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Las 10 cosas buenas que las Redes Sociales No pueden ofrecernos

Bancamiga

Una de las adicciones más comunes hoy en día y una de las menos notorias es la adicción a las redes sociales. Todos sin lugar a dudas y sin importar la edad somos vulnerables en todo lugar y en todo momento. El problema con el uso obsesivo de las redes sociales es el intentar encontrar un valor e identidad falsas que solo se basa en el número de cifras y comentarios vanos que nos hacen sentir importantes pero que en realidad solo nos aíslan mucho más de las personas. Hay que tener un buen sentido común al utilizar estos medios para no dañar nuestra salud. Pero por sobre todo hay que saber que la “satisfacción inmediata” no es más que una ilusión falsa. Nuestra identidad y nuestro valor real yace en nuestro Señor Jesucristo.

Nunca he sido adicto a drogas o al alcohol, pero he sufrido una adicción de otro tipo. De la nada, se me asomó el descubrimiento tal y como se descubre un cáncer de rápido avance. Decepcionado por su naturaleza socialmente aceptable, inicialmente no pensé que tenía un problema, hasta que era innegable. Hola, mi nombre es Kent y tengo una adicción a las redes sociales. Justo hace unos años era el hombre que no quería un teléfono móvil. “No necesito uno” discutía. A partir de entonces hice la transición hacia el hombre que no se despegaba de su celular. ¿A quién le importa si el resto del mundo tuiteaba, hacía FaceTime o se la pasaban en Instagram? Estaba contento en mi cueva al lado de la de los Picapiedra. Luego probé el siglo 21 y me gustó. Me cambié a un teléfono inteligente, que contenía Facebook. Luego las cosas empezaron a cambiar cuando comencé un blog. Ahí es donde me sumergí dentro de la inmensidad como Michael Phelps: creándome un Twitter, Instagram, Google Plus y Pinterest. Todo el mismo día. Pronto me encontré a mí mismo luciendo como el resto del mundo, con un dispositivo en una mano, deslizando a través de historias. Nos hemos convertido en una nación de adictos a las redes sociales, llevando los objetos de nuestra adicción a donde quiera que vamos. La responsabilidad de auto control yace en el individuo. Nosotros mismos tenemos que ser políticos. No hay logros pequeños de acuerdo a Adam Alter, un profesor de la Universidad de Nueva York que dice, “…cuando te dan un ‘me gusta’ en las redes sociales, todas esas experiencias producen dopamina, la cual es un químico asociado con el placer.” No estamos sujetos únicamente a nuestro poder de voluntad, sino acerca de un cambio químico en nuestro cerebro. He descubierto que Dios es el único remedio lo suficiente fuerte para liberarnos de las trampas de la tecnología. En él solamente, encontramos 10 buenas cosas que ninguna plataforma de redes sociales nos pueden ofrecer.

1. Las redes sociales no ofrecen la verdad completa

Vivimos en una era de relativismo, lo cual significa que la verdad, moral y los conocimientos dependen de las experiencias individuales, y no hay absolutos. Ningún otro lugar es así de aparente como el internet. Las redes sociales se han convertido en teorías o argumentos de diferentes filosofías acerca de todos los temas, desde la sexualidad hasta la política.

Si buscamos en las redes sociales para determinar cuál es la verdad, lo mejor que podemos hacer es quedar confundidos. No podemos apoyarnos en las redes sociales para conocer la verdad. Para poder conocer la verdad debemos conocer a Dios a través de Jesucristo. Vemos esto en Juan 14:6, cuando Jesús les dice a sus discípulos: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.”

2. Las redes sociales no pueden ofrecernos valor

Necesito actualizar mi estado, subir una foto y comentar en esa foto. No olvides los hashtags. ¿Recibí algún comentario hoy? ¿A quién le gustaron mis fotos? ¿Cuántos compartidos? Como un adicto virtual, esos pensamientos comenzaron a repetirse en mi cerebro.

Y ahora si no soy cuidadoso, las redes sociales se convierten en mi salida cuando tengo tiempo libre, cuando estoy ocupado o cuando no tengo tiempo. Como el perro de Pavlov salivando con el sonido de la campana, las redes sociales me siguen haciendo volver y no estoy sola en esto.

Nos reunimos en nuestras plataformas como jóvenes en la secundaria preguntando con cada actualización, foto y publicaciones “¿Te gusto?” Envueltos en este juego, competimos para ver qué vacaciones, últimos logros y fotos de comida son mejores que los de los demás. Y dependiendo en la respuesta que recibamos, hay potencial de elevar nuestro ego con nuestros amigos del ciberespacio.

Para ser honesto, admitiré, los me gusta en las redes sociales impulsan nuestra confianza, pero es algo momentáneo. Basar nuestro valor en la respuesta inconsistente de nuestras relaciones virtuales solo nos dejará perpetuamente estancados en una trampa de desempeño. Por el contrario, la seguridad de Dios no está basada en algo que hagamos. Está abundantemente disponible para nosotros, sin lazos de ataduras.

“¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Y, sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin permitirlo vuestro Padre. Y hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. Así que no temáis; vosotros valéis más que muchos pajarillos.” Mateo 10:29-31

3. Las redes sociales no pueden amarnos

Los emojis de corazón y regalos han opacado el verdadero significado del amor. 1 Corintios 13:1-8 define el amor de una forma que contradice un montón de lo que vemos en nuestras plataformas de redes sociales.

“El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante; no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido; no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser”

Si buscamos las redes sociales para sentirnos amados, eventualmente encontraremos nuestros tanques de amor en vacío. La descripción de Pablo del amor es la antítesis de un montón de cosas que vemos en las redes sociales. Si vamos a conocer verdaderamente el amor debemos buscar la palabra de Dios y no nuestros teléfonos. Él nos amará, incluso si nunca publicamos fotos, actualizamos nuestros estados, hashtags o Twitter.

4. Las redes sociales se llevan el tiempo precioso

Aunque las redes sociales pueden empequeñecer nuestro mundo, permitiéndonos conectarnos con amigos y seres queridos distantes, también puede crear un abismo en nuestras relaciones. Si permitimos que lo hagan, las redes sociales pueden decepcionarnos al hacernos creer que la información en nuestros teléfonos es más importante que la persona con la cual pasamos tiempo. Bien sea que estemos con nuestros niños, nuestro esposa, amigos o Padre en el cielo, debemos valorar ese momento especial y merecedor de atención ininterrumpida.

Algunas formas de hacer esto es al imponer zonas sin dispositivos en nuestros hogares, tener momentos de cena sin teléfonos, y simplemente apagar nuestros teléfonos móviles. Debemos tener la intención de poder priorizar el tiempo que pasamos con aquellos que más amamos. Salmos 90:12 lo dice así: “Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.”

5. Las redes sociales no pueden llenarnos de esperanza

En años recientes hemos estado expuestos a los cambios tumultuosos en las redes sociales. Hemos compartido nuestras dolencias y pensamientos y hemos abiertamente medido nuestros porqués en el mundo de la web. En algunos casos, hemos ventilado y encontrado apoyo emocional y motivación para seguir el camino.

Aunque no hay nada malo en encontrar motivación a través de las redes sociales, no podemos colocar nuestra esperanza en personas, cara a cara o en línea. Dios es nuestra única fuente de esperanza, no las personas. Aunque definitivamente, estas pueden ser usadas por Él para motivar y levantar el ánimo, la esperanza es únicamente encontrada en Dios.

“Los que confían en el Señor encontrarán nuevas fuerzas; volarán alto, como con alas de águila. Correrán y no se cansarán; caminarán y no desmayaran.” Isaías 40:31

6. Las redes sociales no pueden ofrecernos la sabiduría que necesitamos

Las redes sociales también se han convertido en un lugar bueno para obtener información rápida. Si estás buscando un buen restaurante, haz la pregunta en Facebook. Si necesitas un nuevo carro, busca en Instagram. Podemos incluso encontrar nuevas carreras en las redes sociales.

La información encontrada en esas plataformas también indaga en tópicos como, fe, raza, moral. Podemos encontrar información acerca de cualquier cosa que deseemos saber un poco más. Y así sea una herramienta útil, debemos recordar que el conocimiento “aparece”, pero la sabiduría, la cual es la aplicación del conocimiento, viene de Dios. Tal y como dice en Proverbios 2:6-8: “Porque el Señor da sabiduría, de su boca vienen el conocimiento y la inteligencia. Él reserva la prosperidad para los rectos, es escudo para los que andan en integridad, guarda las sendas del juicio, y preserva el camino de sus santos.”

7. Las redes sociales no pueden ofrecernos un carácter parecido al de Cristo

Cuando se trata del carácter, el libro de Santiago nos da una descripción lúcida de cómo este es cultivado en nuestras vidas.

“Tened por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia, y que la paciencia ha de tener su perfecto resultado, para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada.” Santiago 1:2-4

Las redes sociales a menudo involucran las cosas resaltantes de nuestras vidas, mantener nuestras plataformas no nos otorga la oportunidad de crecer en un carácter como el de Cristo. Por el contrario, el carácter es desarrollado por las partes ocultas de nuestra vida. Es en las incontables oraciones que hacemos por nuestros seres queridos, el servicio que ofrecemos sin esperar agradecimiento y el perdón que damos, aun y cuando no era merecido. Este es el carácter que las redes sociales no pueden darnos.

8. Las redes sociales no pueden ofrecernos (la verdadera) identidad

Las redes sociales nos permiten mostrar solo las mejores partes de nuestras vidas. Consecuentemente, subimos fotos de nuestros hogares cuando están limpios, compartimos nuestra comida cuando es deliciosa y subimos fotos cuando estamos fabulosos. Raramente vemos actualizaciones de personas en su peor momento. Pero nuestra identidad no tiene raíces en una presentación perfecta. Nuestra identidad solo se encuentra en Dios.

Referir nuestra identidad a una persona pública perfecta es estar confinado en una caja. La idea que Dios tiene acerca de nosotros es mucho más grande y está engloba todo acerca de quiénes somos.

9. Las redes sociales no pueden ofrecernos contentamiento

Es sorprendente como vemos usualmente las cosas que anhelamos en las redes sociales. Las vacaciones de tus sueños, la mujer maravillosa y 2.5 niños, y el trabajo perfecto y todo parece estarle ocurriendo a alguien más, no a nosotros. Solíamos asomarnos por la cerda para invadir el césped de los Jones, ahora tenemos un asiento en primera fila para ver todas las actualizaciones de su vida en las redes sociales.

Esto no nos lleva más cerca del contentamiento. Por el contrario, nos empuja más lejos y lejos de este. Si vamos a conocer el contentamiento, esto puede requerir que nos tomemos descansos periódicos de las redes sociales para poder vivir vidas llenas de gratitud.

Filipenses 4:11 dice, “No que hable porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación.”

10. Las redes sociales no pueden ofrecernos a Dios

Si de verdad tuviéramos una revelación verdadera de quién es Dios, es posible que no tengamos deseo por las redes sociales. Las escrituras lo describen como luz, agua viva, esperanza, paz, verdad, proveedor, consejero maravilloso, omnisciente, omnipotente, piadoso, justo, amoroso y mucho más. Si tuviéramos conocimiento acerca de todo lo que es, no nos faltaría nada.

De algún modo esta verdad se ha perdido, dejando a muchos creyendo la mentira de que sin las redes sociales no podríamos vivir. Si esta es una realidad para nosotros, la única forma de ver a Dios como algo más grande que la tentación de las redes sociales es pasando tiempo en Su presencia. A través de la oración, lectura de la biblia, y meditación en la escritura, entendemos que hay varias cosas buenas que Dios da que las redes sociales no pueden. El tiempo que pasamos con Dios siempre es un tiempo bien pasado.

“Me buscaréis y me encontraréis, cuando me busquéis de todo corazón.” Jeremías 29:13

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