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¿Quién es Juan, el primo de Rolando y Otoniel? Por José Luis Centeno

Bancamiga

Un pase de factura, propiciado por una amistad nacida en la cárcel de Yare, subyace en el simulacro de realidad causante del revés existencial de Juan, su vida familiar y de próspero hombre de negocios -siendo ex PTJ-, desapareció con él aquel 20 de noviembre de 2004, ese día lo secuestraron en las puertas de su hogar, donde tuvieron noticias suyas 8 días después de comenzar a estar sometido al desconocimiento de su dignidad humana.

Las agresiones y vejámenes padecidas por el preso político Juan Bautista Guevara Rodríguez por más de 15 años de injusta prisión, no han afectado su buen nombre, lo confirmó, bajo condición de anonimato, uno de sus compañeros de trabajo en el Cuerpo Técnico de Policía Judicial (CTPJ):

“…conversamos de un servidor público de reconocida trayectoria y méritos en la policía científica, donde su profesionalismo en el campo de las investigaciones penales de Venezuela le granjearon importantes reconocimientos y distinciones”.

Desde el exilio, Carmen Medina dio contenido a esas palabras evocando la trayectoria profesional de su esposo, en la cual sería posible advertir su condición de víctima de una rabia contenida, cuya energía fue manipulada por intereses políticos:

“A nivel profesional perteneció a la extinta PTJ, a su paso por la institución lideró grupos que le permitieron obtener cangrejos de oro y reconocimientos a nivel gubernamental como lo fue la Orden Francisco de Miranda en su Tercera Clase, resolvió casos emblemáticos, uno de ellos el caso de la modelo del Ávila, así como otros de renombre para la época.”

El deber cumplido a cabalidad y con profesionalismo, se tornaría en infortunio, por efecto del desquite.

“Sin sospechar que esclarecer el caso de los carros bomba en el CCCT y haber puesto tras las rejas a los implicados pudiera repercutir en su vida años más tarde, ya que los implicados, aun cuando tenían que pagar una condena de 30 años, fueron indultados por el régimen de Chávez y pasaron a formar parte de su gobierno, Ramiro Helmeyer y Walter Del Nogal, que se hicieron íntimos amigos de Hugo Chávez cuando estaban presos en Yare, estos dos narcotraficantes y autores materiales de la explosión de los carros bomba, financiaron la imagen de Chávez en la primera campaña presidencial. Hoy en día son dueños de algunas empresas relacionadas con personeros del gobierno.”

La institución, cuyo nombre realzó con su impecable desempeño profesional, sería la encargada de originar el trauma que desbordó su existencia.

“Recién secuestrado Juan, recurrí a los medios de comunicación para denunciar su desaparición, en vista de que en la PTJ hicieron caso omiso a mis incontables denuncias al respecto, claro, cómo podían tomarme la denuncia si eran ellos mismos los autores de su secuestro. En mi intervención en unos de los medios de comunicación denuncié públicamente al Fiscal General, para aquel entonces Isaías Rodríguez, y al ministro Jesse Chacón, haciéndolos responsables de lo que le pasara a mi esposo en ese momento.

La respuesta de estos señores no se hizo esperar, inmediatamente por los mismos medios de comunicación dijeron que Juan no estaba desaparecido, que ellos lo tenían en calidad de experto, ya que él había trabajado un caso de carros bomba y que lo tenían para poder esclarecer la explosión de la camioneta de Danilo Anderson. Siempre pensé y estoy segura que a mi esposo lo involucraron en el caso Anderson por un pase de factura de Ramiro Helmeyer y sus secuaces.”

El ex funcionario de la DISIP, Ramiro Helmeyer, habría tardado 11 años, después de los “atentados terroristas en el CCT”, para sacarse una espina perjudicando a un hombre que había salido de la PTJ hacía 9 años.

“Desde el año 1995 Juan se dedicó al comercio, siendo dueño de empresas tanto en Venezuela como en Estados Unidos, cabe destacar que para el momento de su secuestro no pertenecía a ningún cuerpo policial, solo estaba dedicado a sus negocios y a su familia y se encontraba cursando estudios en el Instituto Universitario de Policía Científica (IUPOLC), ya que le faltaban algunos semestres para graduarse de Licenciado en Ciencias Policiales.”

El secuestro

“El día 20 de noviembre cómo olvidarlo, era un día sábado y uno de nuestros hijos pertenecía a la Sinfónica de Venezuela con sede en Guatire, su papá se despertó a las 8 am para llevar al niño a su clase de música, como lo hacia todos los sábados, salió en pijamas porque es relativamente cerca, él iba y venía rápido. El llegó a casa luego de dejarlo y apenas se estacionó, en la puerta del garaje fue interceptado por varias personas, los cuales en ningún momento se identificaron como policías.

Simplemente se lo llevaron a la fuerza sin él lograr decirme nada, vi como se lo llevaron, lo metieron en una camioneta Toyota Autana y habían otras de la misma marca y modelo rodeando nuestra casa, hubo una persona que se llevó el vehículo de Juan, yo traté de hacer resistencia y en ese momento entraron varias personas que estaban en ese grupo y agredieron a mi hija Gabriela apuntándola con un arma de fuego, teniendo la niña 12 años.

En ese momento pude identificar a dos de las personas que penetraron en mi casa, uno de ellos se llama Raúl Linares, el otro, José Rafael López Guédez, ambos funcionarios de PTJ. Raúl Linares fue detenido posteriormente, ya que fue culpado del homicidio de un niño, hijo de un abogado reconocido en Venezuela, y López Guédez es un asesino a sueldo de la PTJ, quien cuenta con protección de la misma institución.”

La agonía

“Después de ese día comenzó la agonía de no saber donde se encontraba mi esposo, lo busqué en hospitales, en orillas de carretera, en cualquier sitio conocido donde pudieran haberlo dejado muerto o tenerlo preso, fueron 8 largos días sin saber nada. Solo la declaración del fiscal de que lo tenían en calidad de experto. Un día recibí una llamada donde dejaron un mensaje que se escuchaban voces y una especie de respirador artificial o algo parecido, ese mensaje lo dejaron en una contestadora de mi casa donde se pudo rastrear el número telefónico y este pertenecía por el código al estado Portuguesa, inmediatamente uno de mis hermanos y un amigo se desplazaron para Acarigua y efectivamente en la sede del Sebin, para aquel entonces Disip, se encontraba nuestra camioneta, mi hermano se pudo percatar cuando hicieron el traslado de mi esposo desde allí hasta Caracas.”

Los excesos y vejámenes

“Por supuesto, hicieron ver posteriormente que mi esposo se estaba dando a la fuga y que lo habían capturado en un hotel en la zona. Fue evidente como se lo llevaron de nuestra casa y como testigos estaban todos nuestros vecinos y el descaro posterior de cómo apareció a los tantos días, drogado, torturado, maltratado y le habían sembrado en su vehículo una granada, un arma de fuego y unos cientos de dólares.

Fue puesto a la orden de tribunales y lo recluyeron en los calabozos de DGSIM, siguieron torturándolo de manera psicológica, tanto a él como a sus primos y a todos nosotros como familia, en mi caso particular me allanaron, me persiguieron, me acosaron, tuve que sacar a mis hijos de la ciudad y mudarme a casa de amigas porque los Tupamaros buscaban venganza e intentaron quemar nuestra casa.

Luego de estar muchos meses en el DGSIM lo trasladaron a Yare 2, donde estuvo 1 año preso, allí siempre vivíamos con el temor de que algo le sucediera, ya que estaba con presos comunes.

Al pasar de un tiempo el gobierno se inventó un peligro de fuga y de allí trasladaron a Juan y sus primos a la sede de El Helicoide, hasta la fecha. Donde por no ser un sitio de reclusión carcelaria no pueden gozar de ningún tipo de beneficios como algo tan elemental que es respirar aire natural, sin contar que no pueden redimir una pena y de paso todos sus beneficios de medidas sustitutivas de libertad han sido violadas, se les han pasado todos los lapsos y no han sido tomados en cuenta…”

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