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¿Qué pasará con la fortuna del empresario cubano Oswaldo Cisneros? Lea aquí la historia completa

Más de 40 abogados pelean por la herencia de Oswaldo Cisneros donde hay más deudas que dólares.

La lucha entre los herederos es encarnizada. La pelea se produce porque de los nueve hijos, siete son adoptados. Sus dos hijos biológicos, Claudia y Oswaldo, intentan impugnar las adopciones de sus hermanos y han impugnado el testamento del magnate y pelean encarnizadamente por lograr la mayor tajada de la cuantiosa herencia.

Oswaldo Cisneros, empresario venezolano de origen cubano, murió en 2020 en Miami. Falleció por coronavirus. Dejó a sus herederos una gran fortuna, producto de un imperio de telecomunicaciones y petróleo que manejaba prácticamente a nivel continental.

Tenía una isla en el Caribe, cuatro aviones, edificios e inmuebles en Venezuela, España, Italia y New York, cuentas millonarias en Estados Unidos y España y construcciones de lujo en Caracas, más empresas de alto calibre como Digitel, Produvisa, Central Azucarero Portuguesa y Petrodelta, además, de muchos trust en otros países. La apertura del testamento disparó un misil en la familia que impactó en distintas direcciones, incluyendo el pago al Seniat cuyo plazo para cancelar se acerca peligrosamente, más un cúmulo de deudas que al parecer nadie conocía. La fortuna que deja el magnate está amenazada hasta por JP Morgan

Caracas. Aquel jueves 3 de diciembre  en la mañana, nadie en la familia de Oswaldo Cisneros imaginó que la tristeza por la muerte del magnate terminaría convertida en asombro. Desde el lujoso escritorio jurídico Tinoco, Travieso, Planchart y Nuñez, donde se dio apertura al testamento, algunos herederos asistieron compungidos, de negro cerrado, vía zoom: en la pantalla estaban desde la viuda Mireya Blavia de Cisneros en Panamá -acompañada por su abogado Silvestre Tovar y  rodeada por la mayoría de los hijos que adoptó con Cisneros-, hasta las hijas del empresario, Maritza, María Ella y Claudia, conectada junto a su esposo Andrés Capriles.

En otra pantalla aparecían también  dos de los directivos de sus empresas y, por supuesto, Ella Fontanals, la segunda esposa de Oswaldo y madre de tres hijas del empresario, Claudia, Maritza y María Ella.  Aunque Maritza es hija del primer matrimonio de Fontanals, pero también fue adoptada por el multimillonario. Eso que llaman una familia extendida y que, hasta ahora, parecía llevarse bien. O al menos disimulaban sus diferencias.

Pero cuando la lectura llegó a la Cláusula Séptima, donde Cisneros dejaba en manos de dos Albaceas Testamentarios la administración de la herencia, se desató la guerra que, como todas las guerras, se sabe cómo empiezan, pero no cómo terminarán. Y la de los Cisneros está en pañales: por un lado quien inició la  pelea, la viuda Mireya Blavia – casada en Capitulación de Bienes y quien no hereda nada- y sus seis hijos adoptados, dos de ellos menores de edad, quienes sí aparecen como herederos en el testamento. Por el otro lado pugnan las hermanas Claudia, María Ella y Maritza Cisneros Fontanals mientras en alguna esquina de este complicado  ring está el Seniat -que ha calculado la herencia de Cisneros en más de 10 mil millones de dólares para quedarse con el 30%- y, por si fuese poco, la hija biológica Claudia Cisneros, quien decidió abrir su propio frente de batalla para impugnar, ella sola, la adopción de todos los hermanastros, lo que podría incluir a Maritza. Es decir, hijos de sangre versus hijos adoptados.


Todos ellos luchan acompañados por un ejército de más de 40 abogados quienes también pululan sobre la miel de dólares que presuntamente dejó Cisneros, el super empresario que  además de todas sus empresas conocidas, también es propietario de una isla en el Caribe, cuatro aviones, edificios y otros inmuebles en Venezuela, Italia, Roma y Nueva York, construcciones de lujo en Caracas -como Torre La Esmeralda en La Castellana y el edificio Luxor en Las Mercedes, entre otras “pequeñeces”-, más  cuentas bancarias millonarias en dos o tres países.

Bienes cuya propiedad algunos ya se atreven a poner en duda dada la inmensa deuda que deja y la falta de liquidez suficiente para cubrir el altísimo  tren de vida de todos los herederos. Obligaciones a las que se debe agregar las reinversiones a las que hay que atender de manera inmediata y que también dejó el magnate, pero  de las cuales nadie se querrá hacer responsable. A estas decenas de abogados se les une el avispero de jueces y funcionarios del poder judicial los cuales, en una suerte de subasta por el quién da más, podrían hasta modificar la legislación de Venezuela para beneficiar a unos o a otros, como ocurrió en 2014 con el divorcio de Víctor Vargas, residente del BOD, caso que llevó a cambiar el Código Civil para que pudiera divorciarse a su manera. 

La viuda se opone a la figura de los Albaceas y eso mantiene paralizado el caso. Y si bien es muy difícil que consiga la anulación de esta figura, al menos ha impedido que el Tribunal de Menores  los haya juramentado como ordena la Ley, y mientras estos no se juramenten la repartición de la herencia permanecerá paralizada. Pero sus rivales se aferran al hecho de que los hijos adoptados fueron registrados en Rumania y Colombia, sus países de origen, pero la pareja no hizo el registro correspondientes en Venezuela.  Adopciones que se produjeron casi anualmente desde su matrimonio en 2001 y que es la única protección con la que cuenta la viuda a la hora de heredar.

Como se sabe, Cisneros dispuso en el testamento la designación de dos albaceas, una figura jurídica que nace cuando el testador, es decir, quien deja la herencia, desconfía que sus herederos cumplan con su voluntad debido a que tiene la sospecha de que no se van a entender, que puede haber un conflicto subterráneo y que su voluntad no será respetada por parte de sus herederos. Y, como se ha visto, Cisneros tenía razón. 

Y aunque supuso que cualquier guerra posterior a su muerte era posible, no preparó a nadie para la sorpresa de la magnitud de sus deudas. Porque si bien la suya es una de las fortunas más grandes de América Latina, era de prever que, con una estructura empresarial tan compleja, él habría tomado la previsión de armar un sistema gerencial que permitiría la supervivencia del grupo. 

Pero pareciera que una de las fortunas más grandes de América Latina puede ser una de las deudas más grandes de América Latina, porque la magnitud de la deuda que comienza a destaparse gradualmente, nadie se la imaginó. Y entre esas deudas, está casi en primer lugar la que mantiene gracias a Pdvsa, porque Cisneros fue favorecido con la venta de Petrodelta, la más grande plataforma de la zona. 

Costó a Cisneros un millardo de dólares. Mil millones de dólares pagados por el empresario justo cuando  el gobierno de Hugo Chávez buscaba captar fondos para impulsar la capacidad de producción de crudo en el corto plazo. Compro siete gabarras, trajo a personal especializado, se endeudó confiando en que la industria petrolera.

“Un grupo de inversionistas privados encabezado por Cisneros canalizará una inversión inicial de 800 millones de dólares a través de la firma Delta Petroleum NV. ..”, público el WSJ. “Cisneros señaló a través de un comunicado, al cual tuvo  acceso el WSJ, que tiene confianza en que el petróleo subirá de precio en los próximos años y esta es la razón de la apuesta, señalando que «es un buen momento para invertir». Cisneros completó la adquisición del 32% de las acciones de PetroDelta que estaban en manos de Harvest Natural Resources y la compañía argentina Pluspetrol por unos 200 millones de dólares más.” 

Pero el negocio petrolero se le convirtió en una aspiradora de dinero de tal volumen que Cisneros, para mantenerlo a flote, comenzó a rematar varios de las empresas que tenía en el exterior y los vendió: desde las turbinas eólicas que tenía en Europa y que era un  buen negocio, hasta sus diferentes negocios en Colombia y en Centroamérica. Era 2016 y él consideraba que, como le dieron el sector más productivo de Pdvsa, iba a generar a corto y mediano plazo mayor cantidad de petróleo y, obviamente, de dinero. Pero no fue así. 

Otro pedazo de la torta se la podría llevar la financiera JP Morgan con quien Oswaldo Cisneros tiene lo que podría calificarse como una de las deudas más grandes en América Latina. Se rumora que es por varios cientos de millones de dólares, mientras el gobierno- el otro ejército de esta pelea-, ha calculado la herencia en más de 10 mil millones de dólares, lo que significaría para el Seniat una entrada “extra” de unos 3 mil millones de dólares, cifra que corresponde al 25 o 30% de la totalidad de los bienes que los herederos están en la obligación de  cancelar al fisco. 

La gran pregunta ahora es ¿podrá el gobierno cobrarse la deuda al Seniat quedándose con Digitel y otras empresas o bienes, por ejemplo? Porque si bien los herederos pueden pedir una prórroga para pagarle al fisco, eso solo lo pueden hacer una vez y por un plazo de pocos meses, lo cual aumenta la deuda con multas por morosidad. 


Pero la otra gran pregunta, que responderemos en la próxima entrega es ¿Está la mano de Rafael Ramírez metida en esta historia? ¿Busca recuperar lo que, presuntamente, invirtió en PetroDelta? ¿O quedarse con este negocio a nombre de otro?

Porque como buena novela donde hay mucho dinero, política, sexo y ambición, esta historia continuará en el capítulo siguiente.

Fuente ElVenezolanoNews.com

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