La Constitución Ecuatoriana establece que en el territorio del país, los extranjeros gozan de los mismos derechos civiles que los nacionales, con las excepciones que establezca la ley.
Algunas personas que contratan personal venezolano cuya presencia en el país las autoridades desconocen, utilizan esta última circunstancia para desconocer los derechos que la legislación del país otorga a todo trabajador,
independientemente de su situación migratoria. El extranjero, por su parte, en desconocimiento de la ley o en su defecto, en aras de evitarse algún problema administrativo derivado de su permanencia en esa condición en el territorio, por lo general se exime de reclamar lo que le corresponde.
Debe saberse que, en materia laboral, no hay disposición alguna que faculte a quien contrata a desconocer los derechos que se derivan de una relación de trabajo, por la circunstancia que el contratado carezca de documentación legal en el país. Eso lo saben los nacionales y deben conocerlo quien a esta tierra llega.
Una de las consecuencias perjudiciales para todos de la irregularidad del migrante venezolano, es que este compite con el nacional por los mismos puestos de trabajo con ventaja salarial pues, alguna parte del empresariado, en aras de maximixar ganancias ofrece al primero el puesto vacante por un salario menor al que debería pagarle al segundo por ley, prevalido del conocimiento de la referida situación migratoria.
Ante ello, es menester adoptar las decisiones de políticas públicas que minimicen esa situación y con élla la xenofobia que genera, lo cual –insisto- pasa porque el registro de migrantes irregulares se mantenga abierto para todos los que esta condición tienen, independientemente de su fecha de llegada al país, de manera regular o no, pertinente es definir de perfectamente la situación para migrantes y empleadores. Así, independientemente de la situación migratoria del trabajador este tiene derechos que deben ser respetados, sin perjuicio obviamente de las responsabilidades que la ley le atribuye a quien le contrató.
Mientras los venezolanos no resolvamos nuestro problema interno, la migración venezolana continuará llegando a la Región, generando con éllo problemas que los Estados receptores y sus sociedades se verán forzados de conocer. Para minimizar estos, el diseño de políticas públicas de inclusión es el mejor remedio.
En la medida que todos comprendamos que la migración, en lugar de ser un problema es una oportunidad, el país receptor de la misma y quienes a éste llegan serán recíprocamente beneficiados.
Una mafia criminal y sanguinaria tienen como rehén a la pequeña Venecia. Su liberación no depende ya de la cautiva, sino de la derrota de sus captores.
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