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Opinión

Procesan de mala fe a Garbi Por José Luis Centeno 

Bancamiga

Grecia, la República Helénica, se vio envuelta en un fraude procesal de proporciones épicas al favorecer la detención del perseguido político venezolano Antonio Vathiotis en Colombia y solicitar a este país su extradición, “acusado” de haber dado muerte a un oficial castrense en Venezuela.

La acusación contra Vathiotis, que habría sido presentada en Atenas, requerida por la Corte Suprema de Justicia de Colombia, nunca llegó a esa instancia, expresando inexistencia de elementos probatorios que lo individualicen como autor o partícipe del crimen que se le atribuye, circunstancia que se rehúye en Venezuela difiriendo por más de cinco años el inicio del juicio en perjuicio del joven Antonio Garbi.

Lo que comenzó como un atropello judicial más, se volvió un proceso violatorio de normas internacionales y derechos humanos, lo confirmó la Corte Suprema de Justicia de Colombia el 02/10/2019 al decidir que Vathiotis no sería extraditado a Grecia porque el gobierno colombiano le reconoció la condición de refugiado, por ende, de perseguido político, iniciándose el proceso para ser dejado en libertad.

Tal irregularidad, falta de pruebas, vicia de nulidad absoluta al proceso seguido a Garbi, el juez de juicio Rodolfo Ampueda España lo sabe. Un petejota jubilado, que por razones obvias pidió el anonimato, destacado en la Delegación de Las Acacias, Valencia, para el momento de los hechos, convino en confirmar la inexistencia de elementos incriminatorios contra Garbi en el Expediente 4J-2248-16:

“…las entrevistas de los guardias nacionales las usaron para montar la declaración de Palai”.

¿Quién es Orlando Palai? El único, de entre 9 ciudadanos, que señaló a Garbi como asesino del capitán Ramzor Bracho, contradiciéndose a más no poder, demostrando la veracidad de los dichos del ex petejota:

“La investigación de repente cayó en punto muerto, deciden usar a Palai, él pasó tiempo detenido en Las Acacias después del asesinato del capitán, yo vi cuando lo reseñaron como vinculado a las manifestaciones, nada más eso, luego apareció firmando una entrevista que le montaron porque tenía lo más importante, era del Trigal, con fama de agresivo, pero cobarde”.

Orlando David Palai Xavier, titular de la cédula de identidad Nro. V-18.252.063, estaría fuera del país; es el testigo que no aparece, “ese chamo pagó para que lo dejaran irse tranquilo”, aseveró la viuda, teniente Yendry Velásquez.

El nivel de detalle que aporta Orlando Palai hace su entrevista poco creíble. “NOVENA PREGUNTA: Diga usted, llego (sic) a observar al ciudadano mencionado como Antonio Garvi (sic) portando arma de fuego? CONSTESTO: NO”. Esta corta y concluyente respuesta saca a relucir la falsedad del resto de sus señalamientos contra Garbi, cobrando fuerza la tesis del fraude procesal asomada por el funcionario policial jubilado y reiterada por el Dr. Zair Mundaray.

“…los únicos armados eran las seis personas que eran dirigidas por Antonio Garbi… y observé a un señor llamado Antonio en compañía de cinco personas más disparándole a los guardias nacionales hasta que lograron herir a dos de esos guardias”, aseguró Palai.

La duda se acrecienta, “SEXTA PREGUNTA: Diga usted, cuantas personas llegó a observar portando arma de fuego en la manifestación? CONSTESTO: Observé a seis personas portando arma de fuego.” ¿Seis o doce? Esa disparidad luce tan fuera de lugar como la exactitud milimétrica de las estaturas o la especificidad de la dirección de domicilio de Garbi aportadas por este testigo estrella.

De seis a doce personas disparaban, según 8 guardias nacionales entrevistados, para hacer coincidir las cifras ponen “en boca de Palai” dos grupos de 6, con un error, establecieron la participación de un solo grupo en el crimen, al mando de alguien diferente a Garbi, sin embargo, en la descripción de sus integrantes, lo incluyen, atribuyéndole vestimenta y estatura indicadas por los efectivos castrenses, excepto la capucha y máscara que harían imposible identificarlo, sin olvidar el pelón del color de piel.

Las entrevistas de los 8 militares sirvieron sólo para determinar que los hechos ocurrieron pero no para identificar al autor o autores de los hechos, circunstancia que habría conducido a una acción reprochable:

“…los pesquisas tomaron los datos que contenían y los pusieron en boca de Palai para incriminar al chamo, Garbi, y al otro señor, el griego”, acotó el ex petejota.

El montaje no fue el mejor, los sargentos Yobel Arteaga Martínez, Deibis Roa Arellano y Juan Márquez Hernández, refirieron “una persona de color piel morena, de estatura de 1.70 metros de altura… tenía una pistola… y capucha”; en la “OCTAVA PREGUNTA”, Palai le atribuye el “1,70 de estatura” a Garbi, desentonando con el “color de piel blanca”; lo mismo ocurre al implicar a Vathiotis, “de 1,86 de estatura… de piel trigueño (sic)”, ergo, saca de contexto a los dos.

La entrevista de Palai la orientaron a ubicar a Garbi en el lugar de los hechos, luego que se le ocurriera su nombre “presionado por los pesquisas”, con un detallito, confundieron su presunta y del todo negada participación, colocando al descubierto el falso testimonio, al estilo Giovanni Vásquez. A menos que Garbi haya tenido el don de la ubicuidad pudo organizar y ejecutar, a la vez, la manifestación o protesta y el acto delictivo del 12/03/2014, tal y como lo aseguró Palai.

Por si fuera poco, en el Acta de Investigación de fecha 15 de Marzo de 2015 se dejó constancia expresa de que Garbi no se encontraba en el lugar, en consecuencia no es quien ejecutó el crimen; de igual forma, la experticia de registros telefónicos de fecha 18 de Abril de 2014, reveló que los hechos en nada tienen que ver o comprometen al ciudadano Antonio Garbi.

En este contexto, es obvio que se aplicó erróneamente el artículo 236 del Código Orgánico Procesal Penal para decretar la privativa de libertad de Antonio José Garbi, por cuanto el Juez Toredit Rojas no acreditó la existencia de fundados elementos de convicción que permitieran estimar que este muchacho fuera el autor o participó en el asesinato del capitán Ramzor Bracho.

La de Garbi es una de esas privaciones de libertad inducidas, camufladas de legalidad, una afrenta a todo lo decente, violación flagrante de derechos humanos, generadora de daños psíquicos, físicos y morales, insinuado por la misma viuda:

“Hay muchas vainas que a mí… no me suenan, no me cuadran, no me dan los tiempos… muchas incongruencias… me chocan versiones unas con otras… hay muchas vainas raras pues, los petejotas son unos sucios, esos bichos ahí en Las Acacias son una basura…”

Cualquier información, comentario, desahogo o sugerencia por la dirección electrónica jolcesal@hotmail.com o por mi cuenta en twitter @jolcesal

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