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Opinión

“Realidades al desnudo” Opinión por Antonio José Monagas

Es imposible que las realidades se muestren desde adentro tal como son. Siempre encubren algo que no logra ser revelado (en lo inmediato). O no se cuanta con la forma más expedita para escarbar sus secretos. De hecho, las realidades lucen tan complicadas como disimuladas pueden mostrarse. Y así sucede, porque las circunstancias se prestan para actuar como cómplices de todo lo que ellas pueden contener o disfrazar. Particularmente, en el fragor de un ejercicio político. Aunque también, en medio del trajín social o económico. 

A pesar de esto, no hay excusa para disuadir lo que implica apreciar una realidad exenta de algún problema que asome de bulto una complicación. Indistintamente del tamaño que tenga. O porque pueda provocar alguna consecuencia difícil de medirse en tanto que variable política, económica o social. Incluso, cultural o religiosa. Así que no hay duda de las capacidades que detenta una realidad para ocultar secretos. Aunque también, para inducir ideales cuyas interpretaciones deparan no sólo códigos de vida. También, conflictos derivados de especulaciones elucubradas a su alrededor.

Sin embargo las realidades políticamente observadas, ostentan contenidos cuyos análisis sirven de fatua contemplación a quienes usufructúan la vida política a manera de oficio aventurero. Pero al mismo tiempo, debe tenerse claro que contienen verdades capaces de desnudar ocultaciones. O consideraciones solapadas que se han prestado para maquinar conspiraciones contra fundamentos de desarrollo, progreso, crecimiento y bienestar. 

Las realidades que retienen a Venezuela en la más oscura encerrona económica, con el bochornoso propósito de mantener sus capacidades y potencialidades atrapadas en un estado de inadmisible atraso que beneficia a usurpadores, holgazanes y malandrines, siguen invernando sin que hasta ahora sean liberadas de tan recóndita prisión.

El discurso en torno al restablecimiento o recuperación de la democracia, tiene una difícil lectura. Más complicada de lo que las emociones pueden motivar en toda persona que ansíe que Venezuela salga del marasmo en que el régimen oprobioso y corrupto, la insumió. Es más que aceptar simplemente la estrategia de “cese a la usurpación-gobierno de transición-elecciones libres”. Aunque ésta se cimienta sobre consideraciones absolutamente necesarias. Sobre todo, deseadas y esperadas (tan pronto como las circunstancias lo permitan). Sin embargo, no todo es tan inmediato de adelantar o alcanzar como pueda suponerse. Debajo de cada evento, las realidades enfundan serios inconvenientes cuyas soluciones comprometen difíciles decisiones. 

Esto deja ver que las realidades siguen comportándose con desconfianza y temor. Acá vale indicar que el despliegue del componente militar estadounidense asentado en el Pacífico (Comando Sur), es resultado de una determinación debidamente estudiada y suscrita por las flotas inglesa, francesa y holandesa. La misma, dirigida “en primera instancia” a depurar canales de navegación contaminados por el narco-tráfico. Negocio éste que llevan un signo político cuya conjuración obedece a opacos intereses anclados en Venezuela. 

Realidades que fingen ilusiones

Pero más allá de lo que estas acciones representan, las realidades siguen prestándose a ocultar ciertas verdades cuyas consecuencias son crudamente demoledoras. En su mira u objetivos, está la aniquilación del mundo libre. O someterlo a directrices y procesos fundamentalistas lo cual revela lo que se esconde debajo de lo que a simple vista se percibe. 

Tan peligrosa operación, pone en aprieto no sólo la integridad y clamada paz del país, tanto como la de países contiguos. También, la seguridad, estabilidad y garantías económicas, sociales y políticas de países situados al norte del subcontinente en ciernes. 

Innegablemente que ante lo que acontece, además cuesta advertirlo dado lo entrampada de tan disímiles causas, todas disfrazadas actuando en nombre de ideologías oscuras y pervertidas, el problema adquiere una connotación que trasciende del plano de la apariencia. Sus realidades, afinan lo oculto. Y justo en medio de dicho escenario, está el grave problema que representa la amenaza de un sangriento y temido terrorismo internacional y nacional que opera al interior de Venezuela. Además, constituido en “comodín” del régimen usurpador.

Pero más allá de ese escenario, se tienen razones para hurgar en lo profundo de la situación en cuestión. De prenderse un foco de violencia por la incidencia del hambre que padece buena parte de la población venezolana, en el contexto de la pandemia que ha asfixiado condiciones de toda índole, la posibilidad de un estallido social (guerra civil) es inminente. Y que de sumarse la intervención de esos cuerpos terroristas instalados en Venezuela, la dimensión del conflicto tendría amplísimas repercusiones que alcanzarían al continente en su totalidad.  Sus consecuencias, desmoronarían los esfuerzos de afianzar un esquema político que fragüe una democracia necesaria.

Quien comprenda lo que devendría de un insurrección de tal naturaleza, reconocería que una elección tal como se ha pensado en términos de tiempo, coordinación, planificación y logística, no sería un asunto de sencillo proceder. Particularmente luego de advertir otras trabas que de razón política, interferirán en un proceso eleccionario considerado con base en pretensiones democráticas. En el fondo de una situación de tan delicada dinámica, emergerán problemas relacionados con intereses solapados y disfrazados. Y para lo cual, habrá que negociar la participación de tales factores atendiendo la fuerza que respaldaría su presencia como un actor político más.

Pensar de manera distinta a lo que estos escenarios comprometen en potencia, es un garrafal error. Frente a esto, se cuela la tesis de la ocupación o intervención orientada a adecuar el soporte de procedimientos conducentes a alcanzar el equilibrio que podría garantizar una correlación de factoras políticos apuntados hacia un ejercicio gubernamental alejado del riesgo que significaría la emergencia de nuevos y mayores conflictos proyección internacional. Generados desde Venezuela. Sin duda, dichos escenarios configuran lo que la teoría política describe cuando refiere el peligro de obviar la inminencia de enfrentar “realidades al desnudo”.

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