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El chavismo y la oposición venezolana dan la batalla en el feudo de los Chávez

El oficialismo pone como candidato a un peso pesado en Barinas y dificulta la inscripción de los antichavistas para ganar a toda costa

Florantonia Singer
FLORANTONIA SINGER

La policía protege una oficina del comité nacional electoral, en Barinas, la semana pasada.
La policía protege una oficina del comité nacional electoral, en Barinas, la semana pasada.MIGUEL ZAMBRANO (AFP)

El chavismo y la oposición se la juegan en Barinas. En el estado llanero se repetirán las elecciones de gobernador el 9 de enero, después de que el Tribunal Supremo de Justicia, controlado por el chavismo, le arrebatara la victoria al opositor Freddy Superlano, quien conquistó el pasado 21 de noviembre un feudo chavista controlado, precisamente, por la familia de Hugo Chávez. La oposición ha decidido volver a medirse, pese a las irregularidades en el procedimiento. El brazo judicial del chavismo, una vez más, se ha entrometido en las competencias del árbitro electoral y ha diseñado una contienda en la que el chavismo luce dispuesto a no perder y ya ha anunciado su candidato, un peso pesado como Jorge Arreaza, yerno de Chávez.

La capital política de Venezuela está hoy en Barinas. “Nos estamos tomando esto muy en serio”, ha dicho Diosdado Cabello, jerarca del Partido Socialista Unido de Venezuela que junto al alto Gobierno de Maduro se han instalado en el estado para reforzar la maquinaria electoral. Los grupos de poder en torno al Gobierno siguen apostando por dejarle cuotas al entorno del expresidente fallecido y líder de la revolución bolivariana. Arreaza asumirá la candidatura después de que el hermano de Hugo Chávez, Argenis, reconociera su derrota, declinara una nueva candidatura y renunciara a la gobernación que controlaba desde hace cuatro años.

En una rueda de prensa este lunes, Freddy Superlano.FOTO: YURI CORTEZ (AFP) | VÍDEO: EFE

Arreaza ha sido un alfil en el Gobierno de Maduro. Ha pasado por la Cancillería, la vicepresidencia, la cartera de Ciencia y Universidades y recientemente fue puesto al frente del Ministerio de Industria y Comercio Nacional con la enésima promesa de recuperar el mermado aparato productivo en el país. Pero su mayor credencial en este caso es haber estado casado con Rosa Virginia Chávez Colmenares, la primera hija del comandante.

Desde 1999, la gobernación de Barinas es la casa de los Chávez. El padre del expresidente, Hugo de los Reyes Chávez, fue gobernador por ocho años. El hermano mayor, Adán Chávez —hoy embajador en Cuba— le sucedió por otros ocho más y Argenis, uno de los menores de la estirpe, asumió el cargo en 2017 y aspiraba a repetir. En las calles de Barinas se hablaba de que el chavismo postularía a otros miembros directos de la familia como las hijas de Chávez, Rosa Virginia o María Gabriela, o a uno de sus sobrinos que se enfrentó a Argenis en las primarias del PSUV. La candidatura quedó en manos del yerno. “Arreaza es el padre de un símbolo de Chávez, el querido nieto de nuestro comandante, el Gallito”, dijo Maduro cuando le alzó el brazo.

El candidato inhabilitado, Freddy Superlano (i), junto al líder opositor Juan Guaidó, esta semana en Barinas.
El candidato inhabilitado, Freddy Superlano (i), junto al líder opositor Juan Guaidó, esta semana en Barinas.YURI CORTEZ (AFP)

Arreaza, de 39 años, se volvió hombre de confianza de Chávez a raíz de su unión con la hija, pero también a partir de su radicalismo ideológico. Es considerado un radical dentro del chavismo. También es un aliado de Maduro, a quien se acercó en los últimos meses de vida de Chávez en los que el chavismo se preparaba para su propia transición.

Barinas se ha convertido en una batalla crucial con alto costo político. Las concesiones que había hecho Maduro —como el indulto dado a Superlano un año atrás— y los acuerdos negociados en México para iniciar la democratización del país a cambio de una descompresión de las sanciones internacionales están en juego ahora que se han propuesto retener el control de la cuna de Chávez como un símbolo. El chavismo ha recurrido a viejas fórmulas como retirar competencias y recursos a las gobernaciones que quedaron en manos opositoras. Todo esto ante los ojos de la Unión Europea que por primera vez en 15 años vino a observar un proceso electoral, una garantía lograda en esa fase de distensión.

Tras el despojo a Superlano del triunfo, la oposición ha reaccionado fuera del guión. Han apelado al Supremo, han consignado las denuncias de irregularidades a la misión de observadores de la UE, pero también ha aceptado participar de nuevo, incluso en condiciones electorales más hostiles para desafiar al chavismo con una nueva victoria. Hasta Juan Guaidó, que no se movilizó durante la campaña para estimular las votaciones, estuvo la semana pasada en Barinas dando respaldo a quien fue su compañero en el partido Voluntad Popular. Ha dicho que defender el triunfo en Barinas es la nueva bandera de resistencia de la oposición.

Este lunes a la medianoche venció el plazo inicial para la inscripción de candidatos para las nuevas elecciones en Barinas. La oposición solo pudo inscribir a Sergio Garrido secretario general de AD en el estado. Siguiendo la línea del chavismo de apostar a las credenciales familiares, la Mesa de la Unidad Democrática dio respaldo a la esposa del ganador defenestrado, Aurora Silva de Superlano. Al momento de inscribirla figura como inhabilitada aunque nunca ha ejercido un cargo público. El mismo mensaje de alerta en rojo en la página web del Consejo Nacional Electoral ha aparecido cuando han puesto los nombres de dirigentes regionales de oposición como Julio César Reyes. El propio Freddy Superlano fue inhabilitado luego de inscribirse como candidato, según el argumento judicial con el que suprimió su triunfo. Una medida de la que CNE no se enteró, de acuerdo a las declaraciones de Roberto Picón, uno de los rectores.

El chavismo inscribió a su candidato saltándose requisitos como que vote en el lugar que aspira a gobernar. También ha permitido la inscripción de Claudio Fermín, postulado por la oposición cooptada por el Gobierno que, como Arreaza vota en Caracas, a 500 kilómetros de sus potenciales votantes.

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EL PAÍS

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