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El día que Venezuela salvó a judíos del nazismo

El Museo del Holocausto en Jerusalén recuerda a las millones de víctimas del nazismo durante la Segunda Guerra Mundial. Foto: Juan Carlos dos Santos.

El periodista israelí de origen venezolano Gabriel Chocrón, quien colabora para varios medios de Israel, donde reside desde hace algunos años, y también forma parte de organizaciones que buscan estrechar lazos en ese país y América Latina, publicó por el Día Internacional del Recuerdo de las Víctimas del Holocausto un resumen de la historia de cómo un grupo de judíos que huía del terror nazi llegó a las costas de Venezuela en 1939.

Estos hechos forman parte del fuerte vínculo que une a la comunidad judía con los países latinoamericanos. En su narración, Chocrón recordó lo sucedido en aquella oscura noche en Puerto Cabello, Caribe venezolano, tras una travesía difícil de miles de kilómetros en un clima inclemente.

Cruzaron el Océano Atlántico

Habían cruzado el océano desde Hamburgo escapando de Hitler y habían llegado hasta su destino, pero, sorprendentemente, al no recibir a tiempo la autorización necesaria, tenían que necesariamente regresar al terror nazi en Europa. La nave ya estaba en alta mar cuando recibieron la noticia más importante de sus vidas: el presidente venezolano, Eleazar López Contreras, había autorizado su entrada al país.

El día que Venezuela salvó a judíos del nazismo. Una madrugada de febrero de 1939 Puerto Cabello entero, con los faros de sus automóviles encendidos, guiaron al barco de judíos perseguidos por Hitler para poder atracar y salvar sus vidas. Venezuela siempre recibió a los inmigrantes con los brazos abiertos. Uno de los casos más emblemáticos y con un alto costo político y militar para Venezuela se dio en 1938, durante el gobierno del general Eleazar López Contreras (1935 y 1941); cuando dos barcos de bandera alemana, el Caribia y el Koenigstein, partieron del puerto de Hamburgo con intenciones de atracar en Trinidad y Barbados, con 251 judíos entre ambos barcos, todos llenos de esperanza de encontrar refugio en América, pero ninguno de estos barcos pudo atracar en sus destinos porque, antes de hacerlo, sus permisos fueron revocados, pues ningún país quería problemas con el poderoso Hitler.

Otras naciones simplemente eran cómplices y les importaba poco que los pasajeros a bordo fueran devueltos para encerrarlos en campos de exterminio o simplemente fueran arrojados al mar, como era la bárbara intención de Hitler. Por lo que algunos intentos de atracar en varios países fueron irremediablemente negados. Fueron rechazados en la Guayana Inglesa, Trinidad y Tobago, Barbados, República Dominicana, Brasil y Curazao. Nadie quería a los judíos. Pero Venezuela fue diferente, ya desde 1831, recién nacida la República, el presidente José Antonio Páez promueve el primer decreto de inmigración que facilitó la entrada de emigrantes europeos. Entonces a inicios de 1939, el Caribia arriba a costas venezolanas por La Guaira, puerto que le sirve a la ciudad de Caracas, y como la autorización de atraque y desembarco no había llegado se dirige a Puerto Cabello, estado Carabobo, y luego a la cercana isla de Aruba. Los pobladores que esperaban, enterados de las noticias, sorprendidos, vieron partir al buque.

Pero navegando hacia Aruba, el capitán recibe la autorización del gobierno venezolano y regresan a costas nacionales. Fueron muchas las gestiones por salvar a esos viajeros. La comunidad judía en primer lugar, también otras personalidades y organizaciones. Pero una en especial tuvo un efecto definitivo: los ruegos de la primera dama de Venezuela, María Teresa Núñez Tovar de López Contreras, quien asombrada por la insensibilidad de tantas naciones que negaron sus territorios a tantas familias en desgracia convenció al su esposo, el presidente de Venezuela, para que recibiera a los hijos de Abraham.

Fue la madrugada del 3 de febrero de 1939 que aquella gente, que venía escapando del odio y la repulsión, presencia un hecho conmovedor: Puerto Cabello salió de sus casas hacia el puerto y, con los faros de sus automóviles encendidos, guiaron al barco que pudo atracar.

Aquellos seres humanos, cansados, desesperanzados y tristes por tanto desprecio, se vieron recibidos por una muchedumbre en medio de aplausos y frutas. Las luces de camiones de pobladores y de las casas alumbraron su paso. Todos los atribulados judíos fueron recibidos en las casas de los pobladores venezolanos.

Veinticuatro días después, el 27 de febrero de 1939, más de 150 judíos a bordo del Koenigstein llegaron a La Guaira, tras ser aceptados, y se establecen en la Hacienda Mampote, donde fueron recibidos con todos los honores.A los pocos días la primera dama envía un cargamento de víveres, alimentos y enseres. Ambos buques fueron recibidos, sus pasajeros acogidos con el cariño, la espontaneidad y la natural solidaridad que en Venezuela siempre ha sido característico. A todos se les otorgó la ciudadanía venezolana y la estadía indefinida. Todo esto, sin importar la amenaza de la mayor potencia militar del momento: la Alemania de Hitler.

Pronto salió en la prensa la lista de nombres de los judíos llegados al país con sus correspondientes profesiones y oficios. Rápidamente encontraron trabajos dignos y comenzaron a prosperar. Había médicos, abogados, industriales, comerciantes, joyeros, relojeros, agricultores, a todos les dio oportunidades el país.Ahora son muchos venezolanos quienes tienen que emprender su propia diáspora. Es por esto que cuando en nuestros países nos encontremos con venezolanos exiliados tenemos que tratarlos con respeto y tratar de ayudarlos como ellos ayudaron a nuestro pueblo.

Fuente: Personalidades judías de todos los tiempos.#MundoJudio

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