Los resultados del 25 de mayo imponen un análisis y reflexión. Este debe estar desprovisto de estereotipos, pasiones y visiones sectarias y excluyentes. Esto aplica para quienes estamos empeñados en abrir cauces democráticos a la martirizada Venezuela.
Desde el punto de vista estrictamente electoral, los resultados del domingo representan una derrota para todos los factores políticos intervinientes. Aunque parezca paradójico y contradictorio afirmarlo.
Fuimos derrotados estrepitosamente quienes llamamos a la participación y al voto como forma de protesta ciudadana frente al grotesco fraude del 28-J.
Hay que admitir que una Venezuela sumida en la desmovilización, y la calamidad económica y social. Además, el miedo y la desconfianza frente a un árbitro electoral que ya se había robado sus votos, prefirió refugiarse en la abstención. Finalmente, simplemente ver con indiferencia los comicios parlamentarios y regionales.
El sector de la oposición que llamó militantemente a la abstención, caería en un auto engaño si pretendiera que el ausentismo del 25-M obedeció a sus directrices. Esto ya algunos lo han hecho. Si fuera así, resulta imperdonable no utilizar esa capacidad de liderazgo para un plan político que acelere la transición democrática. Tal como ya lo fue el 28-J.
Igual ejercicio de auto engaño, o engaño deliberado, ocurre con el gobierno y su partido. Ya no encuentra fórmula algebraica que le permita esconder su patética condición de minoría. Sin duda, estas maniobras de matemática electoral tienen una compensación. Es el ejercicio de un poder más represivo y brutal, para el cual no son necesarios ni votos, ni apoyos civiles.
Ahora bien, luego de este apretado balance que por supuesto involucra visiones subjetivas y personales, cobra relevancia una gran pregunta:
¿QUE HACER?
Y sus respuestas y consideraciones deben tener en primer lugar un objetivo claro:
Es crucial reagrupar, reanimar y darle una conducción asertiva y exitosa a esa gran mayoría política, social, ciudadana y electoral. Esta mayoría generó la amplia victoria del 28-J. Hoy no solo está dividida en liderazgo político, sino desanimada, desconcertada y desmovilizada desde el espacio ciudadano. Este espacio es realmente relevante.
La primera tarea, a mi modesto juicio, sería hacer un alto. Parar en esa despiadada campaña que utilizamos para confrontarnos quienes compartimos el mismo espacio político. Aunque tengamos diferencias abismales, compartimos el mismo propósito de cambio democrático.
Es patético y lamentable ver cómo el lenguaje y estilo político impuesto por Chávez y el Chavismo se basan en el insulto, la intolerancia y la liquidación. No solo del adversario sino de cualquier postura disidente. Ha terminado por permear y ganar espacio en el trato con quienes podemos tener divergencias de ideas. Sin embargo, como demócratas, debemos tratarnos con respeto y tolerancia.
Lo primero dentro de esa desafiante tarea de reconstruir la unidad en la diversidad de fuerzas, movimientos y sectores democráticos, es generar un clima para el debate. Debemos concluir en un plan de acción, una táctica y una estrategia. Esto busca materializar el deseo de cambio expresado por la ciudadanía el 28-J. Para ello, es absolutamente necesaria la unidad de todas las fuerzas políticas y sociales con ese propósito.
Quizás sea demasiado pronto para dejar atrás las «heridas» por el ataque sin piedad. Esto ocurre entre quienes simplemente tenían divergencias tácticas expresadas en el dilema:
¿Votar o no votar? Esto en muchos casos privilegiaba «el fuego a los lados». En lugar de la confrontación con un adversario que ha demostrado brutalidad para golpear a los opositores sin mayores diferenciaciones.
Mi llamado a reconstruir la unidad opositora, aun con su exagerada diversidad e intolerancia, no es ingenuo. Tampoco tiene una dosis mínima de romanticismo. Esto es inadmisible en un hombre con más de seis décadas de actividad política y militante. Es una conclusión extraída no de una reflexión compleja, sino del sentido común. Sin una unidad de fuerzas opuestas por vías democráticas a la continuidad del desastre actual, ese objetivo será postergado y la responsabilidad recaerá en aquellos que no privilegian el objetivo unitario.
…
Comment here