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Opinión

Insolente y con poder Opinión Por Antonio José Monagas

La educación es una cualidad en quienes asumen con conciencia los desafíos de la vida. Quien así no encara al mundo, tiende a confundir sus acciones al concebirse desde una perspectiva profundamente ensimismada. Es decir, desde una posición egoísta y, por tanto, egocéntrica lo cual refleja un cierto abandono al hecho de actuar con ética, ecuanimidad, ponderación y equilibrio social. 

Si bien actitudes así tienden a desordenar la vida a cualquier persona que busque encauzar su ideología entre otros con iguales apetencias o proyectos, el problema es mayor en el caso de quien ha sido delegado por una sociedad para responsabilizarse por la conducción de procesos sociales que comprometen su devenir . A este respecto, sobran ejemplos. Sobre todo, de quienes tienen sobre sus hombros el difícil deber de cumplir y hacer cumplir las leyes. Asimismo, de dirigir la acción de gobierno. Aparte de otras atribuciones que son demostrativas del desproporcionado y acentuado poder que descansa en múltiples normativas. 

La temperamental conducta de personajes enteramente cuestionados, sobre todo luego de reconocer el comienzo de su declive político, determina un proceder reprochable al conjugarse en actitudes reprochables, comportamientos injuriosos. Y que sumados a decisiones que vulneran el respeto a los derechos trascendentales del hombre exhortados por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, dan cuenta de la equivocada concepción que tiene del mundo y de la vida. 

La desconsiderada visión de las realidades, sumada al abuso de poder mediante el cual agobia el libre albedrío de la población cuando decide ufanarse de su poder al vociferar melodramáticos discursos, no tiene parangón. 

El poder mezclado con las características de que provee la malcriadez, hacen quedar mal a Venezuela ante los ojos del mundo. Pero especialmente, ante quienes apoyaron a tales personajes. Sin advertir a tiempo, que las bravatas de esos personajes, aderezadas de insolencias, groserías y arbitrariedades, configuran el típico cuadro de quienes no deben ni pueden ostentar un cargo público cuya representación, en el mejor de los casos, representa un país. 

Sin embargo, las realidades son inexorables en este sentido pues evidencian una persona malcriada usurpando un improcedente poder político. De esa forma, le resulta expedito tomar decisiones que fracturan condiciones democráticas y sociales de Derecho y de Justicia. Más, cuando hace casi dos siglos, objetivos de libertad, derechos y garantías, se trazaron precursores y libertadores para que Venezuela alcanzara el bienestar y el progreso que se corresponde con la naturaleza de sus habitantes. Es lo que se esconde detrás de actitudes propias de cualquier personaje insolente y con poder.

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