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José Guerra defiende en análisis tesis de participar en elecciones

Las fuerzas democráticas de Venezuela se enfrentan a una decisión fundamental que tiene que ver con la participación o no en las elecciones regionales y municipales a realizarse el 21 de noviembre de este año. El cronómetro sigue avanzando y adoptar una decisión se hace cada vez más perentoria, en un sentido u otro.

Desde estas páginas hemos sostenido que el mejor escenario para Maduro es que las fuerzas ampliamente mayoritarias de la oposición se mantengan en la situación en que están; en el limbo, mientras él construye una oposición a su medida, que no lo cuestiona y que no lo reta. De hecho, en esa Alianza hay factores que claramente no son oposición al régimen de Maduro, otros si lo son, a su manera. Todos no podemos coincidir en todo, en la caracterización al régimen y cómo batallar contra él.

También hay otro sector tercamente abstencionista, que no participarían en ningún evento electoral mientras Maduro siga usurpando la presidencia de la República y por tanto se niega a cualquier contacto o negociación que no sea para solicitarle la abdicación o la rendición incondicional.

Ello luce muy atractivo en el papel pero absolutamente inviable y por ello, a partir de esa tesis, no se puede elaborar una política con mediana opción de tomar el poder. Al fin y al cabo, para los proponentes de esa política la única solución pasa por una acción de fuerza, motorizada por una coalición internacional, que nadie sabe de dónde saldrá ni quienes la conformarán.

No es fácil el reto que confrontamos. Lo cierto para mi es que una política abstencionista militante consolida a Maduro en el poder. El argumento de la no participación para no legitimar a Maduro es muy cuestionable debido a que un régimen con el control territorial con el tiempo acaba ganado reconocimiento por la vía de la inercia.

Basta imaginar una abstención total en estas próximas elecciones con el PSUV ganando todas las gobernaciones y todas las alcaldías, todos los legisladores regionales y todos los concejales. ¿Eso nos aleja o nos acerca más al poder? Dígale a los cuatro gobernadores y treinta tres alcaldes opositores, cada uno a su manera, que no se presenten a las elecciones y que de una vez hagan el acta de entrega de sus respectivas gobernaciones o alcaldías al PSUV. Eso sería un soberano disparate, Además, de cara al referendo revocatorio que correspondería realizarse el próximo año ¿tampoco lo vamos a pelear por lo menos? Y cuando correspondan las elecciones presidenciales también ¿nos abstendremos? Ello sería entrar en una calle ciega.

Porque algo es cierto, Maduro con el rechazo que tiene no tendría posibilidades de salir airoso en una consulta refrendaria y sería revocado si el pueblo venezolano acude a votar. Si no acudiese a ese acto, contradictoriamente la minoría se terminaría imponiendo y esto es lo que ha sucedido. Por eso es que el régimen hace todo lo posible por crear desconfianza en el voto, para que el descontento no se exprese.

Nadie puede ser tan ingenuo para pensar que en la Venezuela de 2021 se harán elecciones con las condiciones más favorables. Si esto es una dictadura como se dice, vamos a competir en desventaja. Ese es un dato. Pero hay que luchar y emplearse a fondo para que dejemos la ensoñación y salgamos, unitariamente, al encuentro de ese pueblo que quiere un cambio y que si ve una oposición unificada derrotaría a Maduro. Después de tantos tropiezos y errores es el momento de la rectificación.

Fuente BancayNegocios

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