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Opinión

¿Cuál Estado Nacional…cuál soberanía? Opinión por el sociólogo Ender Arenas Barrios @RojasYArenas

Bancamiga

Cuando estudiante y mucho tiempo después, leíamos con pasión a los clásicos del marxismo: Marx, por supuesto, Lenin y Gramsci, algunos iban más allá y se solazaban con Rosa Luxemburgo, Luckas, incluso algunos incluían a Stalin. Más temprano que tarde estas lecturas terminaron por reventarme las tripas, pero eso pasó mucho tiempo después.

Un capítulo extenso de mi tesis de maestría cuestionaba entonces la existencia del Estado Nacional en Venezuela, apoyado en esos clásicos, reforzado por Otto Bauer y otros de los que ahora ya no quiero mencionar.

El cuestionamiento era por considerar que el Estado venezolano era un pequeño segmento de un todo mayor, cuyos ejes de decisión fundamental se tomaban fuera del territorio nacional. Desde entonces, ha habido cambios tanto en los paradigmas epistemológicos como los paradigmas sociales y leerlos ahora a la luz de esos cambios me revuelve las tripas.

En rigor, una buena parte del cuestionamiento de toda la izquierda sobre la no existencia de Estado Nacional en situaciones de dependencia concluía que en Venezuela no existía Estado Nacional y que era necesaria la toma del poder para garantizar la existencia de un Estado independiente y soberano.

Y esa fue una de las cosas de las que Chávez juró que se haría cargo una vez llegara al poder… y llegó. Al poder, me refiero, y lo peor a nuestras vidas.

Cuando, esto sucede, es decir, la llegada de Chávez al poder, se instala en el país un paradigma que poco a poco se hizo dominante, lo voy a llamar ¨el paradigma de la ceguera¨. Ese paradigma introdujo una suerte de melancolía anacrónica en el que la democracia fue desplazada por lo que entonces Chávez llamó revolución y la política la sustituye por el Estado (rápidamente la noción de Estado se hizo gaseosa y fue sustituida por el mismísimo Chávez, que no solo era una brizna de paja en el viento, sino que se constituyó en todo, nada había, sino él), todo eso en un momento se produce, justo en el momento, que lo que se discute en el mundo es la temática de la democracia (de hecho las dictaduras latinoamericanas eran ya un recuerdo doloroso), el problema de  la política, la cuestión de la des-consagración de los actores clásicos (capitalistas vs clase obrera) y su sustitución por lo que se denominó en su momento ¨la rebelión del coro¨ que hacía alusión a la emergencia de múltiples actores, que antes solo eran comparsas de los grandes sujetos y ahora se erigían como determinantes, hasta el día de hoy.

Por supuesto uno de los temas que se impuso es que los males que el chavismo diagnosticaba entonces era culpa de los lacayos internos y del imperialismo que nos había dejado sin un proyecto de nación, así que Chávez y compañía se erigieron en los nuevos libertadores para recuperar y darle existencia plena al Estado-Nación que hasta ese momento era una ficción.

De esta manera el chavismo se convirtió discursivamente en una fábrica de soberanía y más rápido que cualquier cosa, ese discurso empezó a convertirse en su contrario con la presencia de los cubanos en aéreas fundamentales en la toma de decisiones estatales.

Así se enquistaron e hicieron metástasis en la estructura del Estado: FAN, notarías publicas y registros, policía y cuerpos de seguridad, comunicaciones, en los cuerpos y enclaves autoritarios que se crearon en el seno de la sociedad civil. Se trato de la cesión de soberanía más escandalosa que registra nación alguna en América Latina. Un país con niveles de desarrollo mayor en todas las dimensiones de la sociedad se somete a la presencia, casi imperial, de un país de menor desarrollo también en todas las dimensiones de la sociedad. No se si me aventuro en señalar que semejante irresponsabilidad ha sido el precursor de este desastre.

Claro, veinte años después la cesión de soberanía ha ido incrementándose, pues, en la medida en que la crisis se instaló en la sociedad de manera absoluta y el riesgo se hizo parte de nuestra identidad como nación, la presencia cubana ha sido acompañada ahora con la Rusa, China, Turquía, Irán, grupos irregulares de la guerrilla colombiana, el Hezbollah, grupos de la delincuencia común, grupos paramilitares, etc. que tomaron bajo su control el 12% del territorio nacional en el llamado ¨Arco Minero¨.

En el viejo tema del Esequibo, el mismo campeón del rescate de la soberanía nacional se encargo de enterrar el litigio cuando cedió a Guyana, para ganarse el voto del CARICOM en la ONU y  en otras organizaciones  como la OEA, derechos que no tenía sobre dicho territorio que ahora se ha descubierto como un gran potencial petrolero.

Podemos enumerar cientos de casos en que el país se ha transformado en un ex país, pero me quedo con el anuncio hecho, recientemente, por Nicolás Maduro: el embajador cubano debe estar en cada ministerio y su presencia debe ser fundamental en el Consejo de Ministro.

Paradoja: los reclamantes de la recuperación y materialización de un Estado verdadero, convirtieron al Estado venezolano en un Estado aparente, que no tiene presencia en todo el territorio, que no tiene un ejercicio independiente de la justicia y  que no es referente para toda la población, pues densos sectores quedan fueran del dominio estatal y que sus cuerpos de seguridad están mediatizados por la presencia extranjera. En definitiva los duros de la revolución terminaron en este y en muchos sentidos muy blandos, sosos y sobre todo, eso si, asfixiantes.

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