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Opinión: Universidad y comunismo Por Marlon Jiménez García

Vamos a tratar sobre la crisis institucional de las Universidades Autónomas y de las otras que dependen directamente del Poder Ejecutivo Nacional; todas en su conjunto, sufren desenfrenadamente la acción de un régimen decadente que considera a las universidades autónomas como enemigas, por su consideración constitucional en el art.109 de autonomía plena en su ejercicio funcional académico y administrativo. La Universidad del Zulia (L.U.Z) una de ellas, la cual conocemos en profundidad es una prueba fehaciente del abandono integral en la cual el régimen la ha sometido en los últimos 15 años, por lo menos. La diacronía autonómica de la historia de la universidad en el mundo, siempre ha sido preponderante en la búsqueda incesante de su desarrollo institucional; manteniendo su figura siempre invariable, aun en los tiempos de dificultades inexpugnables en el ámbito político, económico y social como por ejemplo la 1ra y la 2da guerra mundial. La autonomía de acción de las universidades, por supuesto, ha recibido y permitido cambios estructurales, pero todos han estado enmarcados en su fortalecimiento académico y funcional de todas sus esferas institucionales. La búsqueda del perfeccionamiento de la relación docente – estudiante y el entorno que la sustenta, inequívocamente, integra las raíces de la filosofía de ser de las universidades y el porqué de la importancia vital de su autonomía.    

L.U.Z. a raíz de su reapertura en 1946, cuya propuesta fue realizada por el Dr. Jesús Enrique Lossada, eximio venezolano que se convirtió en ese período refundacional como el primer Rector de L.U.Z. generó la “Doctrina Lossadeña”: defender la Universidad es y será, para los universitarios, un pensamiento imperecedero de existencia, porque no hay fuerza humana ni ideológica que pueda acallar la fuerza de la academia, de la investigación, de la ciencia y la autonomía de acción de las universidades del país, especialmente de nuestra amada L.U.Z. Siempre la dificultad de las universidades autónomas ha sido la confrontación entre la mentalidad militar autocrática y la academia; los militares son profundamente anti intelectuales y en el poder son dictadores, y su conjunción, en el caso venezolano, con el comunismo se convierte en un coctel mortal para destruir.

Desde 1958 hasta 1998 las universidades autónomas vivieron un momento estelar en la sociedad venezolana; la democracia desarrollada en ese período de tiempo coadyuvó con la universidad para que éstas se convirtieran en las paladines del desarrollo estructural del país, y de hecho, en la consolidación de la clase media venezolana, como una de las mejores del mundo, En ellas, la pluralidad política y la confrontación ideológica no soslayó su fortaleza institucional; por el contrario, permitió su inalienable misión en desarrollar la academia, la investigación, la extensión, en un ambiente de plenitud democrática; y la autonomía funcional y administrativa siempre tuvo el respeto del Estado constituido y jamás se le restringió su presupuesto para tales fines. Las universidades es un fiel reflejo de justicia social; lo podemos señalar con orgullo, Ninguna otra universidad (por supuesto, hay excepciones) en el mundo, trasladaba desde su casa a los recintos universitarios, a sus propios estudiantes, e igualmente se regresaban a su lugar de residencia; sin obviar, comedores, bibliotecas, becas, cursos de extensión y recreación; beneficios adquiridos por estudiantes de zonas populares en un 65%.  Eso se logró en Democracia en todas las universidades del país.

Los civiles comunistas, que están desde la llegada de la “malévola” Revolución del Siglo XXI, en el poder político, a quienes se les llamaba con el término de “ñángaras”; en su vida como dirigentes universitarios, defendían de los gobiernos de turno (4ta República), hasta con su vida la autonomía universitaria; llegaron a ser profesores, empleados, obreros y en esa misma dinámica participativa con libertad, se constituyeron en tiempo y espacio en dirigentes gremiales, y obviamente, lograron el control de las mismas siendo: Rectores, Vicerrectores, Secretarios, Decanos, Directores, Miembros de los Consejos Universitarios, de Facultad, de Escuela, de los gremios y asociaciones sindicales de todos sus trabajadores; en gran medida con los movimientos estudiantiles dirigieron las federaciones y centros de estudiantes de las universidades y también en el co-gobierno universitario y paremos  de contar, el poder casi absoluto que llegaron a tener.

A pesar de la preeminencia de los “ñángaras” en el poder, la pluralidad política siempre fue auténtica ¡no le permitimos otra cosa! jamás se pretendió modificar lo que constitucionalmente estaba taxativamente expuesto para el funcionamiento universitario, y los gobiernos nunca le negaron los recursos para su funcionamiento. Los sueldos de los universitarios en los años 70, 80 y 90 (entre 1200 y 2800 $) eran de los mejores del continente, sino el mejor.

Con la llegada del “comandante eternamente enterrado” -donde se dio a conocer por un “Golpe de Estado” asesinando civiles y militares para derrocar a un Presidente democrático las cosas comenzaron a cambiar; a este Sr. no le gustó la Universidad libre, autónoma, democrática, plural y potestativa, él no conoció la universidad, fue un militar decadente y tenebroso, de los llamados “mala conducta”. Comienza, como táctica ideológica (bajo el asesoramiento de los cubanos, sin duda), el ataque frontal a sus dirigentes; los gremios (FAPUV, otros) están “casi” aniquilados; la reducción o ahogo presupuestario para que pierdan su esencia filosófica de gestión; los sueldos pasan a ser de hambre, miserables en toda su dimensión, sin importar los sacrificios realizados por aquellos hombres y mujeres que han llegado para formar las nuevas generaciones, es decir, el inquilino del museo de la montaña no quiso nunca la libertad de pensamiento, sino la ubicuidad mental en lo ideológico. Su propia obra la CN de 1999 fue un vil engaño, electoral, les quedó grande.

El Maduro, de convicción y fidelidad a los intereses cubanos, con fuerza de penetración de sus decisiones, “a los cuales obedece obsesivamente”, sigue los pasos, de manera más radical de su predecesor, con el respaldo de los “ñángaras; esos, que usufructuaron la universidad autónoma de otrora, y que hoy son sus enemigos viscerales de aquella donde se formaron, que les dio la oportunidad de supervivencia y de calidad de vida para ellos y su familia. Del Maduro, no podemos esperar una posición contraria por razones obvias; él no conoce la universidad, nunca fue a ella, no sabe lo que es esa manera de hacer política, donde “el otro no es un enemigo, sino un divergente de pensamiento y que ambos son la totalidad”. El Maduro, definitivamente “odia” a la universidad y a quienes la defienden; esa inmensidad de hombres y mujeres que entregaron su vida, y la siguen entregando por hacer de Venezuela un país de primer mundo; donde el talento brille por doquier y la Universidad sea el pilar útil y necesario para el desarrollo integral de la sociedad.

El Maduro, se quitó la careta; los universitarios somos un obstáculo para el control social y político y, por lo tanto, hay que “exterminarlos” de la faz de la geografía nacional y la mejor manera es acentuar su miseria, atacando su salario y sus beneficios socio- económicos. Les dio a los universitarios, como ESTOCADA FINAL, después de acabar con toda la esencia de beneficios adquiridos con su talento, para el desarrollo físico y espiritual de su núcleo familiar durante toda su vida dentro de un gobierno democrático, traspasó al MONEDERO PATRIA, el irrisorio salario devengado, con la pérdida automática de sus derechos laborales; como una manera de deshacerse de ellos de manera definitiva del presupuesto nacional y para desmoralizarlo. Todos, activos y jubilados pasaron a ser, para los comunistas en el poder “piltrafas humanas”.

Sin embargo, Maduro y los cubanos no conocen, por razones obvias, de lo que somos capaces los universitarios. En esta hora de mengua, estamos y estaremos, “per secula seculorum”, en pie de lucha por la defensa del “Decreto Lossadeño”; defenderemos la autonomía de la universidad, defenderemos con el alma nuestros derechos laborales, NO ACEPTAREMOS una intervención bajo ningún concepto. Si siguen con ese cuento, se va a levantar, ¡no lo duden! un ¨monstruo¨ de impredecibles consecuencias, no solo en el ámbito político, sino en lo estructural. A la Universidad, nunca, la pondrán de rodillas. Se lo juro.

Profesor Universitario

Marlons.jimenez55@gmail.com

@marjimgar

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