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Política

Qué dice la Biblia sobre la corrupción que harán temblar a los políticos

Bancamiga

La Biblia recoge ejemplos de corrupción y sobre todo condena estas prácticas, extendidas a lo largo de la historia y por todo el mundo…

La corrupción no entiende ni de regiones ni de siglas políticas. Los escándalos se han producido en todas las comunidades y en todos los partidos. Donde ha habido poder ha habido corrupción.

Tan de actualidad pero a su vez tan antigua. Pese a la enorme dimensión de los casos que copan las portadas la corrupción es casi tan antigua como la vida misma. Desde hace miles de años ha habido casos de este tipo y también entonces los autores fueron reprendidos, aunque no siempre con facilidad.

La Biblia recoge ejemplos de ello y sobre todo condena estas prácticas, extendidas a lo largo de la historia y por todo el orbe. Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo muestran cómo el “justo” debía luchar contra el soborno, el fraude y el robo de aquello que recaudaban a los que trabajando debían pagar sus impuestos. Como si tiempo no hubiera pasado.

La corrupción para el cristianismo entraña un pecado grave pues es una agresión al prójimo y también al bien común. Aunque de carácter más general dos de los diez mandamientos engloba este tipo de actuaciones. Concretamente el que dice: “no codiciarás los bienes ajenos” y el que sin medias tintas afirma que “no robarás”. Además de ellos, la Biblia está repleta de alusiones muy explícitas a una corrupción que se asemeja mucho a la que está destruyendo Venezuela y en las que se marca el camino que el “justo” debe seguir.

Antiguo Testamento

– El importante profeta Isaías ya aseguraba en el siglo VIII antes de Cristo que:

“El que obra con justicia y habla con rectitud, el que rehúsa una ganancia extorsionada, el que sacude sus manos para no retener el soborno, el que tapa sus oídos a las propuestas sanguinarias, el que cierra los ojos para no ver la maldad: ese hombre habitará en las alturas, rocas fortificadas serán su baluarte, se le dará su pan y tendrá el agua asegurada”. (Isaías 33,15-16)

– El libro del Levítico, uno de los que forma el Pentateuco y escrito unos 1.500 años a.C cita también:

“No hurtes; no mientas, ni se defrauden los unos a otros” (Levítico 19,11)

“No cometas injusticia en los juicios, ni en las medidas de longitud, de peso o de capacidad: ten balanza justa, peso justo, medida justa y sextario justo” (Levítico 19,35)

– En el libro de Samuel, por ejemplo, se citan también los presentes como agasajo para conseguir favores:

“Sus hijos no siguieron su camino: fueron atraídos por el lucro, aceptaron regalos y torcieron el derecho” (I Samuel 8, 3)

– El profeta Daniel tiene un mensaje para un colectivo cuestionado.

“Envejecido en la iniquidad, ahora han llegado al colmo los delitos de tu vida pasada, dictador de sentencias injustas, que condenaban a los inocentes y absolvió a los culpables” (Daniel 13,53).

Hay muchísimas referencias más entre los libros y profetas del Antiguo Testamento que inciden en estas cuestiones.

Nuevo Testamento

Las referencias a sobornos, extorsiones y fraude en general también tienen gran cabida en los Evangelios así como entre los apóstoles en sus cartas posteriores, especialmente en San Pablo. Quizás el ejemplo más claro es Zaqueo, un recaudador de impuestos que se había enriquecido defraudando aún más a su pueblo y que ve pasar a Jesús a su paso por Jericó. Su conversión fue inmediata y en el Evangelio de Lucas se cuenta que conmovido fue consciente de lo que había hecho hasta entonces afirma:

“Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruple” (Lucas 19,8).

También en Lucas aparece un pasaje de Juan Bautista, al que acudieron muchos a bautizarse entre los que había personas que no actuaban cumpliendo las normas. El pasaje dice así:

“A su vez, unos soldados le preguntaron: “Y nosotros, ¿qué debemos hacer?” Juan les respondió: “No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias y conténtense con su sueldo”. (Lucas 3,14)

Igualmente, en Mateo se cuenta que los sumos sacerdotes “sobornaron” a los guardias que custodiaban el sepulcro cuando Jesús resucitó para que no dijeran la verdad. (Cfr Lucas 28,11-15).

San Pablo en su carta a los Romanos habla de la importancia de no evadir impuestos ante una costumbre extendida entonces. El apóstol de los gentiles insta a esta comunidad:

“Ustedes deben pagar los impuestos: los gobernantes, en efecto, son funcionarios al servicio de Dios encargados de cumplir este oficio. Den a cada uno lo que le corresponde: al que se debe impuesto, impuesto; al que se debe contribución, contribución; al que se debe respeto, respeto; y honor, a quien le es debido”. (Romanos 13,6-7).

– El Deuteronomio, otro de los grandes libros del AT muestra referencias claras:

“No tergiversarás el derecho; no harás acepción de personas ni te dejarás sobornar. Porque el soborno ciega los ojos de los sabios y pervierte las palabras de los justos”. (Deuteronomio 16,19).

“Maldito sea el que se deja sobornar para quitar la vida a un inocente. Y todo el pueblo responderá: Amén” (Deuteronomio 27,25).

– También el libro de los Salmos contiene distintas referencias a esta lacra.

“No morará en mi casa quien cometa fraude” (Salmo 101, 7).

“No juntes mi alma con los pecadores, ni mi vida con los hombres sanguinarios, que tienen en sus manos la infamia, y su diestra repleta de soborno” (Salmo 26,10).

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