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Opinión: Las patas cortas de la Misión Vivienda, Por Rafael Uzcátegui

ONU-Hábitat entrega, cada tanto, un reconocimiento para alentar y reconocer a los países, gobiernos y organizaciones que realizan importantes contribuciones al desarrollo del derecho a la vivienda. En los correspondientes al año 2020 han vuelto a no considerar como merecedor del premio a las políticas habitacionales del gobierno venezolano.

El 29.05.19 el diario oficialista Correo del Orinoco afirmaba que durante la Asamblea de ONU Hábitat, realizada en Kenia del 27 al 31 de mayo de ese año, el organismo “reconoció a Venezuela como país líder en el derecho a la vivienda”. La fuente de la información era un mensaje de la cuenta twitter @IMVillaroel, perteneciente al ministro de Vivienda y Hábitat, que aseguraba: “La ONU Hábitat reconoce a #Venezuela como país líder en derecho a la vivienda. La #GMVV avanza para garantizarle a cada venezolano un hogar digno”.  En aquellos días la web oficial de ONU-Hábitat no publicaba ninguna información sobre Venezuela. Casi un año antes, el 27.11.18 se publicó una aseveración similar. En esa fecha el viceministro venezolano de Relaciones Exteriores para Africa, Yuri Pimentel, tuvo una reunión con la Directora Ejecutiva de ONU-Habitat, Maimunah Mohd Sharif. Los avatares de la reunión fueron divulgados por Pimentel, quien aseguró que la funcionaria “Resaltó la labor de la GMVV y la catalogó como un modelo de construcción social que sirve de ejemplo para los pueblos de Latinoamérica y el Caribe”. El Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Urbanos, por su parte, no divulgó ninguna información sobre el encuentro.

¿Realmente ONU-Hábitat reconoce a la Misión Vivienda Venezuela como un “modelo de construcción social”? Si fuera realmente así, debiera visibilizar este “ejemplo para los pueblos” en su Premio “Pergamino de Honor”. Desde su creación en 1989 este galardón saluda las iniciativas que han realizado contribuciones en los asentamientos humanos, la provisión de viviendas y la mejora de la calidad de la vida urbana. 

El premio, una placa grabada con el nombre del ganador, se entrega  el primer lunes de octubre, cuando se celebra el Día Mundial del Hábitat. En materia de vivienda se ha convertido en el aval más prestigioso del mundo. Recientemente se anunciaron los galardonados del año 2020: La ONG de Uganda Upcycle Africa; el Consejo Municipal de Subang Jaya, Malasia; la Community Impact Nepal, Katmandú, en Nepal; el Programa Ecocasa en México y, finalmente, el Ministerio de Vivienda y Ciudades, en Colombia.

En 2018 los premiados fueron China, Cuba, Indonesia, Kenia y Estados Unidos. En 2013 provenían de Brasil, China, Etiopía, Corea y Reino Unido. Para 2012 fueron de Brasil, Camerún, China, Nigeria y Zimbabue. En 2011: Australia, Cuba, Malasia, Namibia, Rusia y Estados Unidos. Los de 2010 correspondieron a Austria, China, Colombia, Marruecos, Singapur. En las ediciones de 2009, 2008, 2007, 2006, 2005 y 2004, tampoco aparece ninguna iniciativa de Miraflores. Sin embargo, el Pergamino de Honor sí ha sido otorgado e venezolanos. En el año 2003 fue entregado a la arquitecta Teolinda Bolívar por su trabajo de rehabilitación de barrios, mientras que en el año 1991 al arquitecto Leandro Quintana Uranga.

La propia Teolinda Bolívar, junto a Josefina Baldó, fue parte del grupo de profesionales y expertos en materia habitacional que se acercaron al primer gobierno de Hugo Chávez para asesorarlo en políticas públicas en vivienda, con una visión integral. El entusiasmo de los primeros años dio paso a la decepción. Hoy, bajo el nombre de Gran Misión Vivienda Venezuela, lo que existe es un esfuerzo reducido a la cantidad de casas remodeladas y construidas, que difunde resultados irreales que tienen poco que ver con la realidad. Los grandes afectados son las miles de familias sin techo propio ni digno, en un contexto de grave crisis de prestación de servicios básicos. Los cortes recurrentes de los servicios de agua, luz, gas doméstico y telefonía han ocasionado que las viviendas en Venezuela sean inseguras para mantener la Cuarentena y el distanciamiento social por el Covid-19.

La mentira siempre tendrá patas cortas. Es insostenible sugerir que, en medio de la Emergencia Humanitaria Compleja, se construyen medio millón de casas al año en el país. Una política de vivienda responsable debe incorporar el hábitat, la rehabilitación de suelos, la mejora en la prestación de servicios y la rendición transparente de cuentas, para que realmente disminuya el déficit habitacional. Lo contrario es insistir, como se ha hecho hasta ahora, en logros imaginarios y reconocimientos inexistentes.

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