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Opinión

La sociedad líquida de ¡Bauman! Opinión por @GervisDMedina

¡Me había dicho que dejaría de escribir sobre el tema político! ¡Pero! no puedo dejar pasar la oportunidad para decir, que habría que ser muy ingenuo para no darse cuenta, que los “latinoamericanos” estamos en presencia de un peligroso reordenamiento de las mayores amenazas, que esta región ha vivido en los últimos 100 años.

La ignorancia campea por “América Latina” se viven momentos oscuros. Pueblos ignorantes gestionando ciegamente su propia destrucción. ¡La justicia social nos ha hecho y nos hará más pobres y dependientes!

Estamos en el desarrollo de la teoría de la “Modernidad Líquida” que definía el sociólogo “Zygmunt Bauman” a finales del siglo XX. Es el fin del Estado. Esto ocurrirá en todas las naciones, producto de la pérdida de valores de las instituciones que caen como hojas en otoño. La iglesia ha hecho aguas; los partidos políticos son agencias de empleos; el poder judicial una venta de intereses; las fuerzas armadas un antro de corrupción y crimen. ¡Y hay quienes a través de partidos o movimientos políticos sacan ventajas de todo esto!

Este momento es el que los filósofos de nuestro tiempo llamaron el fin del “Estado-Nación” con todas sus instituciones. ¡No sabemos que viene, pero no será nada bueno!

La Modernidad Líquida, es una categoría sociológica que sirve para definir el estado actual de nuestra sociedad. “Bauman” la define como una figura de cambio constante y transitoriedad, atada a factores educativos, culturales y económicos. ¡La metáfora de la liquidez intenta demostrar la inconsistencia de las relaciones humanas en diferentes ámbitos!

¡La tarea de construir un nuevo orden! Para reemplazar al viejo y defectuoso, no forma parte de ninguna agenda actual, al menos no de la agenda donde supuestamente  se sitúa la acción política en el continente; son sofismas creados para hacerse de un triunfo que no existe o de otros actores que reconocen su debilidad.

El rasgo permanente de la modernidad, ha adquirido por lo tanto un nuevo significado, y sobre todo ha sido redirigida hacia un nuevo blanco. Uno de los efectos más importantes de ese cambio de dirección, ha sido “la disolución de las fuerzas” que podrían mantener el tema del “orden” y del “sistema” dentro de la agenda política. 

Los “líquidos” tienen la cualidad de la “fluidez”, que los distingue de los sólidos porque son elementos con forma definida y fija, mientras que los primeros sufren continuos cambios y no conservan con facilidad su forma. En este sentido, las cosas líquidas de nuestra sociedad, no se atan de ninguna forma al espacio ni al tiempo, son libres de fluir por donde quieran, pero siempre de manera momentánea. Los “sólidos” claramente no cuentan con la libertad de fluir y no se desplazan con facilidad, son fijos y tienen una forma definida y son perdurables si ocupan un espacio y un tiempo.

¡“La liquidez” es por tanto, una clara representación de nuestra realidad actual! En la vida todas las cosas fluyen, se desplazan, se desbordan, se filtran y gotean, siempre por un período de tiempo limitado y sin ocupar un espacio concreto y definido. Es por ello que, “Bauman” adopta el concepto de “liquidez” como una alegoría de la naturaleza, que representa además una nueva fase de la historia humana.

Los “sólidos” que han sido sometidos a la disolución, y que se están derritiendo en este momento, el momento de la “sociedad fluida”, son los vínculos entre las elecciones individuales y los proyectos de acciones colectivas 

Lo que se está produciendo hoy. ¡En nuestro continente! Es una redistribución y una reasignación de los poderes de disolución de la sociedad sólida.

¡La libertad no puede obtenerse en contra de la sociedad! El resultado de la rebelión contra las normas, es la agonía perpetua de la indecisión unida a la incertidumbre acerca de las intenciones y las acciones de los que nos rodean. ¡Algo capaz de convertir la vida en un infierno! 

La rutina y las pautas de comportamiento impuestas por la condensación de las presiones sociales, le ahorran al ser humano esa agonía; gracias a la monotonía y a la regularidad de patrones de conducta recomendados, inculcados y compulsivos, los humanos saben cómo actuar en la mayoría de los casos y rara vez enfrentan una situación que no esté señalizada, en la que deban tomar decisiones bajo la propia responsabilidad sin el tranquilizador conocimiento previo de sus consecuencias, transformando cada movimiento en un encrucijada preñada de riesgos difíciles de calcular. 

¡La ausencia de normas o su mera oscuridad es lo peor que le puede ocurrir a la gente en su lucha por llevar adelante sus vidas! Las normas posibilitan al imposibilitar; la anomia augura una imposibilidad lisa y llana. ¡Si las tropas de la regulación normativa abandonan el campo de batalla de la vida, sólo quedan la duda y el miedo!

¡La sociedad líquida está en cambio constante! Lo que genera una angustia existencial, donde parece no haber sentido cuando se trata de construir nuevas cosas, ya que el tiempo y la propia modernidad impulsarán su desintegración. Así nos encontramos como raza humana navegando los mares de la incertidumbre, sin saber cómo estará la economía mañana, si estallará una crisis o no, si contaremos con trabajo, si viviremos, si comeremos etc.

¡Todo es incierto, nada sucede como antes que una persona perduraba con certeza hasta el día de su muerte!

Todos tenemos que empezar a oírnos más, discutir más, dialogar más, disentir más; es la única manera de lograr consensos para avanzar como nación y sociedad. Los acuerdos nos llevan más lejos que la estigmatización y las vías de hecho.

Están normalizando la estupidez inculcando la anti verdad, los sofismas, las pos verdades, en fin la mentira.

¡Quien justifique la violencia como método de protesta, debería entonces aceptar la violencia como método de respuesta! ¡Debemos cambiar el paradigma “esto es horrible” por “esto es un reto” que podemos y debemos superar!

Estamos en el siglo XXI y América Latina sigue transitando entre derecha e izquierda. De verdad tenemos una tara mental muy fuerte. ¡Quiero llegar al punto que, los “líquidos”, a diferencia de los “sólidos”, no conservan fácilmente su forma! Los fluidos, no se fijan al espacio ni se atan al tiempo. En tanto los “sólidos” tienen una clara dimensión espacial pero neutralizan el impacto y disminuyen la significación del tiempo.

Podríamos preguntarnos: ¿hasta qué punto los “solidos” no estaban de antemano resentidos, condenados y destinados a la licuefacción? ¡Ya que, se habían oxidado y enmohecido, tornándose frágiles y poco confiables! ¡Dándole paso a la sociedad líquida!


Gervis Medina

Escritor venezolano

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