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Opinión

El psicópata que nos gobierna Por Soc. Ender Arenas Barrios

Leo en, “El País” de España, un artículo de Bernat Costany Prado: “Psicópatas al poder”. En dicho trabajo, el autor sugiere el llamado test de Hare que “evalúa el grado de psicopatía de las personas, y que, más allá del ámbito de la psicología, puede ser utilizado para realizar un retrato moral, no solo de los individuos, sino también de las sociedades”.

Como también sugiere que hagamos el ejercicio en la casa, presumo que puedo hacerlo, no de manera exhaustiva con todas las preguntas del test, por falta de espacio, pero puedo tomar algunas, las de mayor, relevancia, para medir el grado de desajustes psicológico de quienes nos han gobernado en los últimos veinte y tantos años.

Empiezo, por el principio, es decir, por la definición de quien se trata el sujeto que se analiza, es decir, del psicópata: Un psicópata, según Wikipedia que es lo que tengo a la mano, es un “narcisista, carente de empatía, mentiroso y manipulador”.

Por supuesto, puede llegarse a pensar que tales características aplican para más de uno de los que nos han gobernado en nuestra historia, empezando por mas de un héroe de la patria, pero eso puede ser un tema trabajado por Tomás Straka, Ana Teresa Torres, Diego Bautista Urbaneja, Ángel Rafael Lombardi, German Carrera Damas, Elías Pino Iturrieta, que son de lo mejor que tenemos y mucho mas competente que el que esta nota escribe.

Centraré mi atención en Nicolás Maduro, aunque Chávez es una verdadera “mina” de rasgos que alimentan la aseveración que sirve de titulo a esta nota.

Veamos las preguntas del test de Hare (las he seleccionado al azar):

1.- Nicolás Maduro ¿carece de empatía?

Bueno, es un clásico las escenas donde Nicolás Maduro, donde tomó a su mujer por la cintura y baila un tema de Oscar De León y de la “Dimensión Latina”: “Por tu mal comportamiento/ te vas arrepentir/ bien caro tendrás que pagar todo mi sufrimiento/ llorarás y llorarás”. Esto ocurrió en los días de mayor represión de los años 2014 y 2017 donde se registró un saldo significativo de jóvenes muertos, heridos, desaparecidos y torturados.

 Lo hemos visto denigrar de los millones de venezolanos que han salido del país y señalar que la crisis humanitaria es un invento y se ha gozado sus propios chistes de carácter homofóbico.

2.- ¿Carece de sentido de culpa?

No es sorprendente que Maduro carezca del menor sentido de culpa. Desde los días, lejanos ya, de Chávez, “la irresponsabilidad organizada”, es decir esa forma de gobernar donde nadie es responsable de los errores que se cometen con efectos perversos sobre los gobernados, se convirtió en la forma de hacer política y de ejecutar el gobierno del régimen. La culpa siempre es de los otros.

En Chávez, esta manera de hacer política en la que el se percibía por encima de la ley, como si esta no lo incluyera a él fue recibida en herencia por Maduro a quien el poder le ha desarrollado un exacerbado narcisismo, que unido a su falta de empatía, lo hace sentir que no está obligado a responder por sus acciones y se auto exime de sus obligaciones morales y legales, por ello, niega su responsabilidad en el caso de la corrupción de PDVSA y de todo el entramado de corrupción que fagocita toda la administración pública y, al mismo tiempo, trata de evadir su responsabilidad política y ética en el caso de la violación de los derechos humanos que lo tiene como objetivo de la Corte Penal Internacional.

3.- ¿Es manipulador?

A pesar de que carece de la locuacidad y del encanto seductor de Chávez, podemos hacer un inventario gigantesco de actos de explicita manipulación en la que incurre, normalmente Maduro. Recordemos la clásica alocución con motivo de las elecciones de 2018, cuando se dirige en cadena nacional al país y le promete, palabra más palabra menos que: “salimos victorioso de las elecciones y les prometo y me comprometo con el país que yo, como me llamo Nicolas Maduro Moros, les garantizo la estabilidad, el equilibrio económico y vamos a una etapa de prosperidad económica”.

Este discurso se ha repetido luego año tras año, desde 2013 hasta hoy, calificados en cada enero como el año de la recuperación económica, la bonanza y hasta ha hablado de “milagro venezolano”, hasta llegar a la consigna “Venezuela mejoró”. Obviamente, desde entonces, el país esperó, esperó y esperó hasta que se cansó y, entonces, unos 7 millones de sus habitantes se cansaron de la espera, cogieron sus maletas, metieron lo poco que tenían y hasta se arriesgaron a morir en los pantanos de las selvas de Centroamérica.

De verdad, que Maduro en eso que ya es su marca personal, no conoce los límites del ridículo y echa mano de relatos fantasiosos y falacias de todo tipo, como aquel episodio de una comunicación sobrenatural que mantuvo con Chávez, travestido de pajarito, quien hasta le confesó en medio de celestiales píos píos, que él tuvo una influencia decisiva en la designación de Mario Bergoglio como Papa.

El test de Hare citado por el columnista de “El País” tiene un número considerable de preguntas, pero sin lugar a dudas, cualquiera que haga el ejercicio, bien sea con Chávez o con Maduro, seguramente llegará a la conclusión que efectivamente hemos sido gobernados por un par de psicópatas.

Obviamente el pueblo que los ha elegido no puede ser exculpado por semejante disparate, pero esa es otra historia.

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