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Opinión: El variado, colosal y macabro negocio del aborto (más allá de las vacunas con bebés hechos picadillo) Por Luys Coleto

La utilización de células humanas primaria procedentes de abortos en las vacunas es una práctica común desde hace décadas por parte de FARMAFIA. Las vacunas, con células cultivadas a partir de fetos, llevan décadas utilizándose. Obviamente, Cañizares no ha descubierto el Mediterráneo. Hacer papilla a un bebé, suculentos beneficios.

Genocida control poblacional e inmenso negocio

Otra vez lo de siempre. Genocida control poblacional e inmenso negocio. No solo vacunas. Su “sólido” y recurrente argumento: el bebé en estado embrionario o fetal no es un humano sino «un tejido» o, peor aún, “un tumor” —por eso hay que eliminarlo—, por lo cual, no existen razón o impedimento alguno para respetarlo. Por ende, negociete. Además de vacunas, clínicas y chiriguitos a tutiplén, fetos pulverizados para asfaltar nuestras calles, cosméticos y, triple mortal, alimentos. Veamos.

Asfaltado

En Alemania, entre 1981 y 1997, la empresa KEG produjo 136 toneladas de “granulado orgánico no tóxico” que confeccionaba con los cuerpos de los bebés abortados que obtenía en clínicas abortistas y hospitales. Dicho “granulado” lo vendía en Berlín a la Oficina de Limpieza Urbana, la cual lo empleó para pavimentar las calles. Los bebés, además de triturados, eran literalmente pisoteados.

La sórdida industria cosmética

A comienzos de 1985, en Austria, la revista Ikarus denunció y demostró con evidencia que, violándose las leyes sanitarias del país, los embriones y fetos abortados estaban siendo vendidos como materia prima para la industria cosmética de ese país. Mutatis mutandis.

En China han ido surgiendo plurales empresas que anuncian cremas cosméticas de potente capacidad reparadora, elaboradas con desechos de las clínicas abortivas.

En Estados Unidos se denunció a la compañía Neocutis Inc. por poner en sus productos anti-envejecimiento proteínas extraídas de células de la piel de fetos abortados. Esta “línea celular” se halla presente en su Crema para Piel Bio-ReparadoraHidrogel Restaurador Bio-GelCrema para el Contorno de los Ojos Lumiere, y Bio-Suero Restaurador con PSP Spot Tratamiento Intensivo. La empresa reconoció que es verdad. Su presi, Mark J. Lemko, declaró: “Sentimos que estamos en completo acuerdo con las leyes de Dios”. Coherencia se llama. ¿Utilizar el nombre de Dios en vano?

El mexicano Carlos Trillas, director editorial de Grupo Editorial Trillas, denunció en su día que la empresa cosmética Clinique “utiliza partes de embriones para elaborar sus productos en Francia y en México“. La despenalización del aborto en el Distrito Federal habría facilitado a Clinique la obtención de “materia prima.

La ley (y los togados) siempre de su parte, como atestiguan los cientos de sentencias en el asunto vacunero que solo ven “casualidad” – jamás palmaria causalidad- en los casos entre vacunación y jodienda de la salud (o muerte). Impunidad total para fabricantes, médicos o enfermeros. O para las distintas industrias. Jueces comprados. Al menos, alquilados.

La aún más sórdida industria alimentaria

Lo más sorprendente de todo es que ya hasta la industria alimenticia hace uso de los fetos. Senomyx comercializa lo que llama “receptores humanos aislados del sabor”, y que no es otra cosa que partes de bebés abortados, usadas como potenciadores de sabor. Entre los clientes de Senomyx hay empresas bien conocidas en México y en el mundo que, bajo la etiqueta de “saborizante artificial” estarían, en principio, agregando fetos humanos a chocolates, helados, bebidas de té negro, café, mayonesa y aderezos de ensalada.

Cierta empresa de colas -esas pringosas zarzaparrillas- probablemente decidió comprar el “sabor artificial” de Senomyx para su nueva versión, generando en Usa batahola, locura y aquelarre, por lo que el gobierno de Barack Obama intercedió a través de la Security and Exchange Commission, la cual finalmente aprobó en 2012 esa abracadabrante “operación comercial” de Pepsi.

Aborto, anticonceptivos y lobbies genocidas.

Como en la mafia, conocemos los intríngulis de ciertas industrias por sus arrepentidos. Algún contrito recordó el proceder de Margaret Sanger. Papisa, a la sazón, del feminismo yanqui que pasó a la historia por luchar denodadamente por la legalización del aborto en Estados Unidos. Defendiéndolo, sobre todo, para cristalizar el total control de la natalidad, específicamente el de los negros americanos. Exterminio racial, se llama. Pues, por otras razones, respóndanse. ¿Siguen naciendo niños con síndrome de Down? No parece. ¿O muchas mujeres abortan al saber fehacientemente, gracias al diagnóstico prenatal, que su hijo nacerá varón? Indaguen.

Surgen preguntas. ¿Acnur – ahora el rollo inmigratorio, tan relacionado con las los (inducidos) suicidios demográficos occidentales y sus reemplazos étnicos- reparte condones en lugar de comida a gente necesitada? ¿Unicef trabaja con entidades abortistas? ¿Qué entienden la Onu, el Banco Mundial y la Organización Mafiosa de la Salud (y los gobiernos títeres que les secundan) como “acciones preventivas en salud sexual y reproductiva”? ¿Van anudando los cabos sueltos?

Otra vez la burra al trigo. Siempre lo mismo: muchísima pasta detrás, eugenesia y control (y eliminación) de poblaciones, por razones de sexo, etnia, raza y/o preferencias eróticas. ¿E ideología? A la carta, pues. Mentalidades genocidas, sin más. En fin.

Luys Coleto

CaigaQuienCaiga.net no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo

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