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José Espinoza Castejón, «El Mocho» de Bachaquero que cruzó la Selva del Darién

Con una de sus piernas amputadas que lo obligan a usar un par de muletas, el zuliano y oriundo de Bachaquero, José Espinoza Castejón superó todos los obstáculos y desafió a la muerte en la temible Selva del Darién.

Esta es otra increíble historia que sale a luz pública sobre la cruda realidad a la que se enfrentan miles de venezolanos en búsqueda de una nueva vida en los Estados Unidos.

El Regional del Zulia conversó con José Espinoza Castejón «El Mocho», quien reveló que tomó una de las decisiones más trascendentales de su vida.

Mientras estaba en Colombia, planificó su viaje a Norteamérica, sabía que la ruta escogida no era nada fácil.

«Escuchaba atrocidades que se registraban en el interior de la selva panameña», dijo para comenzar el relato.

Tras recibir la bendición de sus padres en Bachaquero-Venezuela, José tuvo que vender muchos caramelos en el país neogranadino con el fin de reunir algo de dinero para sus pasajes.

Reunió 300 dólares y alistó un pequeño bolso para luego enfrentarse a un camino empinado que muchos de sus paisanos han atravesado, pero otros se quedan a la mitad, mueren en plena escalada, se los lleva el río o son ultrajados.

Su objetivo era salir de Colombia, donde fue discriminado laboralmente por su discapacidad.

Es así como José Espinoza Castejón, ahora conocido como “El Mocho del Darién” no miró hacia atrás, reforzó sus muletas y las bendijo para que no se rompieran durante el largo viaje.

Comenzó la gran odisea por el Darién de José Espinoza Castejón

Cinco de febrero de 2022. Esa fecha la recuerda claramente, ya que fue el día que emprendió el viaje más duro de su vida.

Apuntó que no se compara con el accidente en moto que sufrió en el 2016 cuando le amputaron la pierna derecha.

Superando la tragedia del pasado, José Espinoza Castejón atraviesa Medellín para luego arribar el seis de febrero de 2022 a Capurganá, zona fronteriza que comunica Colombia con Panamá.

Una lancha flotaba en el río lista para trasladarlo, junto a 60 inmigrantes procedentes de Venezuela, Haití, Colombia y Cuba, hasta el municipio de Necoclí (Norte de Colombia), una población que recibe a más de 10 mil migrantes que buscan llegar a Panamá y muy cerca de la temible selva.

Estando a pocos metros de lo que ellos llamaron la entrada de la Selva del Darién, José Espinoza Castejón recuerda que fueron recibidos por un guía que domina esa área.

Era el encargado de orientarlos sobre los recursos que podrían llevar consigo para atravesar el Tapón del Darién y desviar los inconvenientes en la calzada.

A punto de partir, pero le bloquearon el paso

Otra escena de discriminación sufrió en la selva por ser una persona discapacitada, pero nunca se sintió cabizbajo por su condición.

Él, desde un principio, se mentalizó que podía salir victorioso con una sola pierna y sus muletas de aluminio, implemento para discapacitado que fue de gran sostén para desafiar el pantanoso lugar.

El dueño del terreno por donde tenían que pasar le bloqueaba el paso, alegando que, por su condición, no conseguiría atravesar unas 500 mil hectáreas de selva pastosa y agotadora.

La aseveración de aquel hombre panameño fue refutada por el zuliano inmigrante con una inteligente respuesta.

Le había dicho muy seguro que confiara en él ya que lo iba a lograr y que tuviera piedad en ese momento de su vida.

El valmorense José Espinoza Castejón narró la historia que vivió en la Selva del Darién al periodista zuliano Raúl Arroyo Valera. (Foto: Captura de Redes Sociales).

El peligro está de principio a fin

Es así como José da los primeros pasos en el Tapón de la Muerte.

 Armados con linternas, carpas, comida, cocina portátil y bombona de gas, el “Mocho del Darién” y sus 59 compañeros caminan por las trochas, seguro y atento ante cualquier situación de riesgo ya que el peligro está en todos los lados de la selva, desde el principio a fin.

Cuenta que su marcha por el Tapón de la Muerte se extendió por seis días y que durante el trayecto vivieron momentos duros, traumáticos y dolorosos.

A diferencia de la enfermera citojense Yriamar Acosta, el popular “Mocho del Darién” transitó el camino largo, y en esos días agotadores fue testigos de atrocidades.

El grupo de inmigrantes no se toparon con leones sino con una manada de hombres armados incrustados en plena selva.

Los hombres armados les robaron lo poco que tenían en medio del bosque y a las mujeres que iban en la exploración fueron abusadas sexualmente sin piedad, “fue un momento tormentoso y frustrante”.

No sólo esta escena espantosa fue impregnada en su mente sino también que casi lo arrastra el río en una crecida inesperada.

José Espinoza Castejón
José escaló las lomas con mucha fuerza y apoyado por sus muletas en todo momento. (Foto: JEC).

“Uno de mis compañeros me salvó la vida durante la emergencia”, dijo José.

Alega que el desánimo que sintió en el lugar inhóspito casi hace detener su camino.

Sin embargo, el grupo lo animaba a trepar las lomas, montañas resbalosas, donde con un simple traspié podría perderse la vida sin cumplir con la meta.

En unos videos, se ve a José escalando los cerros con las manos y apoyado por las muletas, mis compañeros me ayudaron en todo momento y gracias a las muletas di pasos firmes”.

José Espinoza Castejón
En la selva, José conoció a grandes amigos y lo recuerdan como un gran motivador. (Foto: Darío Romero).

Es así como el “Mocho del Darién” superó esta dura carrera con un corazón valmorense valiente.

Logró cruzar la selva sano y salvo, luego de dormir, en los últimos días, en la intemperie donde una lluvia constante bañaba su cuerpo.

Asimismo, cuenta que “trabajé en unos refugios y reuní algo de dinero para pagar el pasaje que me llevó por Centroamérica hasta Tapachula-México, allí obtuve el permiso para llegar a la frontera con los Estados Unidos”, afirmó.

Cuenta que había dejado al grupo que lo acompañó por toda la selva, pero Dios le puso en el camino a un “coyote” que no le cobró por el traslado para estar frente a frente con el muro de “Trump”.

Además, le brindó hospedaje esperando el día perfecto para saltar al desierto de los Estados Unidos y llegar por fin a California.

“Llegó la hora, todos listos para escalar el muro”, expresó el “coyote” a José y a un inmigrante que iba con su hija de menos de seis años.

“Ese día nos alistamos para trepar el muro fronterizo a través de una escalera tipo corredera, en plena madrugada”, relató.

En esta parte de la historia José se convierte en un salvador, te cuento cómo sucedió todo esto.

Recuerda que, en Tijuana, México, le salvó la vida a una niña cuando escalaban el muro fronterizo para pisar California.

Dijo que mientras subía con una sola pierna y protegiendo sus muletas se presentó una emergencia, “la niña que iba colgada en la espalda de su padre se resbala”.

José narra que tuvo que tirarse al vacío para amortiguar la caída de la pequeña.

“Le salve la vida a la pequeña y rápidamente mi amigo coyote la toma a ella para retomar la escalada por el muro y logramos pisar Estados Unidos en el segundo intento”, narra los minutos de angustia que vivió a pocos metros de la franja fronteriza.

“Pensé que no lo iba a lograr”, es la frase con la cual José Espinoza Castejón resalta toda la experiencia vivida en la ruta centroamericana.

Hoy en día, José le agradece a Dios por ser su guía y protector en los momentos duros que vivió en la Selva panameña.

Al llegar a California, un grupo de personas le regalaron unas muletas nuevas para seguir su trayecto rumbo a una de las 50 regiones de los Estados Unidos.

El valmorense se encuentra en un albergue cristiano ubicado en la población de Búfalo, la segunda ciudad más grande de Nueva York, donde permanecerá allí hasta que regularice su estatus migratorio y se estabilice. Está tranquilo, recibe cobijo y comida.

“Ya quiero trabajar y salir adelante”, expresó “El Mocho del Darién” desde Nueva York, donde espera que le brinden una oportunidad de oro sin discriminación.

José Espinoza Castejón en un albergue de Nueva York
El valmorense permanece recluído en un albergue cristiano de Nueva York. (Foto: JEC).

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