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De cómo funciona el cerebro de la cúpula chavista cuando tiene miedo Por el Sociólogo Ender Arenas Barrios

En varias entregas semanales he señalado al miedo, como una de las causas, creo que la más importante de todas, que ha inmovilizado a los venezolanos para reasumir las manifestaciones y volver a tomar las calles como ocurrió en abril de 2002 y algunos años después como en 2012, 2014, 2017, 2019 y posterior al fraude electoral cometido por el régimen en las elecciones del 28 de julio de 2025.

Todo ese movimiento de calle especialmente activado por jóvenes terminó en cientos de asesinatos y detenciones cometidos por el régimen.

Entonces, cómo no sentir miedo. No cualquier miedo. El miedo que hoy ha paralizado a los venezolanos no es ese miedo individual que se produce, cuando sentimos que, a medianoche, alguien ha entrado a nuestra casa, que ha abierto sigilosamente la puerta de nuestra habitación y en medio de la más absoluta oscuridad y de la más absoluta parálisis de nuestro cuerpo, el intruso, con un arma, preferentemente un filoso cuchillo, se presta a agredirnos. Pues, bien, no, no es ese miedo. Es un miedo que se ha producido por la eficacia de la maquinaria represiva del régimen.

En efecto, la consecuencia de la acción represiva del régimen que, en ese aspecto sí ha mostrado su letal eficacia, ha producido la percepción en la gente (y no solo la percepción, sino también el sufrimiento) de una amenaza a su integridad física que se ha materializado en la tortura y el asesinato de opositores.

Ese miedo se ha generalizado y se ceba en toda la sociedad más allá de los sectores opositores, por la destrucción (casi deliberada) de las condiciones materiales de vida de toda la población (pobreza, inflación, desempleo, etc.). Es un miedo social.

 Ellos son, como dice N. Lechner, los miedos visibles. Escondidos detrás de estos, están esos que llamamos miedos difusos que lo han corroído todo.

El régimen hasta ahora lo ha logrado: Creó una cultura del miedo.

Pero, del miedo del que quiero hablar es el miedo que se ha apoderado de los personajes más conspicuos del régimen, empezando por Maduro, pasando por Diosdado Cabello y terminando con Vladimir Padrino López. En el medio entre estos tres personajes hay otros que, también tienen un miedo cerval, son personajes impresentables, pero son demasiados y no hay espacio.

El miedo que se ha apoderado de la cúpula del régimen la percibimos, nada más al mirar al Maduro de estos días, de cómo va de un estado de ánimo a otro, del: “¡Aquí estoy, los estoy esperando, vengan por mí, no les tengo miedo, cobardes!” al “Estimado, respetado y Excelentísimo presidente Donald Trump” y terminando con: “Qué quiere, qué desea, lo que sea, yo lo tengo y se lo ofrezco: petróleo, oro, uranio, tierras raras, lo que Ud. quiera”.

El miedo de Maduro va así desde la ira a la inseguridad. He consultado con médicos amigos, para satisfacer mi curiosidad de cómo se expresa fisiológicamente ese miedo. Les resumo aquí lo investigado: En Nicolás Maduro se han movilizado tres sectores de su cerebro donde se ha manifestado, con claridad su miedo:

En primer lugar, el Tálamo, este se encuentra en la parte más profunda del cerebro, en lo que se llama el Diencéfalo, ha enviado señales sensoriales a sus ojos (los de Maduro). Uds. Amigos lectores pueden ver cómo, estos lucen desorbitados y ojerosos y empiezan a tomarle media cara; en segundo lugar, la Amígdala, que es quien ha determinado la amenaza que significa la presencia de la enorme fuerza desplegada por los norteamericanos en el caribe que hasta ahora se ha limitado a bombardear pequeñas embarcaciones  en el caribe y en el Pacifico oriental (que ha dejado ya más de cincuenta personas asesinadas) y a dibujar enormes miembros viriles en el cielo del caribe venezolano y, finalmente, el hipotálamo, situado en la base del tálamo, cuya activación está expectante entre luchar y huir.

Estaríamos agradecidos al hipotálamo de Maduro, si emitiera la orden de: “¡Huye! ¡Huye!, que para luego es tarde”

No todos los miembros del alto mando de la dictadura reaccionan igual ante el miedo que hoy les recorre el cuerpo. Por ejemplo, les pregunté a mis asesores médicos por las formas de cómo se expresa el miedo en Diosdado Cabello. La respuesta que me dieron es que la activación del “sistema nervioso simpático” que se encarga de controlar las respuestas del cuerpo en situaciones de peligro, libera adrenalina y neurotransmisores que, en el caso de Cabello, le afectan la vejiga contrayéndola, llegándose a orinar de manera incontrolada y copiosamente. Esto fue lo que le pasó el 11 de abril de 2002, de allí el apodo con el que también es conocido: “el Mión”.

Yo supongo que eso moleste al ministro del interior y conductor del programa “Con el mazo dando”, pero el miedo es una emoción natural, que todos sentimos en ocasiones estresantes y peligrosas que desencadena repuestas de luchar o huir, claro, es bueno decir, que en Diosdado Cabello, además de afectarle la vejiga le produjeron unas ganas locas de salir huyendo y esconderse, pero eso, dada la situación vivida no es para avergonzarse, pues , bueno es el dicho que reza: “vale más que digan que aquí huyó un cobarde que aquí quedó un valiente”. Eso es normal, Incluso para aquellos que se jactan de que tienen dos pares de b…. y que al primer tiro o a la primera mirada a un “destructor americano” se orinan.

Yo, por ejemplo, no me avergüenzo de sentir dos tipos de miedo, que no me producen una micción incontrolada, pero, me paralizan: el miedo a la incertidumbre y el muy natural miedo a la muerte (la única certeza que tengo) y dejar cosas que no he podido resolver.

En el caso de Vladimir Padrino López, la cuestión es más complicada, pues, tiene la responsabilidad de manejar la “eventual resistencia armada”. Exteriormente solo vemos como posible manifestación de miedo, una palidez impresionante, pero, me informaron que puede deberse a una afección por otras dolencias de naturaleza física.

Puedo decir, también, pero esto es pura especulación, que extraigo de lo que se me ha informado, que “la adrenalina puede estar afectando su capacidad de pensar racionalmente y puede inducirle a actuar de manera primaria sin considerar cual sería la mejor opción”, espero que no se le vaya a ocurrir, dispararle un triquitraqui al portaaviones Gerald R Ford.

Otra especulación es que tal vez en la intimidad desarrolle ataques de pánico. Yo lo veo triste y deprimido y no es para menos.

Lo que si es cierto es que Padrino es el mejor actor del régimen y es muy probable que “intente esconder o suprimir sus miedos. Esto significa que tratará de reprimirlo tratando de mantener una imagen, parecer valiente, forzarse a sí mismo a mantener la calma, evitar llamar la atención” o, incluso, como lo ha hecho ya: eliminar toda evidencia de que la presencia de barcos, aviones, submarinos, portaaviones, misiles y 10 mil marines le causen miedo.

Hoy es primero de noviembre, han transcurrido dos meses y medio desde que bajo la acusación de narcoterrorismo la armada norteamericana agobia a la dictadura y la ha puesto en jaque.

Pero dos meses y medios, “están llenos de muchos días, muchas horas y demasiados minutos” y los ocupantes del gobierno pueden estar aterrados, pero, nuestra gente, esa que está sufriendo dentro del país la dictadura empieza a angustiarse de que su futuro dependa, por una parte, de la terquedad de un dictador, que ha violado sistemáticamente derechos humanos y ha causado la mayor destrucción del país desde los días de la guerra federal, que sabe que lo espera o bien una cárcel de máxima seguridad en Nueva York o en la Haya u otra cosa peor y, por la otra dependa del biorritmo de un narciso que piensa regodearse con una “victoria” fácil.

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