentos en que los zulianos valoran hasta cada gota del combustible.   

Transitar en las calles de El Marite, hacia El Muro en busca de la gasolina, es como recorrer un mercado de Bombai, en la India; se consigue de todo, la mayor parte del buhonerismo que hizo vida en el mercado de la Curva ahora está dispersa en El Marite vendiendo ropa, comida, calzados y, especialmente, gasolina.

Justo cuando se comienza a transitar por El Muro la carretera pareciera encogerse, cientos de hombres, mujeres y hasta niños se abalanzan contra el tráfico con un lenguaje clave en sus manos, tres dedos, indican que el punto sale a 30 dólares; otros usan las dos manos indicando un dos y un siete (27) ofreciendo “presuntamente” los 20 litros; en fin, se desata como una “jauría” de bachaqueros famélicos que viven del negocio de la gasolina.

“Aquí vais a riesgo”, cuenta José, porque “muchos de ellos no tienen la gasolina ahí, tenéis que montarlos y se meten para adentro en el barrio donde tienen las caletas, eso es muy peligroso ahorita porque además hay coronavirus”, advierte el guía de la búsqueda del combustible.

 De hecho, llegar hasta el pimpinero “estrella” de José no resiste un GPS en medio de polvorientas calles, anegadas además por las recurrentes lluvias de estos días. “Es allá, donde está esa gente sentada”. Efectivamente la caleta está en una casa de familia donde hacen vida personas de todas las edades, todos viven del negocio.

El desfile parece de moda, pero los modelos son vehículos, Toyota, Mitsubishi, Tahoe, Chery, Aveo, de la Chevrolet; todas las marcas se aparcan mientras algunos conductores ni se bajan, como si trataran de hacer la operación con el mayor sigilo.

“Aquí la gasolina que se compre tiene que ir en el tanque, si te traes una pimpinita corres el riesgo de que te revisen el carro, te la quitan y se pierden esos reales”, cuenta José, mientras su pimpinero estrella susurra: “Y después  esos vienen y nos la venden a nosotros”, en clara alusión a los uniformados, ante cuyos ojos opera el mayor mercado a cielo abierto de gasolina del Zulia: El Muro de El Marite.

Redacción CaigaQuienCaiga:

Este comercio es fomentado, sostenido, protegido y encabezado por personal de seguridad de distintos ordenes. A veces hasta simulan los operativos, donde supuestamente los combaten y después llega el funcionario a seguir con el negocio. La verdad sea dicha Caiga Quien Caiga: Si no fuera por este comercio “ilegal”, el 90% del parque automotor privado estaría paralizado. En las estaciones abiertas tienes que ser ayudado por alguien del gobierno, para aprovisionar.

¿Por qué las autoridades no ponen orden a sus aparatos de seguridad? ¿Por qué, visto el ejemplo de los “pimpineros”, no abren estaciones con precios internacionales, sin el riesgo de adquirir gasolina de mala calidad?

Con información del Diario Panorama

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