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Opinión

Fabricantes de ficciones Por Antonio José Monagas

No sólo el conocimiento sustenta posibilidades reales que se traducen en concreciones que benefician al hombre en todas sus necesidades y realizaciones. Igualmente, el conocimiento es usado en perjuicio de condiciones que comprometen procesos sociales, políticos y económicos. Cuando así sucede, se cometen desafueros atentatorios contra la dignidad, la honestidad y la verdad.

Tales prácticas tienden a desvirtuar realidades toda vez que por ello se están desmantelando razones que describen tanto consideraciones históricas, como determinaciones basadas en principios éticos, moral y de justicia social. No obstante, muchas veces sobra la obstinación de personas empeñadas en violentar disposiciones que, indudablemente, afectan posturas, estilos de vida o conductas por lo cual se desmoronan valores de libertad, igualdad y de solidaridad.

La gestión del actual gobierno militarista, ha tendido al aniquilamiento de estos valores. En consecuencia, su praxis ha deformado la verdad de forma tal que las realidades se han visto desarregladas y discordes de métodos que coadyuven al ordenamiento mínimo a partir del cual deberían conciliarse causas y efectos. Sobre todo, en contextos favorecidos por la pretensión de consolidar la democracia como sistema político.

Justamente en términos de tales inconveniencias, este gobierno se ha trazado como norte la descomposición de toda la estructura administrativa pública con el desvergonzado propósito de justificar la naturaleza de su “revolución bonita”.

De esta forma, los actuales gobernantes podrían arrogarse, más que lo que la ley les ordena, capacidades para retroceder el país a épocas históricas caracterizadas por la fustigación, la adulancia, la mediocridad y la sumisión. Todas ellas, condiciones incitadas en el marco de la opresión y del terror acuciado por la jefatura del Estado y practicado por las instancias de los poderes nacionales y por los gobiernos regionales controlados por el oficialismo.

Para alcanzar tal grado de locura, intemperancia y hostilidad, el vigente régimen ha seguido mostrando el atrevimiento necesario y la desfachatez suficiente para fabricar mentiras, construir ficciones, que no sólo sirven para engañar. Sino que también son convenientes a los planes retorcidos cuyos objetivos sólo persiguen conmocionar al país hasta embrollar toda situación posible para así demostrar el adagio que reza: “ en el país de los ciegos el tuerto es rey”.

El gobierno nacional simplemente se ha dedicado a fabricar calumnias pues, tristemente, sus funcionarios pasaron a ser constructores de mentiras, de fábulas. Tan deshonesto e indigno trabajo, les permite disfrutar de modo abusivo el poder.

Pero la necesidad de sacudirse de tanto engaño, hace que la población haya comenzado a despertar. A prepararse para librarse de los excrementos de demagogia que por muchos años han percudido la imagen de pueblo valiente que siempre ha sabido liberarse de las cadenas del yugo opresor, avasallador y dictador. Particularmente, cuando han comenzado a cerrarse los espacios que históricamente han usufructuado conspicuos gobernantes que, por efecto de la demagogia que ejercen, terminan siendo fabricantes de ficciones.

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