La liga brasileña se ha consolidado no solo como la mejor de Sudamérica, sino también como una de las más destacadas del mundo. Su creciente competitividad, el aumento del valor de sus equipos y su dominio absoluto en la Copa Libertadores —sumado a la llegada de figuras de talla mundial como «Braithwaite Nazario»— la ubican en un lugar privilegiado. Sin embargo, este éxito ha tenido un costo alto: el abandono progresivo de su esencia, convirtiéndola en una liga más del montón. Aquí les explico como el brasileirão pierde la Samba.
La polémica de Depay:
Recientemente, el Corinthians del «Brujo Martínez» se coronó campeón del Torneo Paulista tras empatar 0-0 con el Palmeiras en el partido de vuelta (1-0 en el global), pero todo quedó eclipsado por una jugada de Memphis Depay. El holandés aplicó la «Soteldinha» contra el rival histórico del club, desatando la polémica, ya que llevó a la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) a emitir un comunicado en contra de dicha acción, calificándola como «antideportiva»:
«La Comisión de Arbitraje (CA-CBF) utiliza este expediente para aclarar que adoptó la estrategia de dar a conocer el documento sobre la acción de subirse al balón con ambos pies, con el objetivo de provocación al equipo contrario y seguir la misma línea de instrucción que la Conmebol, que a su vez, brindó orientación a inicios de esta semana, a árbitros y asesores internacionales.» Una medida que será aplicada tanto en la Copa Libertadores como en la Sudamericana y será sancionada con tiro libre indirecto y tarjeta amarilla.
Depay, el protagonista de la saga, y uno de los jugadores franquicias del Brasileirão manifestó su descontento en redes sociales: «Enfoquémonos en qué reglas pueden mejorar el deporte y enfoquémonos en el lado de negocios del futbol que beneficia a los clubes, aficionados y jugadores, en lugar de estos anuncios ridículos”. Neymar, también como uno de los afectados, acompaño el discurso del holandés: «El futbol es cada vez más aburrido”.
Antideportivo es lo que le hace esta norma al fútbol. La liga brasileña, asi como el brasileirão, están en un crecimiento constante. Los equipos son más competitivos y de mayor nivel, como lo demuestra el hecho de que las últimas seis ediciones de la Libertadores hayan sido ganadas por clubes brasileños (en cuatro de ellas, ambos finalistas fueron de Brasil). Además, la llegada de jugadores como Depay o el regreso de Neymar han incrementado el interés global. Sin embargo, medidas como estas evidencian una involución: un intento de copiar modelos europeos que traicionan la esencia del «jogo bonito», ese estilo deslumbrante y creativo que convirtió a Brasil en una potencia futbolística y con el que sus jugadores son recordados.
El fútbol moderno: ¿evolución o pérdida de identidad?
Una selección sin esencia:
En los últimos años, el futbol ha cambiado, y no solo por culpa de Guardiola. Si bien es cierto, que ahora todo es mucho más físico y táctico, también ha ido acompañado de reglas que les quitan el show a este deporte. Despues del mundial de Catar, la IFAB (International Football Associattion Board) implementó las reglas “anti Dibu” que prohíbe a los porteros hacer distracciones en la tanda de penales, con el objetivo de garantizar un ambiente más respetuosos y justo. Bajo la misma excusa, la prohibición de la “paradinha” busca homogenizar el juego, sacrificando la picardía que caracterizaba a la liga brasileña y al brasileirão.
Brasil siempre ha sido sinónimo de fútbol. Durante décadas, exportó figuras como Ronaldinho, Ronaldo Nazário o Neymar, cuyo talento nació de las calles y de un estilo libre. Pero ahora, ¿Qué nuevas estrellas has salido? ¿Endrick? El declive no fue repentino; es el fruto amargo de años abandonando su esencia. Esta nueva norma no es un simple cambio reglamentario: es el golpe final a una selección que ya no intimida y que perdió su identidad. Neymar fue el último heredero del «jogo bonito» (hasta que Vinícius decida aparecer con la selección), y su ausencia, solo desvela las sombras del pasado.
¿Quién es Wesley? ¿Cómo una cantera que produjo a Cafú, Roberto Carlos y Dani Alves ahora depende de Guilherme Arana? Lula y Dorival Junior (ya lo despidieron) han recalcado la calidad de la liga y de sus jugadores, pero con una amplia diferencia entre lo que tienen y lo que se necesita. Es la peor camada en la historia de la “Canarinha”, puede que sea por el entrenador o por los propios jugadores, pero una cosa es clara: la filosofía ha cambiado y los ideales con los que juegan también. Brasil intenta producir talento, pero mientras antes teníamos a los santos de Kaká y a los fiesteros de Nazario, hoy solo quedan las polémicas y ser el mayor fan de Bobby Charlton.
El Brasileirão ha crecido económicamente y atrae a grandes jugadores, pero ha abandonado lo que lo hacía único. La prohibición de la «Soteldinha» no es solo una norma: es un símbolo de abandono a la identidad brasileña. El fútbol global avanza hacia la monotonía, donde se prioriza la «conducta deportiva» sobre la creatividad. Brasil, en su afán de competir, ha olvidado que su grandeza radicaba en ser diferente. El sello brasileño se extingue, y sin él, las nuevas generaciones serán solo una más entre tantas. El fútbol evoluciona, pero la clave está en adaptar el estilo sin perderlo. Y eso, hoy por hoy, Brasil no lo ha logrado.
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