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Opinión: ¿Y dónde está la belleza en la lucha por la reconstrucción de la democracia venezolana? Por Jairo García Méndez

Bancamiga

En estos días, en medio del carrusel de emociones que vivimos en relación con nuestra oposición y la (in)viabilidad de la tregua, negociaciones o invasiones, me desperté con una constatación. 

Me había acostado preguntándome qué es lo que nos hace falta en el liderazgo democrático, en nuestro parlamento y en nuestros partidos políticos que gestionan el cambio, la restauración de la democracia y la civilidad. ¿Qué nos falta? ¿Cuál es la carencia que no me deja? ¿Por que no me hallo en relación con nuestro liderazgo? 

Y me desperté en la madrugada con una repuesta que de pronto la lectura de la biografía de Sofía Ímber (una cultivadora de la belleza en nuestros país), me trajo en mi estado onírico.

¡La belleza! A nuestra oposición le hace falta belleza. Lo dije en voz alta y mi compañera se despertó y se preocupó.

Yo me paré de la cama y me repetía: es belleza lo que le falta a nuestro liderazgo opositor. Le hace falta poesía, arte, grandeza, formular los desafíos históricos que nos han tocado con lirismo, como se formulan las grandes empresas humanas, los grandes proyectos colectivos en los cuales se nos va la vida, de los que dependen millones de personas y varias generaciones.

Revisamos los primeros proyectos de nuestra generación emancipadora, nuestra acta de independencia y la Constitución de 1811, y es incuestionable que están escritas con sensibilidad y belleza. Que no se ahorraron las mejores palabras para decir hacia dónde querían ir y por donde querían caminar. 

Del lado de la dictadura hay fealdad, hay bajeza y maledicencia. De nuestro lado tiene que haber belleza, tiene que haber discursos que toquen las fibras más sensibles y musicales de los venezolanos. 

De eso no ha habido. 

Si nos ponemos a revisar, con lo escrito por los integrantes de la Generación del 28’ se puede organizar una biblioteca de más de doscientos libros. Y entre esos libros hay obras literarias de incuestionable valor estético. Grandes ensayos políticos, artículos de prensa luminosos, debates de los grandes temas del país, acercamientos históricos de gran profundidad… 

Hay discursos que pueden ser modelos para las escuelas de oratoria…

En las proclamas, en los manifiestos, en los documentos fundacionales de los partidos creados desde 1936, hay lirismo, hay finura y un uso del lenguaje con estilo literario.

Incluso, en documentos de los movimientos guerrilleros de los años 60’ del siglo pasado, se encuentra uno con párrafos hermosos, bien escritos y de profundo amor por la humanidad.

A nuestra oposición le hace falta esa belleza. A lo mejor hay corrección, pero no finura, no hay alto vuelo en el lenguaje. 

¿Han escuchado algún discurso memorable de alguno de nuestros diputados? ¿Algún verso bien usado? ¿Alguna alusión al pensamiento y la historia de las ideas venezolanas? ¡Nada!

Tenemos que llenar nuestros próximos concejos municipales, consejos legislativos y asamblea nacional, de gente hermosa, de líderes capaces de formular con belleza el camino que debemos transitar, la ruta hacia la reconstrucción de la civilidad. 

Tenemos que volver a esa tradición del tribuno culto, lector, buen escritor, excelente argumentador y polemistas de altura, buen orador, que ponga en alma en cada palabra que pronuncia en nombre de la democracia y la civilización. Gente que pueda explicar nuestras urgencias con bellas metáforas y nos inspiren para la lucha y la grave tarea que tenemos por delante: la reconstrucción de nuestros valores, de nuestra dignidad y de los sueños de futuro. 

Es que se nos va la vida, es que tenemos estropeada la dignidad y nuestro ser venezolano está siento vejado y pisoteado, y para llamar al despertar y la unión se requiere de lirismo, de hacer salir lo mejor que nos habita como seres humanos y llenos de historia. 

Leo a mis líderes, los escucho, creo en ellos, pero imagino que son incapaces de abismarse frente a una obra de arte y conmoverse hasta el llanto ante un verso de Rafael Cadenas. 

Los venezolanos necesitamos, estamos urgidos, por un desafío lleno de poesía y belleza. 

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