Después de caminar, correr, volar y de arrastrarse por medio mundo, el llamado Coronavirus, que ha producido miles de muertos en casi todo el mundo, ha llegado al país. Algunos especialistas han dicho que llegó hace rato, pero una de las manías mas reiterativa del gobierno es mentir, mentir de verdad, al parecer estuvo ocultándolo hasta que le estalló en la cara.

El gobierno ha ordenado una cuarentena en todo el país, lo ha paralizado y lo ha llenado de incertidumbre, de preocupaciones y de miedo lo que nos hace pensar en dos cosas: o esto es más grave de lo que parece y como siempre el gobierno ha demostrado una incompetencia mayor de lo que siempre le hemos atribuido y de nuevo fue sorprendido con los pantalones debajo de los tobillos o han usado la presencia cierta y amenazante del virus para mantener al país desmovilizado y la calle totalmente vacía.
Y en ese sentido, se pretende naturalizar y normalizar la emergencia sanitaria y con ello la maquinaria del gobierno esta limitando garantías y libertades constitucionales
La llegada del Coronavirus al país, nos llega en uno de los peores momentos del sistema de salud quien muestra la mayor vulnerabilidad, con la reaparición de enfermedades que habían sido erradicadas desde la década de los sesenta, como la fiebre amarilla, la malaria, la tuberculosis, difteria y un largo etc.
También nos encuentra en el punto más bajo del rendimiento de los servicios públicos que están en la más pura ruina y que incluye problemas en el abastecimiento de combustible (gasolina y gas), el servicio eléctrico, aseo y agua potable, y, es bueno en decirlo, nos encuentra también, con la más baja calidad de su liderazgo.
El gobierno ha pedido que no se politice la presencia definitiva del virus, pero es el primero que lo hace con observaciones, en varias direcciones y con diferentes objetivos, del tipo: el imperio y el bloqueo impide la compra de medicamentos, la critica mal intencionada del cierre de la frontera que hizo la “pérfida Colombia”, cuando es una política recurrente de todos los países del continente y nadie ha hecho observaciones del tono que Maduro le hace a Colombia, la confrontación del modelo chino en la gestión de la crisis contra lo que él llamo el modelo capitalista de occidente, ignorando que el virus tuvo su origen en China y su expansión se debió a la negligencia de sus dirigentes en controlarlo
Puede decirse, además, que la prueba de mayor bulto de la politización que ha hecho el gobierno es precisamente el retardo de su reacción lo cual puede producir resultados indeseables en la gestión de la crisis, de allí, que, supuestamente, para evitar que la amenaza se materialice en el país ha nombrado la, ya tantas veces citada, comisión integrada por gente que no tiene la formación ni la competencia en el área epidemiológica y, para decir verdad, en ninguna otra área. La comisión está presidida, ya lo dijimos en una entrega anterior, por Delcy Rodríguez y cuenta además con la presencia, como en casi todo, de Padrino López, que nadie sabe qué carajo hace en una comisión como esta. Lo malo de esta comisión, entre otros detalles, es que piensa que el problema no es el coronavirus sino el capitalismo.
El país está paralizado, (nunca antes la expresión de que Venezuela es como un cuero seco, se pisa por un lado y se levanta por el otro, parece más verdad y el gobierno ha usado el asunto del coronavirus cuya presencia, qué duda cabe, está entre nosotros, produciendo estragos, para tapar, lo que también es evidente: no hay gasolina, no hay gas, el sistema eléctrico es calamitoso y el sistema de salud pasa por la crisis más severa en los últimos sesenta años, regresando a los lejanos tiempos en la que la tuberculosis, la malaria, la difteria y la disentería nos mataba y que hoy ha vuelto hacerlo). El país tiene miedo. Un parte significativa de la población, los que también son los más vulnerables, piensan en el futuro inmediato, digamos que ese futuro es la semana próxima y las siguientes, piensa si habrá alimentos, piensa si habrá gasolina y si puede usar su vehículo en caso de una emergencia o de trasladarse para comprar lo que pueda comprar en algunos de los supermercados que bien pudieran estar desbastecido y si además puede comprarlos. Ese es el futuro en el que está pensando la mayoría.
El gobierno, al contrario, el único tiempo que vive es el presente que se lo quiere imponer a todos. Un presente continuo en la que él solo se presta a hablar a través de voceros epidemiológicamente no autorizados que dan un reporte anodino a diario, mientras tanto la gente encerrada en sus casas carece de una propuesta que le permita vivir de manera más aceptable su confinamiento.
En fin estamos en presencia de de algo inédito. El coronavirus es el espejo que refleja con una fidelidad increíble todas nuestras carencias y vulnerabilidades. Bien pudiera ser que el Coronavirus se convierta en el cisne negro que cambie el curso de nuestra historia, la cuestión es que no sabemos la dirección que este nuevo curso pudiera tomar.
@RojasyArenas
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