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Venezuela un Estado deletéreo y criminógeno Por Gervis Medina

¡Perdonen mis lectores! No escribo, nada alentador que defina el término de la situación política y económica para los siguientes años; todo lo contrario, después de investigar y analizar desde el punto de vista antropológico, sociológico, económico y criminológico, la crisis que vive el país, les terminaré aguando el resto de los años con las siguientes palabras y les confieso ¡no es mi intención!

Influenciado por el periodista Guillermo Cano Isaza, director del diario “El Espectador”, quien hablaba de “una mafia sin corazón y sin alma que disponía de la vida de los colombianos en beneficio de su negocio”. En unos de sus editoriales conseguí uno de sus artículos que me ponen los nervios de punta, cuando él en 1984 visualizó lo que le venía a su país. Y que para mí análisis es lo que estamos viviendo en este momento aciago, del cual me permito citar.

“La ira, es más que justificada y no resulta mala consejera cuando ocurren hechos que ofenden a un pueblo e inmisericordemente destruyen sus valores, lo humillan, lo degradan, lo postran, por obra de los que con vileza cínica lo engañaron al pedir sus votos en busca de un poder político que utilizaron indignamente, con el apoyo de sus cómplices y alcahuetes en empresas privadas y en los directorios de los partidos políticos, para delinquir en todas las formas, robando, estafando, cometiendo fraudes inconcebibles, concusión, sobornos; en suma, la lista completa de los atentados contra la propiedad ajena citados en el Código Penal”.

No es sencillo, tomar determinaciones e invitar a usurpar de golpe el Poder y el Gobierno. Hay quienes ofrecen un camino llamado salida democrática, basado en el crimen, odio muerte y destrucción. Esto es producto de la vesania y locura de una sociedad que se está suicidando, que ha sido corrompida y golpeada en su moral y ética por los Gobiernos que han actuado como un “Estado deletéreo y criminógeno”.

El Estado deletéreo y criminógeno, funciona como delito organizado que genera diferentes modelos de negocios dentro del propio Estado y a su vez, los mecanismos para permitir una aparente legalidad y constitucionalidad de tales ilícitos. Existe una mezcla de cleptocracia, corrupción y narcotráfico.

Además, considero que éste “Gobierno” ha llevado al “pueblo venezolano” a un axioma de debilidad moral, donde no pueda reclamarle a sus líderes sus faltas morales, porque también las han cometido. Y además justificarlos, como comentarios “ellos roban y dejan robar” o “a mí no me den, pónganme donde haiga”.

Estos “Estados” son controlados por una pequeña élite que está conformada por familias dominantes o pequeños grupos de poder, que se define como un oligarca con poder político y gran poder económico oculto a través de testaferros, o una mezcla de estos. Usan fondos del Estado para pagar coimas a cambio de apoyos incondicionales de políticos, diputados, medios, periodistas, jueces y similares.

Como vemos, Venezuela es uno de los “Estados Deletéreos y Criminógenos”, donde participar en el gobierno, es una oportunidad para desarrollar negocios con aparente marco de legalidad. En la misma medida que el gobierno crea la gran oportunidad de generar dinero de forma muy rápida y muy fácil, a través de la distorsión económica y del control de cambio, hace que todo el mundo quiera hacerlo también. Es en este sentido, que este gobierno es criminógeno, que promueve la criminalidad y la desviación del Poder.

Funciona como delito organizado, genera diferentes modelos de negocios con aparente marco de legalidad, dentro del propio Estado y a su vez, los mecanismos para permitir tales ilícitos.

En nuestro caso, lo están facilitando porque existe un sistema perverso, que inicia desde los órganos y entes del Estado en todos los niveles de gobierno, pasando por la venia y custodia de funcionarios que resguardan la patria (FANB), policías nacionales, regionales, municipales de investigación y prácticamente el Sistema de Justicia, está desmontado por no existir “Estado de Derecho”; lo que hace imposible que se haga justicia, o por lo menos que se haga justicia en Venezuela, convirtiéndose en la sastrería jurídica del poder ejecutivo y legislativo.

Este tipo de organización criminal, le ha ganado la guerra a las Instituciones que poco funcionan por casos graves de corrupción, la actuación permisiva del Estado y los excesivos controles en todos los campos de la vida pública llevaron a Venezuela a ocupar el último lugar en el índice de percepción de corrupción de transparencia internacional.

En los últimos 20 años, los venezolanos nos hemos adaptado a la eterna diatriba entre chavistas y opositores, no hay calle, transporte público, o lugar de esparcimiento en donde no encuentres una airada discusión política. Hace unos años atrás, seguro te encontrabas con ese fanático de la revolución que defendía el proceso a capa y espada, seguramente apoyado por otros tantos camaradas que justificaban cuanta locura hicieran desde Miraflores. Hoy otro gallo canta, la realidad es otra, Venezuela es otra.

Hoy en día existe un hecho político que nos interesa como ciudadanos y que debemos identificar, para salir de esta sociedad criminógena y del Estado deletéreo que brinda opresión, miseria y muerte, a través de lo que denomino el “darwinismo social” y el axioma “homo homini lupus est” El hombre es el lobo del hombre.

El chavismo para jugar a la democracia en sus inicios, tuvo que configurarse su propia oposición, como un traje a la medida, con el visto bueno de su sastrería jurídica (TSJ) y su órgano legislativo pretoriano, a lo que llame en su momento la asamblea perro caliente. Así pues, a través de la infiltración, la corrupción, la amenaza y la selección de perfiles particulares de personas, cuya forma de comprender la política no le era peligrosa, comenzó a configurar una oposición muy útil en los tiempos de conflictos.

Una oposición que siempre tuviese presta a jugar un juego democrático que el régimen controla, una oposición que no jugara coraje, una oposición que relativizara lo moral, una oposición tan pacífica, constitucional y electoral como fuera posible. Una oposición que donde usted ve show, palangrismo, ellos ven campañas napoleónicas. Como son más inteligentes y cultos, ellos ven lo que nosotros no podemos ver. Ellos ven claves ocultas detrás de todo, ellos ven cosas que ni usted ni yo (ciego que somos) podemos ver. Donde usted ve a un grupo de criminales, ellos ven chavistas originarios y perfectos.

Son unos genios políticos, nunca se equivocan, ellos no ven lo que todos vemos. Para usted que me lee, y que a lo mejor está pensando que eso no debería ser así, le dejo claro que esa oposición, perfectamente configurada, es en última instancia una garantía de impunidad para que los personeros de la coalición dominante, salgan ilesos de su responsabilidad frente al momento histórico más oscuro, tenebroso y mortal que ha vivido la historia republicana de Venezuela.

Una oposición que usted les hace preguntas, que ellos no contestan, pero no porque vayan a quedar mal, sino porque no pierden el tiempo en responderlas. ¡Eso sí, cuando vienen elecciones hasta bailan!

Necesitamos unos líderes serios, con coraje, honestos. Para establecer un cambio de sistema político, de la forma de hacer política y de los actores políticos que aparecen en cuanta olla podrida se destapa. Que sea divisionista con los políticos que realicen negocios turbios y corruptos. Que sea radical con el corrupto y el que se preste a colaborar con la coalición dominante.

La sociedad venezolana necesita una opción política, para desplegarse a través de una representación que pueda llegar al poder y hacerla realidad para todos nosotros. Que se sea un agente generador de prosperidad, paz y bienestar a la población

Sólo los hijos de la era acabarán con este régimen, y costará por lo menos dos generaciones en resolver la situación de una sociedad criminógena y un Estado deletéreo.

La cultura del “dinero fácil” se impuso en demasiados frentes limpios de nuestro país, y no hablo ¡ya! de un Narco-Estado, sino del maridaje oprobioso del dinero y la política, dentro del marco deletéreo del gobierno, de los directorios de partidos políticos y agrego ahora “los bufetes de abogados del país”; en lo que es, hasta ahora, la cumbre del clientelismo destructor.

Una corrupción monstruosa, que denuncio con claridad espantable y con singular valor civil, que marca también un estruendoso contraste con el encubrimiento, la pasividad y el sometimiento de sus inmediatos antecesores, durante cuyos períodos ocurrieron muchos de los hechos aterradores, que ahora enfurecen a los ciudadanos y que me permito decir con claridad que se robaron a Venezuela.

Estoy comenzando a creer, que no ha nacido el líder que entienda la desgracia de Venezuela, no pierda el tiempo en politiquería y se dedique a formar un movimiento transformador de liberación, que se lleve por los cachos al Estado criminógeno de Maduro y su gente, además de sus cómplices la oposición.

Si no logramos exigir eso, seguiremos siendo una sociedad de mendigos. Con el eterno retorno de los mismos.

Gervis Medina

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