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Morir en la selva Por Soc. Ender Arenas Barrios

Esta semana los medios han registrado la muerte de cuatro venezolanos, entre estas se cuenta la muerte de una niña de tres años.

Que obliga a los venezolanos emprender una travesía de selva de 575.000 hectáreas de extensión entre Colombia y Panamá, donde se enfrentan a temperaturas y humedad altísimas tan peligrosas mortalmente como los ríos con fuertes corrientes, serpientes, jaguares, mosquitos, bandas armadas y delincuentes.

Varias parecen las respuestas de un venezolano para hacer semejante tránsito con un porcentaje altísimo de que no lo logre: huir del país. 

Y por qué, los venezolanos que en 1998 decían que Venezuela no era Cuba, hoy hacen exactamente los mismo que los cubanos que se lanzan al mar y son devorados por los tiburones o ahogados, solo que los venezolanos se lanzan atravesar una selva conocida como “el infierno”.

Es un buena pregunta que no tiene nada de ociosa, por que el régimen en su propaganda amplificada por todo tipo de personajes señala que el  país se ha recuperado y que hoy es una verdadera fiesta.

Esta leyenda es acompañada por sesudos análisis de los economistas, incluso mucho de ellos que dicen ser opositores y que sustentan sus análisis con la muletilla de “en realidad no se puede ocultar que el país ha mejorado”, pero, que contrasta con los miles que deciden huir del país, huida del país que ha crecido y crece todos los días, no para realizar un placentero viaje lleno de dólares como afirma el gobierno de la masiva inmigración que deja al país sin el 30 % de su población, sino para arriesgar su vida y dejarla sumergida en un río o n el caso de la mujeres ser violada por un ejército de delincuentes.

Como medir las mejoras del país si de cada 10 personas que atraviesan el llamado “Tapón del Darién” 8 son venezolanos. Este, obviamente es un numero frío, pero, detrás de él, siempre, hay una historia no siempre contada y solo llegamos a conocerla cuando el o los que atraviesan una selva que es un verdadero infierno, muere, entonces todos conocemos hasta las intimidades de las víctimas.

Y llegamos a enterarnos que Rosemary Gonzales de 45 años salió del Zulia con su esposo y tres hijos y perdió a su familia en uno de los ríos que atraviesan el Darién, que ellos solo ganaban mensual 40 dólares y que el hambre era el visitante normal que se sentaba en la mesa de su comedor. No les narro lo que vivó esa señora en medio del río y como vio desaparecer en el cauce del mismo a su esposo y a su niño menor.

Todas son historias que nos conmueven. Esta la de la señora y su hija que se ahogan y los coyotes, llaman al marido de esta y exigen 1000 dólares para que el marido y padre las vea, las vea muertas, como una especie de fe de vida, al revés.

Entonces, de qué vainas esta mejorando el país. Acaso los bodegones o los recientes espectáculos de artistas en caros conciertos constituyen indicadores que ahora hace decir a algunos que los venezolanos están felices alcanzado al fin el paraíso ofrecido por Chávez hace más de veinte años.

Me temo que la familia de los alacranes se ha diversificado, ha mutado y, como el Covid, ha contagiado a los que no hace mucho gritaban “Maduro, vete al carajo”

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