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#Recomendado El acoso psicológico en el aula: Testimonio de un doctorante

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Saúl Alfonso Esparza RodríguezFebruary 17, 2020

Una de las principales motivaciones para escribir este artículo es una experiencia que viví como estudiante de doctorado. Durante un espacio de dos años, fui objeto de acoso psicológico por parte de algunos compañeros del posgrado que actualmente estoy cursando. Derivado del interés personal que envuelve este tema, así como de mi formación como investigador, me di a la tarea de hacer una revisión de los trabajos de investigación realizados acerca del tema del acoso psicológico en las aulas, con el fin de alertar a la sociedad de un problema real al que todos estamos expuestos. Mi intención es prevenir y evitar que acontecimientos de este tipo sea normalizados en espacios comunes dedicados a la educación.

Para aquellas personas que no estén familiarizadas con este término, el acoso psicológico es una forma de abuso emocional que se define como un conjunto de comportamientos realizados por el abusador de forma intencional y hostil, durante un tiempo frecuente y prolongado, con el fin de vulnerar en algún sentido a una persona o grupo de personas (Aquino y Lamertz, 2004; Doyle, 2001; Hirigoyen, 2001; Lewis y Orford, 2005; Leymann, 1996; Quine, 1999; Salin, 2003; Soares, 2002) citados en (Justicia et al., 2006).

“Una persona que sufre de acoso psicológico muestra afectaciones tales como la pérdida gradual de la autoestima, la seguridad en sí misma, así como un cambio en la percepción de sus capacidades personales con una orientación negativa”.

El acoso psicológico debilita anímicamente a una persona, dañando su autoestima, generando miedo e inseguridad, haciéndole cuestionar su reputación, su rendimiento escolar o profesional, en donde el aspecto psicológico es afectado sensiblemente. (Martínez-Otero Pérez, 2017). Asimismo, se han identificado situaciones relacionadas con trastorno de estrés postraumático, trastorno por ansiedad generalizada e ideación suicida, irritabilidad, hipervigilancia y desconfianza, paranoidismo, depresión y somatizaciones (Acosta-Fernández et al., 2017).

Existen dos elementos importantes que definen una situación de acoso Parés (2006), por un lado, los denominados “actos de marginación”, que es el comportamiento mostrado por la persona afectada en donde se aísla del grupo social al que pertenece; y por otro lado, el elemento grupal del acoso moral, en donde otros individuos son partícipes en este tipo de fenómenos, tanto directa como indirectamente. 

Específicamente en términos de la actividad profesional, Parés definió el concepto mobbing como el acoso psicológico en el trabajo que tiene como objetivo destruir la estabilidad psicológica de un ser humano a través del descrédito (Parés, 2005). En términos concretos, el mobbing se practica acosando grupalmente de tal manera que la víctima “estigmatizada” no pueda defenderse, ni pueda hablar, o si lo hace se procura que su palabra no tenga valor. Por lo tanto, en estos casos la indefensión de la persona afectada proviene de la pasividad de los testigos que permiten la desvalorización gradual de otro ser humano, aún y cuando participen en el proceso en forma indirecta.

Considerando mi caso, me identifico con los aportes de los investigadores arriba mencionados; lo relaciono claramente con situaciones que viví en el salón de clase. Por ejemplo, en las sesiones que participé, sufrí distintas formas de hostigamiento, generalmente en términos de comentarios orientados a evidenciar una falta de conocimiento de mi parte en los temas vistos en las sesiones, burlas hacia mis propuestas en clase, además de críticas hacia mi estilo personal o de la forma de expresarme. Todo esto se trasladó además a medios digitales, donde incluso se compartieron imágenes (memes) que sugerían una falta de capacidad de mi parte en el manejo de ciertos temas.

“El mayor peligro que el acoso y el hostigamiento representan para la salud mental y la estabilidad emocional de una persona se encuentra en el aislamiento”.

Dentro de ese periodo de tiempo, uno de los temas de mayor sensibilidad que debí enfrentar fue una situación de calumnia en la que se puso en tela de juicio mi ética profesional sugiriendo que uno de mis trabajos había sido plagiado. Esta situación me provocó diferentes emociones negativas tales como molestia, intimidación para expresar mis ideas, intranquilidad y ansiedad, lo cual incluso llegó a afectar la forma en cómo me relaciono con mi familia.

Lamentablemente, en México los casos relacionados con el acoso muestran estadísticas alarmantes. De acuerdo con los resultados de PISA 2015 sobre el bienestar de los alumnos, un 20 % de los estudiantes mencionó sufrir acoso escolar al menos unas pocas veces al mes, además un 13 % de la comunidad estudiantil mencionó recibir burlas de sus compañeros. Esta situación tiene efectos negativos incluso en términos de rendimiento escolar, ya que las escuelas con altos niveles de acoso escolar muestran un promedio de aprovechamiento menor en comparación con aquellas que presentan un nivel bajo en prácticas de abuso (OCDE, 2017). Asimismo, la encuesta ECOPRED 2014 de la INEGI  estima que un 32.2 % de los jóvenes entre 12 y 18 años fueron víctimas de acoso escolar o bullying, siendo en total alrededor de 1.36 millones de estudiantes.

La estadística relacionada con el ciberacoso realizada por el INEGI en 2017 a personas entre 12 a 59 años de edad, muestra que el 16.8 % declaró haber vivido alguna situación de acoso cibernético. El 46.4 % manifestó que las personas de las que recibieron algún tipo de hostigamiento son personas conocidas de poco trato o solo de vista, el 32.7 % identificó amistades cercanas como fuentes de acoso y el 22.8 % a compañeros de clase o de trabajo como los hostigadores (INEGI, 2017).

De mi experiencia puedo identificar que en una situación de acoso participan tres actores principales:

  • Persona que hostiga: Aquella persona o personas que en forma sistemática desarrollan actividades relacionadas con el acoso psicológico mediante comentarios con intenciones de hostigamiento, burlas, calumnias o falsos rumores.
  • Participantes indirectos: Aquella persona o personas que fueron parte de la dinámica del acoso sin ser perpetradores directos necesariamente.
  • Sujetos afectados: Aquella persona o personas que fueron objeto de acoso con el objetivo de vulnerar su integridad moral.

Dentro de este marco de referencia, es imperativo el desarrollo de protocolos adecuados para la detección, atención y seguimiento del acoso psicológico, en donde las organizaciones educativas participen activamente en la erradicación de este tipo de prácticas mediante la acción tutorial en todos los niveles educativos. Esto es considerado incluso a nivel Doctorado, donde las tutorías académicas son un requisito propuesto por Conacyt para el seguimiento del desarrollo de cada doctorante.

Por lo anterior, este mensaje está dirigido a todas aquellas personas que al igual que yo, sufren o han sufrido algún tipo de acoso en su lugar de trabajo o centro de estudio. Es un problema que definitivamente no se debe normalizar, por lo que considero preciso dejar como manifiesto que: ninguna persona tiene el derecho de hostigar a otra, de ninguna forma, en ningún momento, en ningún lugar y bajo ninguna circunstancia.

Después de vivir esta experiencia, creo que el mayor peligro que el acoso y el hostigamiento representan para la salud mental y la estabilidad emocional de una persona se encuentra en el aislamiento. Una persona que sufre acoso se siente fuera de contexto sin posibilidad alguna de integrarse con un grupo determinado, puesto que el ser humano es social por naturaleza. Por ello, si alguien se encuentra en una situación similar a la que yo viví, le recomendaría buscar el fortalecimiento emocional con un ser querido, con quien tenga un alto grado de confianza para poder expresarse sin temor a ser juzgado, ese es el primer paso.

En ese sentido, los especialistas recomiendan realizar un proceso de intervención que considere aspectos tales como: la disminución del nivel de ansiedad en la persona afectada, mejorar su estado de ánimo mediante la identificación y reconocimiento del problema, con el objeto de canalizar estados de ira y de resentimiento en energía positiva (una técnica conocida como desactivación emocional). También buscar el fortalecimiento de la autoconfianza, autoestima y habilidades asertivas que contribuyan a que la persona pueda retomar su desarrollo personal y profesional saludablemente.

Por parte de las instituciones, es fundamental diseñar y mantener protocolos adecuados para que una persona que sufre de acoso pueda solicitar ayuda con la confianza de que se dará un seguimiento profesional, serio y objetivo al problema. Se requiere de un trabajo conjunto entre personas e instituciones para mejorar el clima laboral o escolar mediante procesos ya establecidos.

A pesar de todo lo que viví, un factor que rescato como “positivo” es la decisión de canalizar esa sensación de incomodidad y molestia enfocándome en mis proyectos de investigación y, con ello, tener mayor productividad científica durante mi proceso de formación como investigador, el cual culmina en 2021.

Acerca del autor

Saúl Alfonso Esparza Rodríguez (saul.aer@gmail.com) es estudiante de Doctorado en Administración en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, México. Es investigador en Ciencias Sociales y autor del libro “La ciencia de las pymes y el método científico de la competitividad”.

Referencias

Acosta-Fernández, M. et al. (2017) ‘Condiciones psicosociales, violencia y salud mental en docentes de medicina y enfermería’, Barranquilla (Col.), 33(3), pp. 344–354. Available at: https://search.proquest.com/docview/1984765584/2DD9F615AA954FDCPQ/217?accountid=43592.

Ayala, A. D. V. (2016) El acoso psicológico o mobbing en instituciones de educación superior. México D.F.,Disponible en: https://optisnte.mx/wp-content/uploads/2016/09/request-9.pdf

Cadavid, A., Toro, V., y Alzate, L. (2017). ¿Cuáles son las causas y consecuencias del acoso laboral o mobbing? Revista electrónica psyconex, 8(13), 1-10. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4352437

INEGI (2014). “Encuesta de Cohesión Social para la Prevención de la Violencia y la Delincuencia (ECOPRED) 2014” Disponible en: https://www.inegi.org.mx/contenidos/programas/ecopred/2014/doc/ecopred14_presentacion_ejecutiva.pdf

INEGI (2017). “Módulo sobre ciberacoso 2017”. Ciudad de México. pp: 1-24. Disponible en: https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/boletines/2019/EstSociodemo/MOCIBA-2017.pdf

Justicia F., Benítez, J., y Fernández de Haro, E. (2006). Caracterización del acoso psicológico en el contexto universitario. Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 22(3),293-308.[fecha de Consulta 6 de Febrero de 2020]. ISSN: 1576-5962. Disponible en:   https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=2313/231317121004

Martínez-Otero Pérez, V. (2017) ‘Acoso y Ciberacoso en una muestra de alumnos de educación secundaria, Profesorado. Revista de currículum y formaciòn del profesorado., 21. Available at: http://www.redalyc.org/pdf/567/56752489014.pdf

OCDE (2016) PISA 2015 Results (Volume I), Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, [OCDE] nota País. México. doi: 10.1787/9789264266490-en.

Parés, M. (2005). ” Mobbing: Conociendo al grupo acosador desde la antropología”. Conferencia Magistral. XIII Coloquio Internacional de Antropología Física “Juan Comas”. Campeche-México. Disponible en: https://suportmututic.files.wordpress.com/2014/11/conociendo-al-grupo-acosador.pdf

Parés, M. (2006). “La Detección del falso Mobbing”Congreso Latinoamericano de Psicología Jurídica y Forense.On-Line. Acreditación. Publicado en el Boletín Electrónico de Psicología Jurídica (on line) (réf 3-8- 06) Disponible en: http://www2.izt.uam.mx/amet/vcongreso/webamet/indicedemesa/ponencias/Mesa%2019/Paresm19.pdf

Fuente Tecnológico de Monterrey México

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