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Opinión: Nicmer Evans, libre aún estando entre cadenas, Por Ignacio Laya

Caracas, 15 de julio de 2020


Militó de manera entusiasta en el Movimiento Democracia e Inclusión (MDI) por la oportunidad que me brinda este partido emergente que nació de la necesidad de materializar el sueño de una mayoría que desea vivir en una democracia digna y que cobije a todos los venezolanos.

El padre de esta iniciativa política es Nicmer Evans quien, junto a nosotros, ha definido el Objetivo Central del MDI en construir un punto de encuentro con las fuerzas democráticas y productivas del país con el propósito de encontrar el equilibrio que reclama con urgencia este Barco a la Deriva que se llama Venezuela.

No es una tarea fácil pero tampoco imposible porque la inquietud la nutre el colocar el oído, la mirada y el corazón en los quebrantos de identidad que padece la nación venezolana y donde todos tenemos una cuota de responsabilidad. El estudio de esa y otras variables sociales, económicas y culturales nos permite extraer elementos que nos permitan establecer alianzas estratégicas por encima de lo electoral para que un Plan de Desarrollo y Gobernabilidad le devuelva la salud al país que tanto nos duele y que se está cayendo a pedazos.

Pudiéramos decir con orgullo que hemos avanzado en esa ruta de la Inclusión superando los obstáculos de la intolerancia de algunos sectores de la oposición que no comparten nuestra visión y el contenido de quienes animamos el debate político inspirados más en las luces propias que de las sombras y los errores tan comunes a todos los seres humanos.

Cansado de llevar coñazos de un lado y de otro, es decir, del chavismo y de la oposición, me tropecé con Nicmer Evans de visita en La Cámara de Comercio de La Guaira y me hizo desistir de la retirada de la polémica pública que tanto me apasiona y decidí acompañarlo en ese empeño de hacer uso de la Inclusión que tanto pregono en sus primeros discursos Hugo Chávez Frías y que luego se transformó en una polarización inútil, en revanchismo y encono. Confieso que me da igual que me tilden de Patriota o Realista, de Leal o Traidor que son palabras huecas, que están tan enfermas.

Que hoy Nicmer Evans está recluido en el calabozo que le asignó Pedro Carvajalino, prócer chavista que dos días antes en su Programa «Zurda Konducta» lo amenazó por el simple hecho de ejercer el derecho de emitir sus opiniones de manera libre e inteligente. Le perturba el que Nicmer se proyecte como uno de los editores de medios digitalizados de prestigio en el ámbito nacional e internacional. A Venezuela le sorprende ese delito que le inventaron de Instigación al Odio cuando sus inquietudes sociales y humanas están asociadas al amor que siente por ese pueblo que sufre los rigores de la ineficacia y la corrupción que nos coloca en el umbral de la pobreza extrema.

Apesta la forma como secuestraron a su familia pero nos anima su valentía y altivez al entregarse y dar la cara como prueba de su inocencia y de estar decidido a estar libre aún estando entre cadenas.

Simón Bolívar en el tiempo de su mejor lucidez decía: «…no conviene que la opinión y la fuerza estén en las mismas manos, y que toda la fuerza esté concentrada en el gobierno» Ojalá sean Bolivarianos de verdad para que la democracia y la inclusión haga flamear nuestra bandera unitaria, la más alejada del odio que se ha enseñoreado en nuestro país, la tarea más humana que nos toca a todos emprender para recuperarlo de las llamas del infierno.

Por favor Liberen a Nicmer Evans.

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