Junto a la conmoción y la indignación expresadas por el atentado contra Donald Trump, otro mensaje recorrió las numerosas declaraciones de los líderes mundiales: que algo tiene que cambiar.
Desde Abraham Lincoln hasta Shinzo Abe, los asesinatos políticos no son nada nuevo: solo en la década de 1960, en EE.UU., fueron asesinados dos Kennedy, el defensor de los derechos civiles Martin Luther King y el activista negro Malcolm X.
Pero tampoco se puede negar que la creciente polarización que hoy se observa a nivel mundial está llegando a su conclusión final en forma de actos de violencia.
Varios líderes advirtieron que el tiroteo del sábado en Pensilvania representaba un problema más amplio al que se enfrentan las democracias de todo el mundo.
La retórica extrema amplificada por las redes sociales está desembocando cada vez más en ataques en el mundo real.
En América Latina, el candidato presidencial ecuatoriano Fernando Villavicencio fue asesinado a tiros a la salida de un acto de campaña en agosto del año pasado.
Mientras tanto, Brasil fue testigo de su propia versión de los disturbios en el Capitolio de EE.UU., cuando los partidarios del derrotado presidente Jair Bolsonaro arrasaron la capital, Brasilia, saqueando el palacio presidencial y otras instituciones nacionales.
De Abraham Lincoln a Shinzo Abe, los asesinatos políticos no son nada nuevo: solo en la década de 1960 en Estados Unidos fueron asesinados dos Kennedy, el defensor de los derechos civiles Martin Luther King y el activista negro Malcolm X.
Pero tampoco se puede negar que la creciente polarización que se observa hoy en día en todo el mundo está llegando a su última conclusión en forma de actos de violencia.
Varios líderes advirtieron que el tiroteo del sábado en Pensilvania representaba un problema más amplio al que se enfrentan las democracias de todo el mundo. La retórica extrema amplificada por las redes sociales está desembocando cada vez más en ataques en el mundo real.
“Es un fenómeno que no es exclusivo de Estados Unidos”, declaró el domingo a la prensa el Primer Ministro australiano, Anthony Albanese.
“Debemos bajar la temperatura del debate. No sirve de nada la escalada de retórica que vemos en algunos de nuestros debates políticos, discursos políticos en el mundo democrático”.
Los problemas de la democracia occidental, de la que Estados Unidos es un claro ejemplo, son un argumento que las autoridades comunistas chinas suelen esgrimir.
Asia, en particular, ha sido testigo de una oleada de violencia contra líderes políticos en los últimos años, cuyo ejemplo más evidente fue el asesinato de Abe, exprimer ministro de Japón, en julio de 2022.
A pesar de que Japón cuenta con estrictas leyes de control de armas, un asaltante utilizó un arma de fabricación casera para disparar dos veces a Abe en un acto de campaña, teniendo como objetivo al líder de alto perfil debido a sus vínculos con una iglesia que, según el sospechoso, llevó a su familia a la bancarrota al pedirle donaciones excesivas.
Unos meses después, el exdirigente pakistaní Imran Khan recibió un disparo en la pierna en un acto público, ataque del que culpó a sus oponentes políticos.
En enero de este año, el líder de la oposición surcoreana Lee Jae-myung fue apuñalado en el cuello en un acto público.
El agresor fue condenado a 15 años de prisión por el ataque a Lee, considerado uno de los principales candidatos de cara a las próximas elecciones presidenciales de 2027.
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