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Lo que los medios no saben: Coronavirus, Bolsas y Petróleo

Bancamiga

No es posible predecir lo que va a pasar en un escenario donde se dan cosas inéditas. Seamos claros, antes que nada, en declarar que el mundo está viviendo un primer desafío auténtico al paradigma de integración global. No obstante, es posible interrelacionar fenómenos entendiendo la racionalidad detrás del caos aparente:

Coronavirus:

  • Las reacciones de los gobiernos: El Coronavirus es altamente contagioso y peligroso para gente de 60 años en adelante. Poblaciones envejecidas (Europa como claro ejemplo) sí son vulnerables a un contagio exponencial que podría costar miles de vidas. Para un gobierno, la alternativa de sobrestimar la pandemia por salvar vidas es menos costosa socialmente que subestimarla. Los pueblos en cualquier país perdonan un mal año económico, pero no una tragedia de muerte masiva de sus connacionales por negligencia.
  • Infraestructura en hospitales y medicinas: No hay país que tenga camas suficientes para recibir enfermos de Coronavirus. La recuperación toma varios días y requiere aislamiento. En este sentido, el desborde de enfermos por las calles se vuelve un panorama macabro impensable. La cuarentena global no es un tema de pánico irracional, sino a una previsión consciente sobre la infraestructura hospitalaria insuficiente de los países.

Mercados de Valores y Tipo de Cambio:

  • Búsqueda de refugio de conservación patrimonial: Estados Unidos sigue siendo el líder indiscutible de los mercados de capitales internacionales en relación a certidumbre jurídica y financiera. La gente, ante la indecisión, busca invertir en dólares porque sabe que su dinero estará seguro, aún si el rendimiento financiero es nulo. Las inversiones en países emergentes, metales preciosos y hasta criptomonedas en esta ocasión fueron percibidas como “riesgosas”, y cayeron estrepitosamente junto con el mercado. Este fenómeno puede mitigarse mas no frenarse con políticas internas. La salida de capitales es implacable y ocasiona devaluaciones en monedas emergentes.
  • Volatilidad: La especulación genera oportunidades. Cuando la volatilidad es alta, se dan movimientos bursátiles bruscos que permiten generar grandes ganancias si uno juega “a favor” o “en contra” del mercado. Los grandes capitales y analistas experimentados generarán operaciones que mueven el mercado con una lógica de negocio, no necesariamente de miedo. De igual manera, la caída de las acciones ofrece una alternativa de “compra barata” de compañías, situación que, por ejemplo, China ha aprovechado para recomprar participación accionaria de sus principales empresas productivas de manos de accionistas Americanos y Europeos.

Petróleo:

  • Pelea por “Market Share”: El petróleo ha bajado su precio de cotización bajo la lógica de un menor consumo mundial de energía, resultado de una contracción significativa en la economía de muchos países. En este escenario, Rusia y Arabia Saudita han actuado de forma aparentemente contraintuitiva al aumentar su producción, situación que crea más oferta que demanda de barriles de petróleo y castiga su precio aún más. Con un barril cotizando por debajo de los $40USD, muchas compañías americanas altamente apalancadas no podrán costear su producción ni pagar sus deudas. Con ello, Rusia y Arabia Saudita esperan quitarles mercado iniciando una guerra de precios (aprovechando su condición de gobiernos autoritarios que se permiten operar en pérdida). Buscan hegemonía regional y aumentar su esfera de influencia presionando financieramente a sus competidores occidentales.

Recomendaciones al individuo:

  • Apalancamiento financiero: Si el consumo general cae, las ventas se reducen y los pagos de las cadenas se tomarán más plazo. Una compañía muy endeudada, sin embargo, tiene que seguir pagando intereses aunque no genere los mismos ingresos. Por lo tanto, una compañía sobreapalancada debe considerar seriamente hacer inversiones de capital, y permanecer “líquida” con miras oportunidades de compa e inversión que pudieran ser interesantes.

“Cada generación, sin duda, se cree destinada a rehacer el mundo. La mía sabe, sin embargo, que no lo rehará. Pero su tarea acaso sea más grande. Consiste en impedir que el mundo se detenga” – Albert Camus, La Peste (1947)

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