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Opinión: “La falta de Preparación Política y de Experiencia Existencial del Liderazgo Opositor” Por Coromoto Díaz

Inicia la Semana Santa en un mundo CONVULSIONADO por la pandemia del COVID-19.
Y en el actual escenario político venezolano con gobierno, oposición y resto de partidos como actores, nos invita a una reflexión sobre el liderazgo que no está a la altura de las circunstancias ni del puesto. Tanto en el mundo de las organizaciones como en el de la política podríamos denominarlo liderazgo mediocre.  Errores ajenos más que capacidades logros propios. Además de por sus propios méritos, el líder del Gobierno y el de la Oposición alcanzaron el puesto número Uno por sus incompetencias ajenas y designaciones a dedo. Ambos hacen verdadera esa frase irónica de que en política, un liderazgo mediocre brota por designación unilateral o por vacío de poder y ausencia de mejores opciones.

En la oposición, surgen políticas a niveles medios cuando el capitán de la nave vacila. Parte de la tripulación se amotina y los peones se transforman en caballos, alfiles y reinas. Hoy la oposición necesitan generar credibilidad, esperanza, confianza y resultados, que no se logran sólo con palabras. En vez de manejar y gestionar los eventos, parecen ser éstos los que les manejan a ellos.
Las Posturas ambiguas y frases convencionales ante situaciones que exigen respuestas claras y concretas. Está relacionado con lo anterior. Ante sus dilemas o conflictos entre pensamiento y acción, entre toma de decisiones, aceptación y puesta en marcha de las mismas, el líder incapaz no puede evitar transmitir mensajes de ambigüedad y ambivalencia al intentar llevar adelante su cometido.  El líder que no está a la altura tiende a abordar muchos proyectos y/o abrir muchos frentes de ataque. En nuestro escenario político, el síndrome brilla con propio esplendor. El líder salta  de un objetivo o proyecto a otro, sin acabar de rematar ninguno. Salta de un aparente estilo participativo a uno autoritario y viceversa, sin mostrar un patrón de comportamiento consistente, generando así inseguridad y falta de confianza.

Una cosa son los partidos de la democracia y otra la democracia de los partidos. Las idas y venidas entre liderazgo participativo y autoritario generan un tercer estilo difuminado entre “duro”, “blando” y “light.”

Improvisaciones o gestión reactiva de la crisis, se manifiesta en decisiones deficientes (precipitadas, demoradas o tardías). La falta de proactividad, de estrategia templada y hasta de criterio, da lugar, en un extremo, a improvisaciones “creativas” y, en el otro, a la parálisis por el análisis.

Gestión mediocre del talento. El líder mediocre se rodea de profesionales mediocres, generando bolsas de mediocridad. Práctica un darwinismo selectivo que elimina o no invita a marchar a los mejores, pues constituyen potenciales amenazas.

A pesar de todo, hay vida y esperanza detrás del liderazgo mediocre, porque el tiempo se encarga y el hastío de sus seguidores, lo desplaza y acaba siendo sustituido por un líder competente, capaz de llevar la empresa a buen puerto y resultados.

Hay algunas cosas en las que los humanos apenas cambiamos. El paso de mediocre a competente es raro, si no imposible. En la vida, en las organizaciones y en la política se suele cumplir un principio básico: el pasado es un predictor del futuro.

Coromoto Díaz

Quito-Ecuador

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