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Opinión

De la traición y de los traidores Opinión por el sociólogo Ender Arenas Barrios @RojasYArenas

Bancamiga

De pequeño, hace ya mucho tiempo, cuando en casa de mis abuelos se hablaba de traición o de alguien que hubiese cometido un acto de deslealtad, mi abuelo enseguida le profería una especie de insulto, que e él le parecía el peor:  “vos sois un Judas” . Y es que Judas es el traidor por excelencia. El propio Dante al señalar la traición como el peor pecado que se pueda cometer y que su castigo es el ser devorado por toda la eternidad por el mismo Demonio, coloca a Judas en ese particular círculo infernal donde es devorado por las tres bocas de Lucifer.

En Venezuela hemos conocido a muchos que han sido tildado de traidores, algunos si lo han sido, por ejemplo, Pedro Carujo, y su confusión de creer que el mundo es de los mas arrechos, otros acusados de serlo no lo son y si lo son, fueron traiciones que generaron hechos, que bien pueden considerarse, a pesar de la carga negativa que le han impregnado, históricamente positivos, por ejemplo, Páez en el papel jugado por él en la separación de Venezuela de la gran Colombia; y otros que lo han sido, han sido catalogados hasta  como héroes, por ejemplo, Hugo Chávez, quien encabezó una insurrección militar  e intentó un golpe de estado conspirando contra un gobierno democráticamente elegido sublevándose  contra la autoridad del Estado e intento de asesinato de la familia del presidente Carlos Andrés Pérez.

Ahora hemos sido sorprendidos por la acción de unos diputados de la oposición que parecen haber cometido un doloroso acto de traición.

“traición” de esta manera lo he calificado y no de “acto de corrupción”, que lo es, pero prefiero el de traición pues, este, remite al acto mediante la cual un determinado sujeto, en este caso unos cuantos diputados, quebrantan la lealtad, no a Juan Guaidó, cuya defenestración de la cabeza de la Asamblea Nacional y por ende de su condición de presidente encargado de la República, fue el objetivo que estos diputados entregaron a cambio de algún dinero, eso es lo que se dice. La deslealtad es con el proyecto de recuperación democrática y el sentimiento de las mayorías por restablecer la democracia.

Lo peor es que tales actos han creado una especie de doble desencanto: primero, con la oposición democrática y, en segundo lugar, con la política misma, alimentando lo que tanto daño ha hecho al país, como es la narrativa de la antipolítica y cuyo resultado hoy está a la vista de todos.

Yo, en lo personal, no conozco, por ejemplo, al diputado Noriega, ni a Conrado Pérez y mucho menos al más violento de todos: el diputado Brito, quien señala, que tiene a 70 diputados de Primero Justicia bajo sus órdenes, además, yo no soy quien para criticar este tipo de brincos y cabriolas, pero si les digo qué lo que uds. han tramado con el gobierno es una terrible cochinada, no del gobierno, pues es natural que este haga sus triquiñuelas para mantenerse en el poder, la cochinada es de Uds. y eso, viniendo de gente a la que uno le ha entregado su confianza jode, jode mucho y duele.

Esta es mi última columna de este año. Espero reaparecer en la segunda semana de enero. Aprovecho esta ultimas notas para desearles, aún en medio de las dificultades que todos compartimos, una feliz navidad y que el próximo año sea el año en el que podamos alcanzar el cambio tantas veces anhelado y tantas veces frustrado y que el país vuelva a ser el nido que nos ampara a todos.

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