Mi hijo, bastante chamo para el momento, me comentó “se dice que una manzana podrida puede dañar a una caja, pero no que una manzana buena pueda sanar a las dañadas”. Muy cierto. El socialismo tal vez se haya pensado como una buena manzana pero el decantar de su ejercicio, con vagos como prosélitos (¡todos!) hizo que se dañara una primera fruta y la comunicación entre unos y otros, más por chuleo que por doctrina, fue pudriendo a las demás. Alguno alega que los hay libres de contaminación como Finlandia, pero esa comparación es absolutamente inválida. Finlandia y todos los países que se ondean como socialistas y tienen éxito (incluso China) no lo son en el sentido de la practicidad conocida. Son Estados que trabajan a base de Capital. Que multiplican el Capital. Que hacen rendir sus reservas de Capital. Que convierten el trabajo en Capital. Que respiran Capital. Y con el beneficio de todo ello ofrecen Medicina Social, Educación Social y Bienestar Social, que no es otra cosa que reintegrar a la gente el Capital que le fue succionado, a solicitud del ciudadano, para garantizarse su vida y su vejez entre muchas otras bondades. Eso no sucede en ningún país “socialista-tipo” del planeta (¡ni uno solo!) y por ello debemos combatir esa bacteria corrosiva desde todas las tribunas posibles.
(José Ángel Borrego, 0414-8187722)
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