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Educación

¿Qué les puedo decir? (y II), Por David Figueroa

Hoy concluye este breve repaso del uso de la palabra que, como contribución para quienes aún no manejan con facilidad este asunto, que es uno de los obstáculos con los que siempre tropiezan las personas cuya ocupación habitual es la redacción de textos. La confusión es favorecida por el hecho de que a veces actúa como pronombre relativo, como conjunción o pronombre o adjetivo interrogativo.

Como dije el sábado pasado, esta serie de dos artículos surgió de una inquietud que me planteó el poeta, escritor y paisano Juan Ramón Guzmán, autor de una considerable cantidad de textos de alto contenido político, histórico y social. Guzmán maneja con relativa facilidad el tema gramatical y lingüístico, y en muchas ocasiones ha dictado talleres y otras dinámicas, en procura de que los aficionados del buen decir puedan disipar sus dudas y adquirir soltura en el lenguaje que emplean, sobre todo estudiantes de primaria, secundaria, bachilleres, comunicadores sociales, educadores, abogados y otros profesionales preocupados por mejorar su desempeño.

Al igual que la semana pasada, me apoyaré en las definiciones que al respecto ofrece el DLE (Diccionario de la Lengua Española) en su versión digital, para lo cual copiaré textualmente algunos conceptos y ejemplos, en tanto que habrá otros con ligeras modificaciones, en aras de adaptarlos para su mejor comprensión, sin eludir la fuente de la docta institución, de allí que el entrecomillado sea obvio. En la entrega anterior mostré ocho casos, y hoy los restantes, de los dieciséis condensados en el nombrado diccionario.

En su oficio de conjunción, que se usa para introducir la oración subordinada en las construcciones consecutivas. Se emplea en correlación con tanto o tal: «Vamos tan despacio que no llegaremos a tiempo»; «Hablaba de tal modo que nadie le entendía». Se usa sin grupo cuantitativo en ciertos giros o expresiones lexicalizadas: «Corre que vuela»; «Está que trina».

Como conjunción final tiene significado de para que: «Dio voces al huésped de casa, que le ensillase el cuartago». Esa frase podría cambiarse y decir, por ejemplo: «Le dio orden al caporal del hato, que le ensillase el caballo alazán».

Precede a oraciones no enlazadas con otras: «¡Que sea yo tan desdichado!»; «Que vengas pronto»; «Que me place».

Precede a oraciones incidentales de sentido independiente: «Sabreisme decir, buen amigo, que buena ventura os dé Dios, dónde son por aquí los palacios de la sin par princesa Dulcinea del Toboso». En este caso, os es te: «Te dé Dios». «Sabreisme decir» es igual que «sabrás decirme».

Después de expresiones de aseveración o juramento, precede al verbo con que comienza a manifestarse lo que se asevera o se jura: «A fe, Sancho, que no estás tú más cuerdo que yo. ¡Vive Dios, señor Caballero de la Triste figura, que no puedo sufrir ni llevar con paciencia algunas cosas que vuestra merced dice!»

En ocasiones equivale a y más: «Dale que dale»; «Firme que firme». Se usa como conjunción causal o copulativa antes de otro que, equivalente a cuál o que cosa: «Que ¿qué escudero hay tan pobre en el mundo a quien le falte un rocín? Digo que ¿qué le iba a vuestra merced en volver tanto por aquella reina Magimasa, o como se llama?».

Cuando está precedida y seguida de la tercera persona de indicativo de un mismo verbo, denota progreso o eficacia de la acción de ese verbo, como: «Corre que corre»; «Bebe que bebe»; «Sube que sube», etc.

Como habrán podido notar, algunos de los ejemplos la RAE los toma de Don Quijote, y por eso a muchos les son extrañas algunas formas verbales, pues así no hablamos los latinoamericanos.

La duda que me planteó mi amigo Juan Ramón Guzmán está en la frase «¡Que Chávez y mi Patria no se pierdan!», en cuanto a si el que debe ir tildado. Inicialmente le dije que sí; pero al analizar, y luego de consultar a la Fundéu, tuve que rectificar y aclararle que en ese caso no, pues actúa como relativo, aunque como una forma particular de reafirmar el carácter exclamativo y desiderativo, podría colocársele; pero eso es cuestión de gusto, que yo no aconsejaría.

Hay otro caso muy frecuente relacionado con que y los verbos esperar y desear. Por eso, muchas personas dudan en cuanto a si debe ser «Espero que estés bien» o «Espero estés bien». La RAE y la Fundéu cortan por lo sano y señalan que debería mantenerse la conjunción que, aunque al suprimirla no se incurre en uso incorrecto. ¡O sea, es cuestión de gusto!

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