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Opinión por Juan Pablo Guanipa @JuanPGuanipa: El camino que Maduro escogió

La vida nos permite elegir qué queremos hacer con ella. Sin duda, somos también producto de nuestras circunstancias, pero ejemplos de vidas distintas en circunstancias similares hay miles. Así que al final, a cada uno de nosotros nos toca tomar nuestras decisiones. Maduro tomó la suya. Decidió pasar a la historia como un dictador criminal. Ya tenía su pasado vinculado al delito. Ya había decidido ser cómplice del peor de los gobernantes que ha tenido nuestro país, después de él. Decidió violar la Constitución y la ley para hacerse de la presidencia de la república en medio del ventajismo y de la corrupción electoral. Luego, se mantuvo en el poder acudiendo al expediente de la usurpación, cuando fingió un proceso electoral con el único objetivo de seguir allí sin apoyo, sin votos.

De sus actos políticos, dictatoriales, delincuenciales, crimínales, podemos escribir decenas de cuartillas. Los venezolanos los conocemos, pero jamás debemos olvidarlos. Pero en la actualidad estos actos se profundizan con el tratamiento que la usurpación le ha dado al COVID-19. Es obvio que ante la profunda e inexplicable catástrofe de nuestro sistema sanitario, el único camino es el aislamiento para evitar el contagio. Pero es absurdo –en cualquier razonamiento democrático, solidario, libre– que se escoja la mentira –que se traduce en la tergiversación de los hechos y en el ocultamiento de la verdad–, la persecución, la represión, el irrespeto al ciudadano, la politización, como herramienta de acción ante el avance del virus.

Si es lógico exigir el aislamiento, es ilógico no ofrecer alternativas reales a millones de venezolanos que viven del día a día y que, de no poder salir de su casa, es imposible que puedan resolver el problema de alimentación de su familia. Es inaceptable que se juegue con las cifras de personas contagiadas por la enfermedad, para tratar de mostrar resultados irreales, aunque se sepa que las víctimas crecen de manera acelerada. Es condenable que se diga que tenemos todo listo en materia de medicamentos, camas de hospital, unidades y camas de cuidados intensivos, etc., cuando todos sabemos que la destrucción de nuestro sistema de salud se ha intensificado de manera perversa. Queda en evidencia la dictadura cuando escuda su ineptitud y corrupción en las sanciones y anuncia al país que desde dictaduras aliadas viene todo lo necesario para enfrentar la pandemia.

Es inaceptable que se aproveche esta contingencia para perseguir opositores y tratar de minar el entorno del Presidente (e) Guaidó a quien descalifican pero a la vez le dan la importancia que dicen no tiene. Es inconcebible el trato que le dan al ciudadano común, al que se ve obligado a salir a buscar el pan de la familia, al que se ve forzado a salir a buscar algunos litros de gasolina. Por un lado son irrespetados por algunos representantes de cuerpos de seguridad quienes prefieren la agresión antes que las palabras, y por otro lado son sometidos a impresionantes humillaciones basadas en el trato preferencial que muchos de esos integrantes de organismos de seguridad se dan, asumiendo como justos sus privilegios.

Mención aparte merecen los médicos, enfermeros y, en general, todos los trabajadores del sector salud. Para ellos no hay herramientas para cubrirse y evitar el contagio. Para ellos no hay trato preferente –lo cual nunca sería un privilegio–. Quienes han permitido que decenas de miles de médicos se vayan del país porque aquí no tienen oportunidades, hoy se jactan de traer a ciento y tantos médicos de Cuba a quienes ponderan y pagan bien –pago que realmente recibe aquella dictadura– mientras a los patrios los tiene sometidos a calamidades inadmisibles. Es inhumano que tengan a centenares de presos políticos –todos inocentes– sometidos a estar en sitios de gran riesgo, cuando en sus casas es donde deberían estar. Mientras tanto, somos los ciudadanos quienes debemos seguir cuidándonos. No hay de otra en esta Venezuela de hoy.

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