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Opinión: Por qué el querer ser perfectos puede ser contrario a la libertad Por Jose Jauregui

Cuántos de nosotros no hemos pensado o deseado ser perfectos, cuánto no desearíamos poder predecir el futuro por múltiples razones, ya sean altruistas o materialistas. Pero, ¿Se han imaginado cómo sería un mundo donde todos fuésemos perfectos y tuviésemos esa capacidad de predecir? ¡Imagínatelo! Le diré cómo sería ese mundo.


Sería un mundo parecido a la gelatina sin sabor, el mundo en este estado sería como esos modelos económicos de mercados perfectos, donde cada acción tendría el resultado esperado, donde no podría salir nada mal, donde la creatividad, la imaginación no existiría. Significa que viviríamos en un eterno “equilibrio”, sus días serian repetitivos, no habría nada nuevo que descubrir, nada por qué alegrarse o entristecerse, dado que tendríamos todo el conocimiento de nuestras acciones y las de los demás.

Sería la peor clase de vida que un ser humano podría desear.


Nuestra naturaleza

Pero para nuestra suerte, no somos perfectos, ni poseemos la capacidad de predecir el futuro, ni tener todo el conocimiento del mundo; es esta condición lo que hace de la vida gloriosa y emocionante.

El ser humano es por naturaleza un ser imperfecto y por ende desigual. Tiene de forma innata la condición de un ser que actúa, que se mueve, que mediante prueba y error avanza. Ya sean en la prehistoria, edad Media y hoy en día, dentro de todo ser humano existe esta condición y es la que nos motiva a mejorar cada día, a crear, a mejorar, a tomar constantemente decisiones, para encontrar la que nos permita una mejor satisfacción, aumentando así nuestra felicidad, nuestra condiciones de vida

La imperfección es aquella que nos permite actuar, usar una serie de recursos que están a nuestro alrededor con los que nos ayudaremos, para esperar un resultado a futuro y así poder saber si nuestras decisiones pasadas fueron buenas o malas, donde celebraremos el éxito o el fracaso.

El mundo como lo conocemos

Ser imperfectos nos ha llevado al mundo en donde vivimos hoy, los éxitos y fracasos de miles de individuos actuando por décadas han dado como resultado nuestros actuales niveles de vida. Esta condición humana nos obliga a razonar, a actuar proyectando hacia el futuro que queremos para nosotros, para quienes amamos y quienes valoramos. Esto nos lleva continuamente a actuar, a lo que llamó Mises “la acción Humana” para lograr esos fines, ya sean materiales (comprar una casa, obtener un ascenso, o comprar el computador que deseamos) o altruistas (ayudar a un familiar a pasar una enfermedad, donar para mejorar la condiciones de escuelas, generar un sistema que mejore el agua)

Para ello, debemos constantemente tomar cuenta variables como: costos, beneficios, medios y por último el fin que deseamos alcanzar, nuestra meta, nuestro fin egoísta -entiéndase egoísmo racional, como aquel que busca mejorar sus condiciones de vida sin afectar o perjudicar a terceros.

Es por ello que, como seres imperfectos, requerimos de un ambiente de libertad, dado que solo nosotros conocemos nuestros gustos y preferencias, aquello que valoramos -sea más o menos y aquello que anhelamos. Es debido a esta condición que cada individuo tiene un conocimiento muy pequeño del mundo que le rodea, que no poseemos un conocimiento general de lo que piensan ni desean nuestros vecinos, ni mucho menos quienes viven en nuestra misma región.

Bajo esta libertad, podemos aspirar a lograr nuestros fines altruistas o materiales, y en el camino ir interactuando con más personas con esos mismos fines, así no tengamos conocimiento de quienes son o cuales son sus preferencias, solo nos une un fin en común. Es dentro de esta acción donde el el ser individual decide formar parte de un grupo o sociedad, que solo unidos por fines iguales trabajan hacia un mismo objetivo, pero en todo lo demás siguen siendo completamente desiguales y únicos.


Como seres imperfectos, requerimos de un ambiente de libertad, dado que solo nosotros conocemos nuestros gustos y preferencias, aquello que valoramos -sea más o menos y aquello que anhelamos.

José Jauregui


El sistema ideal

Nuestra condición natural de ser imperfectos, solo puede alinearse bajo un gobierno o Estado regido bajo un sistema que permita esta libertad, donde predomine la paz y el comercio, el respeto hacia la propiedad y hacia los demás individuos, donde cualquier problema que exista entre dos partes sea resuelto bajo las leyes en igualdad de trato para todos, donde exista una fuerza que sea capaz de defender a sus ciudadanos de sus posibles enemigos, sean internos o externos.

El capitalismo es el único sistema actualmente que puede y ha demostrado mantener estos principios de Libertad, Propiedad y Vida, donde el ser imperfecto puede continuamente cambiar sus acciones, medios, costos y fines para mejorar sus condiciones de vida, sin afectar o coartar las libertades de los demás. Es este sistema el que permite a cada uno satisfacer sus gustos y preferencia de la mejor manera, constantemente relacionando beneficios y costos, desarrollando una escala de preferencias, buscando satisfacerlas, intercambiando cosas que valoran menos por otras que valoran más, interactuando y ampliando su visión y conocimiento, constantemente.

El ser imperfecto es un ser que nunca permanece inmóvil, en equilibrio, dado que mantenerse en ese estado, significa ser -como anteriormente dijimos- un ser sin sabor, un ser que podríamos llamar “vacío” o “muerto”.


El capitalismo es el único sistema actualmente que puede y ha demostrado mantener estos principios de Libertad, Propiedad y Vida, donde el ser imperfecto puede continuamente cambiar sus acciones, medios, costos y fines para mejorar sus condiciones de vida, sin afectar o coartar las libertades de los demás.

José Jauregui


Los tiranos y su sistema del mal

Desde siempre, han existido personas que por múltiples razones -como el no entender la naturaleza del ser humano y no han aceptado su imperfección- han tomado por su cuenta el papel de “los mejores, los más sabios y capacitados”. Personas que se creen omnipotentes, con un poder único igualado a la de cualquier Dios. Se han tomado la potestad de querer destruir ese sistema de libertad, para implementar uno donde sean ellos los quienes decidan por todos los individuos “lo que es bueno malo para cada uno y para la convivencia como sociedad”, creyendo poseer una capacidad única que ni la mejor de las máquinas actuales puede tener: “el conocimiento de todos y cada uno de los gustos, sueños, metas de cada persona en el mundo”.

Este sistema llamado colectivista o socializador, solo ha demostrado en el tiempo que solo ha empeorado las relaciones de convivencia y de mutuo acuerdo entre cada individuo, han mermado nuestra libertad y han afectado nuestra tomas decisiones, nuestras preferencias y nuestras valoraciones hacia lo que deseamos más o menos y -por último- han afectando lo más importante: nuestra libertad y la búsqueda de nuestra felicidad.

Estos sistemas terminan -como ya hemos visto en múltiples ejemplos reales- resultando ser antinaturales, antihumanos, donde lo que predomina no es la libertad sino la fuerza y la esclavitud, donde la creatividad o la diferencia no existe, donde usted no puede saborear sus éxitos ni aprender de sus fracasos. Todo esto debido a que unos individuos se toman “en nombre de todos” el atributo de  “seres perfecto” y que pueden saber mejor que usted mismo, lo que es bueno o malo para su vida, cuáles son sus gusto, anhelos y sueños. Es el sistema donde uno termina siendo solo un medio para los fines de otros y no un fin en sí mismo, convirtiéndonos en un objeto más para el sacrificio común.


El cambio es ahora

Para cambiar esto debemos no solo volver a un sistema capitalista, donde las libertades individuales predominen. Debemos volver a ese tiempo donde sabíamos que el ser humano es un ser imperfecto, que requiere de libertad para actuar y ser responsables de sus actos, para lograr aquello que más desean, para proporcionar de la mejor manera aquellos fines que den como resultado una mejora para él y para todos los que valora.

Jose Jauregui

Jose JaureguiVenezolano, estudiante de Economía, creyente del liberalismo, las ideas de libertad y la Economía Austriaca. Soy responsable de mis acciones e ideas.

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