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Linaje Escogido: Ovejas de su Prado, Por José Cándido Viloria

LA HUMILDAD

José Cándido Viloria

Revestíos de Humildad hacia los demás, porque Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes 1ra de Pedro 5:5, mas dichosos los humildes por que recibirán la tierra como herencia Mateo 5:5
Según la doctrina cristiana, la humildad es la actitud virtuosa que se debe observar ante Dios, ante su superioridad y perfección, y en plena conciencia de que ha sido Él quien ha concedido la gracia de la existencia; La humildad es una virtud humana atribuida a quien ha desarrollado conciencia de sus propias limitaciones y debilidades, y obra en consecuencia, es un valor opuesto a la soberbia, El significado de humildad se relaciona con su origen etimológico, proviene del latín humilĭtas, que a su vez proviene de la raíz humus, que quiere decir ‘tierra’. Se desprenden, por lo tanto, tres sentidos: la humildad como valor; que se refiere a una cualidad de la persona que se baja en su ego, frente a los demás, porque reconoce la igual dignidad, de cada ser humano en tanto que todos vienen o venimos “de la tierra”. Este último sentido hace de la humildad una actitud relacionada con la virtud de la modestia. Luego la humildad como origen socioeconómico; La humildad puede ser una cualidad humana independiente de la posición económica o social: una persona humilde no pretende estar por encima ni por debajo de nadie, sino que sabe que todos son iguales, y toda existencia tiene el mismo grado de dignidad; al tiempo que tenemos la humildad como sumisión; De allí que ser humilde no implique dejarse humillar, pues la humildad no supone una renuncia a la dignidad propia como personas.
La humildad es un valor contrario a la soberbia, que posee el ser humano en reconocer sus habilidades, cualidades y capacidades, y aprovecharlas para obrar en bien de los demás, sin decirlo; La humildad permite a la persona ser digna de confianza, flexible y adaptable, en la medida en que uno se vuelve humilde adquiere grandeza en el corazón de las demás personas. La humildad es una cualidad o característica humana que es atribuida a toda persona que se considere un ser pequeño e insignificante frente a lo trascendente de su existencia o a DIOS según si se habla en términos teologicos; Una persona humilde generalmente ha de ser modesta y vivir sin mayores pretensiones: alguien que no piensa que él o ella es mejor o más importante que otros. El concepto de la humildad en varias concepciones es a menudo mucho más exacto y extenso. La humildad no debe ser confundida con la HUMILLACIÓN que es el acto de hacer experimentar en algún otro o en uno mismo una avergonzante sensación, y que es algo totalmente diferente; quien actúa con humildad no tiene complejos de superioridad ni tiene la necesidad de recordar constantemente a los demás sus éxitos y logros; mucho menos los usa para pisotear a las personas de su entorno; Quien obra con humildad no se vanagloria de sus acciones. Por el contrario, rechaza la ostentosidad, la arrogancia y el orgullo, y prefiere ejercitar valores como la modestia, la sobriedad y la mesura.
Adentrémonos en algunas Características propias de la humildad
Como virtud o fruto, la humildad reúne una serie de características manifiestas en el comportamiento. Comprender la igualdad y dignidad de todos los sujetos; Valorar el trabajo y el esfuerzo; Reconocer aunque relativizar las virtudes propias; Reconocer las propias limitaciones; Expresarse con afabilidad; Actuar con modestia, sencillez y mesura; Percibir las relaciones sociales desde la horizontalidad; Escuchar a los demás y tomar en cuenta sus opiniones; Respetar genuinamente a los demás
Desde el punto de vista Biblico que es el punto que nos atañe; es concebida la humildad como aquella cualidad que nos libera del orgullo. Aunque la palabra humildad era odiada por los antiguos griegos porque decían que no era propia del ser humano, lo cierto es que la humildad siempre ha sido algo que el cristianismo ha perseguido o buscado; para algunos teólogos Dios decía que debía de humillar a los seres humanos para hacerlos sentir humildes. También se dice que esta condición nos hace aceptar nuestras limitaciones y aceptarnos tal y como somos; El humillarnos delante de Dios, es una condición para encontrar su favor y simpatía. Pablo comentó que Jesús trató de que todos fuéramos humildes, y él mismo atrajo a los demás precisamente por su humildad, su forma de ser y personalidad lo hicieron únicos; La humildad, es pues una condición que reniega a el orgullo, trata de que todos nos sintamos iguales, e incluso no destacar frente a aquellos que consideremos inferiores; de allí que la humildad, es algo que debemos de trabajar todos los días, tratar a los demás por igual sean cuales sean sus circunstancias, tratar a la gente con el mismo respeto sin mirar de donde proceden ni lo que representan. La humildad es pues, una cooperación entre ambas partes, una forma de ver la vida sin orgullo, pero sobretodo sin superioridad frente a nuestros semejantes.
Veamos la justificación bíblica de la modestia En Génesis 32:9-10 la biblia nos muestra el carácter humilde de Jacob, al orar a Dios y considerarse indigno o no merecedor de todas sus bendiciones para con él: Entonces Jacob se puso a orar: «Señor, Dios de mi abuelo Abraham y de mi padre Isaac, que me dijiste que regresara a mi tierra y a mis familiares, y que me harías prosperar: 10 realmente yo, tu siervo, no soy digno de la bondad y fidelidad con que me has privilegiado. Cuando crucé este río Jordán, no tenía más que mi bastón; pero ahora he llegado a formar dos campamentos; Podemos encontrar la palabra humildad en algunos de estos pasajes: en Proverbios 15. Refiere “El temor de Jehová es enseñanza de sabiduría; Y a la honra precede la humildad” Proverbios 22. “Riquezas, honra y vida Son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová”; Hechos 20. “sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas, y pruebas que me han venido por las asechanzas de los judíos; Haya, pues, en vosotros, este sentir que hubo también en Jesucristo, quien, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomó la forma de siervo y se hizo semejante a los hombres. Más aún, hallándose en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, en la cruz del calvario, como el cordero de Dios que borra el pecado de la humanidad” Filipenses 2, 5-8.
Vuestro atavío no sea el externo… sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.” 1 Pedro 3:3-4. Dios quiere que los cristianos tengan un espíritu afable y apacible. Es de suma importancia que seamos humildes y tranquilos en nuestro hombre interior, de modo que podamos escuchar el Espíritu de Dios, que habla a nuestro corazón a través del día. Tener un espíritu afable y apacible no significa que debemos ser personas pasivas; Dios también requiere la acción y el celo en nuestras vidas. Jesús nos enseña que el reino de los cielos se toma con fuerza (Mateos 11:12). Todos, quienes desean una vida más profunda en Cristo, se dan cuenta de que tienen que ser celosos, y humildes en su hombre interior. ¡El pecado no puede recibir permiso para reinar en el corazón de un discípulo!, Si somos humildes en nuestro hombre interior, con el deseo de hacer la voluntad de Dios, vamos a hacer todo lo posible para guardar nuestra mente y corazón limpio, Pablo escribe: “En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor.” Romanos 12:11. Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe, que Dios, repartió a cada uno.” Romanos 12:3.
Tener una mentalidad humilde, es pensar con prudencia de uno mismo; esto significa que no nos jactamos de nuestras habilidades y capacidades. También reconocemos que nuestra competencia proviene de Dios, en todas las cosas. (2 Corintios 3:5); Esto no quiere decir que debemos ignorar los dones y el llamamiento celestial que Dios, nos ha dado. ¡Dios desea hacer una obra enorme de transformación en nosotros a través de nuestra vida! Él nos ha dotado con nuestros propios talentos y dones, y nos compró con la preciosa sangre de su Hijo Jesucristo. (1 Pedro 1:18-20); Pero él da mayor gracia, Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros… Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.” Santiago 4:6-8,10; Dios trabaja de acuerdo a leyes, es una ley natural, que si nos humillamos, bajo la poderosa mano de Dios, y sometemos nuestra propia voluntad y honor, entonces él nos dará la gracia que necesitamos para vivir una vida cristiana en verdad y nos exaltará a su debido tiempo; Ser humilde es tener la misma forma de pensar de Jesucristo; El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa ha que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres. “Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte; Jesús es el máximo ejemplo en humildad. Él no valoró su propia reputación o su honor, sino que se ofreció voluntariamente en cada situación, así que la voluntad de Dios se cumpliera y que Dios pudiera ser glorificado a través de su vida.
La biblia describe la humildad como mansedumbre, que de acuerdo a Gálatas 5: 23, es la octava virtud, del fruto del espíritu santo, la tercera persona de la Trinidad, en ella hay humillación y la ausencia del ego. La palabra griega traducida “humildad” en Colosenses 3:12 y en otros lugares, literalmente significa “humildad de mente”, entonces vemos que la humildad es una actitud del corazón, no simplemente una conducta externa. Alguien podría tener una apariencia de humildad, pero con un corazón lleno de orgullo y arrogancia. Jesús dijo que aquellos que son “pobres en espíritu” tendrían el reino de los cielos (Mateo 5:3). Ser pobre en espíritu significa que sólo aquellos que admiten una ruina absoluta de la condición espiritual, heredarán la vida eterna. Por lo tanto, la humildad es un prerrequisito para el cristiano; Cuando venimos a Cristo en nuestra condición pecaminosa, debemos venir en humildad. Reconocemos que somos pobres y mendigos, que venimos sin nada que ofrecerle, excepto nuestro pecado y nuestra necesidad de salvación. Reconocemos nuestra falta de mérito y nuestra completa incapacidad para salvarnos a nosotros mismos. Entonces, cuando Él ofrece la gracia y misericordia de Dios, aceptamos con humildad, gratitud y nos comprometemos en nuestras vidas, para Él y los demás; “Morimos a nosotros mismos”, a fin de que podamos vivir como una nueva creación en Cristo (2 Corintios 5:17). Nunca debemos olvidar que Él ha intercambiado nuestra ineptitud por Su infinito mérito, nuestro pecado por Su justicia, y la vida que ahora vivimos, la vivimos por fe en el Hijo de Dios, que nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros (Gálatas 2:20). Esa es la verdadera humildad; La humildad bíblica no sólo es necesaria para entrar en el reino, también es necesaria para ser grande en el reino (Mateo 20:26-27). Aquí Jesús es nuestro modelo. Así como Él no vino para ser servido, sino para servir, nosotros debemos comprometernos a servir a los demás, considerando sus intereses por encima de los nuestros (Filipenses 2:3). Esta actitud se opone a la ambición, vanidad y las luchas egoístas que vienen con la auto justificación y la defensa propia. Jesús no se avergonzó por humillarse a sí mismo como un siervo (Juan 13:1-16), incluso hasta la muerte en la cruz, en su humildad, fue siempre obediente al Padre, y así el cristiano humilde debería estar dispuesto a dejar de lado todo egoísmo y sujetarse en obediencia a Dios y a Su palabra; la verdadera humildad produce piedad, contentamiento y seguridad; Dios ha prometido dar gracia a los humildes, mientras que a los soberbios los resiste (Proverbios 3:34; 1 Pedro 5:5). Por lo tanto, debemos confesar y dejar a un lado el orgullo; Si nos exaltamos a nosotros mismos, nos colocamos en contra de Dios, quien, en Su gracia y por nuestro propio bien, nos humillara. Pero si nos humillamos, Dios nos da más gracia y nos exalta (Lucas 14:11). Junto con Jesús, Pablo también es nuestro ejemplo de humildad. A pesar de los grandes dones y entendimiento que había recibido, Pablo se vio a sí mismo como “el más pequeño de los apóstoles” y el “primero de los pecadores” (1 Timoteo 1:15; 1 Corintios 15:9). Al igual que Pablo, el verdaderamente humilde se gloriará en la gracia de Dios y en la cruz, no en la arrogancia (Filipenses 3:3-9).
Despojaos del viejo hombre: No amen al mundo ni las cosas en el mundo”, es la súplica urgente de Juan a estos creyentes, ” porque si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él – y todo lo que hay en el mundo – incluyendo el La concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo” antes sean benignos y mansos desde su corazón; Efesios 4.2 dice que “con toda humildad y mansedumbre” debemos soportarnos con paciencia los unos a los otros en amor. Los humildes nunca caen desde muy alto porque no se exaltan a sí mismos. Pero los que se exaltan a sí mismos caen y sufren. Sería bueno notar aquí que hay una diferencia entre la humildad y la humillación: la humillación, por lo general, es nada más que el orgullo herido; Los mansos no se ofenden fácilmente. “Ciertamente la soberbia concebirá contienda” (Proverbios 13.10). Cuando se hiere el orgullo del hombre, él muy pronto lo siente y el resultado es contención. Pero con los mansos es diferente. Como su Salvador, cuando los maldicen, ellos no responden con maldición; cuando son perseguidos, lo sufren todo con mansedumbre; cuando los injurian, lo soportan todo sin responder. Los mansos oran por sus enemigos, amontonando así “ascuas de fuego” sobre sus cabezas según Romanos 12.18–20. Eso sí es humildad para la Honra y Gloria de Dios, al tiempo que por ningún lado se deja ver o entrever, que la Humildad, tenga algo que ver con la pobreza, como el mundo suele confundir su significado; sean pues HUMILDES desde el CORAZÓN, como lo fue Jacob, David, Jesús, Pablo y verán la GLORIA DE DIOS:
JOSÉ CÁNDIDO VILORIA
DULCE SERA MI MEDITACIÓN, ME REGOCIJARE EN JEHOVÁ.




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