Gran parte del pueblo cubano, que fue secuestrado por los Castro en 1959, sufre del síndrome de Estocolmo: están cautivos del régimen, su secuestrador, tienen miedo hablar, manifestarse o mínimamente decir la verdad de lo que sucede en la isla. Sus secuestradores le lavaron el cerebro al pueblo y le hicieron creer que las cosas hay que ganárselas, no adquirirlas cuando hacen falta. Muchos cubanos aman la mentira que le han vendido sus secuestradores.
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Por más de 60 años, la dictadura le ha hecho creer al pueblo cautivo que vive en un Olimpo de igualdad y justicia, que todas las dificultades son culpa de Estados Unidos. Hay cubanos que todavía piensan que el bloqueo es la raíz de todo lo que pasa en Cuba. Están tan adoctrinados por sus secuestradores que no ven que el gobierno es el que los tiene sitiados. Dentro de los mismos cubanos hay falta de apoyo: mientras los disidentes y opositores se juegan la vida, otros los denuncian o acosan, les dan palos o tiros porque tienen miedo de perder sus puestos y las menudencias que el gobierno les da.
Aunque hasta ahora ha habido un secuestro total, el molde del miedo se ha roto. La juventud cubana no está dispuesta a seguir secuestrada. Hace falta que los militares se pongan del lado del pueblo.
La tecnología ha sido un catalizador, les abrió los ojos a los cubanos, les mostró cómo vive el resto del mundo, las redes sociales son el poderío de los que carecen de autoridad en Cuba. . Es un arma tan valiosa que limitar el acceso a internet se ha convertido en un táctica probada para paralizar la disidencia por parte de los regímenes autoritarios. Si no existiera internet, hubiera sido difícil enterarnos de lo que realmente pasó en Cuba.
La medida del presidente Joe Biden acerca de las remesas a Cuba, es un insulto a un pueblo que se arriesgó a pedir libertad, no comida.
Tomado de ElNuevoHerald.com
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