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Las agresiones y la censura no detienen a los medios

En el Foro Alzamos la Voz conmemoramos el Día Internacional para poner fin a la Impunidad de Crímenes contra Periodistas, junto al Pen Club, en una actividad con respuestas sobre los desafíos frente a las agresiones contra periodistas, las motivaciones de estos profesionales para seguir informando en este contexto, y la manera en que esta realidad afecta a las personas para poder estar informadas en medio de la censura.

Para responder estas preguntas, contamos con los aportes de Carolina González, Jefa de Redacción del diario El Carabobeño; Ana Rodríguez, periodista de Telemundo 51 y Naky Soto, activista por los derechos humanos, con la moderación Laura Castillo, fundadora de El Bus TV y representante del Centro PEN Venezuela.

Carolina González inició la actividad, narró desde su experiencia en El Carabobeño el paso del impreso a una mayoría de publicaciones web. Con 87 años de labor periodística el medio se enfrentó a las restricciones por la falta de papel prensa por el monopolio de este insumo, cuya venta domina la estatal Complejo Editorial Alfredo Maneiro. El Carabobeño redujo su paginación de 40 páginas y de tamaño para poder seguir circulando, pero lamentablemente tuvieron que dejar de circular en su versión impresa por diversas presiones.

El 1ro de septiembre de 2016, en su aniversario, publicaron una edición especial con el papel que les quedaba. Analizando costos, el 30 de septiembre lograron sacar 20 ediciones de un semanario, hasta el 10 de febrero de 2017 cuando no pudieron sostener el pago del papel en mercado negro. Al entender esta realidad la web fue la respuesta, sobretodo al lograr entender que la página web tenía más visitas que la versión impresa, triplicando el número de personas que podían informarse por esa vía.

En la actualidad El Carabobeño se apoya en las redes sociales para entender y conocer a sus lectores y para promocionar sus contenidos: tanto noticias de momento, como trabajos propios de investigación, transmisiones en vivo dos veces a la semana a través de Instagram, y aprovechando las múltiples herramientas de las plataformas digitales.

Ana Rodríguez, periodista, habló sobre cómo seguir informando en el contexto restrictivo venezolano. En su trayecto profesional vivió varios cierres de medios a causa de diferentes medidas de censura impuestas por el Estado, incluyendo el cuestionamiento a las publicaciones porque podrían afectar a una “cúpula” de poder “cualquier palabra que saliera al aire podría afectar la concesión”1.

Rodríguez comentó que parte de la posibilidad de reinventarse es la búsqueda de alternativas, cambiando palabras y buscando nuevas formas de contar lo que sucede sin que sea un riesgo. En la actualidad “el temor de todos es ir a la cárcel sin motivo”2, el 29 de enero Rodríguez estuvo detenida en Miraflores durante 12 horas “simplemente porque tenía una credencial de prensa”. De esta experiencia resaltó la necesidad de que todos los trabajadores de los medios «conozcan cuál es el debido proceso, cuáles son las leyes que les amparan para poder decir a los funcionarios ‘esto no está bien, estás violando el debido proceso’ y exigir el respeto a sus derechos desde el marco constitucional» 3.

Durante su intervención, Rodríguez también habló de la llegada de Juan Guaidó a Maiquetía en enero de 2019, y afirmó que tras todas las agresiones y la persecución a los medios “la motivación es seguir luchando por la democracia y por la libertad. Es difícil, pero tenemos que reinventarnos (…) tenemos que dar la vuelta y buscar cómo saltar la censura a través de las palabras y cómo lo decimos, la inteligencia se tiene que imponer por encima de las acciones de violencia”4.

A partir de conversaciones entre colegas y mucha formación, el gremio periodístico vio, como narra Rodríguez, que las afectaciones psicológicas y físicas eran compartidas y que necesitaban buscar soluciones, algunas de ellas fueron códigos de vestimenta, para hablar, para enfrentar una manifestación, grupos de apoyo por aplicaciones de mensajería instantánea y apoyo entre los miembros del gremio, evitando estar aislados “tener la noticia primero en este país no nos va a resultar. Correr primero ha terminado en agresiones y en detenciones”5.

En tercer lugar, Rodríguez destacó la necesidad de hacer red e intercambiar experiencias con colegas de otros países, a través de organismos internacionales como Reporteros Sin Frontera, la Comisión Interamericana de Derechos humanos, la Organización de Estados Americanos, la Sociedad Interamericana de la Prensa, y otras organizaciones que apoyan a los trabajadores de los medios en todo el mundo.

Para finalizar, Naky Soto, escritora y activista por los derechos humanos, habló sobre las implicaciones que tiene la violencia contra periodistas para la sociedad. Comentó que las agresiones en Venezuela son multidimensionales pues las personas se enfrentan con diversos problemas que le afectan y le impiden informarse; sin embargo cada quien construye la información a través de vías diversas: mensajes de familiares, narraciones de vecinos, conversaciones en la calle, comentarios de periodistas en las redes sociales y, además, la visión de los medios de comunicación.

Soto comentó que “Así como se entiende enjambre el periodista, así se entiende en enjambre el ciudadano”6, y explicó que la ciudadanía vive problemas similares, por lo que comprende mejor esos inconvenientes y busca cómo decir las cosas, en vez de cómo enfrentarse al otro.  Agregó que en gremios o grupos “es más fácil porque sabes por los derechos que estás trabajando y es mucho más sencillo organizarlos para que trabajen por tu causa (…) la organización hace una diferencia fundamental al momento de la crisis”7. En esa noción de grupo hay más facilidades para  aprender de las experiencias ajenas, siempre y cuando «se tenga claro cuáles son tus derechos como persona»8.

Soto explicó que en esos grupos de ciudadanía siempre habrá personas hyperinformadas que tienen el privilegio de recibir más noticias, y también el deber de servir a otros en redes personales y digitales, difundiendo para que otras personas conozcan lo que sucede. Además insistió en que, como ciudadanos, tenemos la obligación de registrar, documentar y compartir lo que sucede por nuestros medios disponibles, para apoyar contrarrestando la censura.

Soto recordó que tenemos que “seguir insistiendo en la posibilidad de acceder la información pública, porque es un derecho”9. Para ejemplificar, Soto comentó sobre la desinformación a partir de las declaraciones estatales incompletas, pues funcionarios públicos dicen que firman acuerdos, pero no hay publicación del contenido de los mismos, no hablan al respecto, no mencionan hechos, ni divulgan los procesos que llevaron a esos acuerdos.

Al finalizar, las ponentes respondieron a las preguntas de los participantes y de la moderadora, Laura Helena Castillo. Compartieron algunas opiniones sobre cómo enfrentarse a la autocensura, cómo seguir relacionándose con las personas desde los medios, y cómo utilizar el lenguaje de forma inteligente y apoyándose de otros elementos como fotografías y audiovisuales para superar la censura.

Milagros Socorro, periodista y representante de PEN Venezuela, culminó las intervenciones afirmando que, sin importar la diversidad de plataformas, el periodismo “se reduce en una frase: dime algo que yo no sepa. Se transformarán las plataformas (…) sin embargo nuestra idea rectora será la misma”.

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