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Opinión

Brevísimo resumen de lo que hemos sido Opinión Por Sociólogo Ender Arenas Barrios @RojasYArenas

Bancamiga

Los venezolanos muy tempranos nos montamos la película que habíamos liquidado la dictadura de Pérez Jiménez y con ella el ciclo, anti moderno, de dictaduras militaristas en Venezuela.

Nunca leí con exactitud una vieja anécdota que me contaba mi abuelo Víctor ( nunca pude saber si era cierta o era un simple cuento de los muchos que me contaba.) en los días que trabajaba de jornalero en la Azulita. Allí, en una vista  a esa región, el presidente Eleazar López Contreras le dio la mano. Su expresión cada vez que me lo contaba (y fueron muchas) era de una felicidad increíble: él, un pobre campesino, había tocado el poder o en todo caso había sido tocado por el poder. Siempre fue un admirador de López Contreras.

De verdad el venezolano ha sentido fascinación por los que han detentado el poder y los ha seguido. Han sido seducidos una y otra vez.

De haber escuchado con mas alerta lo que me contaba mi viejo, me habría dado cuenta tempranamente que una vez que el hecho democrático organizó el poder y la vida social y política del venezolano, esta no pudo superar la “pervivencia del caudillismo entre los lideres democráticos, Caldera y Pérez fueron un buen ejemplo de ello. Por otra parte, rápidamente la democracia  formalizo la relación gobernantes- gobernados y los partidos se hicieron opacos en relación a su base electoral”  y finalmente  conservó en buena medida las viejas prácticas autoritarias que nos ordenaron como sociedad: el Estado y la sociedad política ( el ámbito de los partidos políticos) se constituyeron en los ejes ordenadores del sistema político en detrimento de la sociedad civil

Es cierto que vivimos un largo periodo de avances de las libertades democráticas y de  derechos civiles. Pero el gobierno de Chávez nos demostró que era una verdad a medias el aseguramiento de una democracia efectiva en los términos más amplios.

Y no le costó mucho a Hugo Chávez, desde el poder, continuar con la perversa propensión al populismo, ahora travestido de socialismo, con interpelación cuasi autoritaria de su sujeto: el inefable “pueblo” convertido en masa de maniobra y asumirse, ahora si, como el ultimo salvador de la patria.

Hay quien le construyó la imagen de “rebelde, insobornable e inconforme”… el único capaz de salvar a la patria de los monstruos corruptos ( cuya cabeza freiría en aceite hirviente) y quien le gustaba manosear a la gente y ser manoseado por ella. Mi abuelo, se hubiese sentido feliz: a la gente le gusta ser manoseado por el poder.

II

Han pasado 20 años, que en Venezuela, desmienten al tango “Volver”. 20 años son muchos y ellos han servido para desacreditar la vieja biografía que nos presentaron de Chávez y la que ahora pretenden presentarnos de Maduro: incontaminados y puros, resultaron todo lo contrario y fueron cómplices de las grandes riquezas acumuladas por las vías mas bastardas de sus colaboradores y ellos mismos se convirtieron en hombres acaudalados, aun cuando su consigna de guerra fue: “Ser ricos es malo”. Aunque en honor a la verdad Maduro ha sido mas honesto  “intelectualmente” y no la ha vuelto a pronunciar.

En estos 20 años la destrucción sido total. Todo lo que era sólido ha sido licuado por 20 años de populismo y revolución. La economía, de cuya crisis es imposible salir dentro del esquema de Maduro y del Plan de la Patria. Las libertades civiles y derechos humanos también desmantelados. Incluso instituciones que parecían imbatibles han quedado sino liquidadas amenazadas de exterminio, por ejemplo, la Iglesia, las Universidades que viven su momento más crítico y hasta el idioma, según lo revela un comunicado firmado por Aristóbulo Istúriz donde se señala que los niños, jóvenes y adolescentes pueden escribir como les dé la gana, con la prohibición a sus profesores de corregirlos.

Pero, hay otras instituciones vitales sobre las que históricamente se construyo la imagen de eficiencia y rectitud, por ejemplo la FANB, Estos 20 años de su cogobierno con el chavismo han visto destruida su imagen  por su comprobada ineficiencia y participación en oscuros negocios  corruptos y en fin de haber sido coproductores de la peor crisis que hayamos vivido como República.

En medio de este contexto, que nunca se termina por describir, aparece la figura de Juan Guaidó, joven político quien puso en la calle de nuevo a la gente y sus consignas. Su enemigo más feroz, parece increíble, no ha sido el régimen que por supuesto le tiene ganas, sino,  la oposición. Esta en su objetivo de desacreditarlo, además de atribuirles las cuestiones más injuriosas lo acusa de no tener “bolas”.

Y ciertamente, Guaidó no es gritón, incluso rompe con el paradigma del líder político venezolano que por general presenta una buena oratoria, a veces una gran oratoria. Guaidó ha pretendido la recuperación de algo que el chavismo trato de sepultar para los otros, para los que no estaban con el régimen: la política.

No sé si, por ejemplo, vuelva a poner en el escenario político la palabra del ciudadano que durante dos años estuvo exiliada de la escena política, pero, hay que reconocerle sin la mezquindad mostrada por algunos que ha mantenido en la peor de las circunstancias lo único que la oposición puede ofrecer: esperanza y una valiente y decidida renovación de sus anhelos de cambio

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