La economía argentina está lejos de recuperarse, pero el nuevo presidente no ha estado de brazos cruzados.
El primer año de Javier Milei como presidente de Argentina ha desconcertado a sus críticos.
La mayoría consideró que sus promesas de reforma radical eran una locura o impracticables. Su afición por blandir una motosierra no ayudó.
Sin embargo, doce meses después, los escépticos, incluidos algunos ilustrados, tienen que volver a pensar.
En su primer año, el presidente ha estabilizado una economía turbulenta, al tiempo que conserva el apoyo de la mitad de la población. Aun así, se avecinan grandes desafíos.
La economía argentina todavía tiene muchos problemas, pero no se puede negar que las primeras reformas de Milei han sido audaces y sorprendentemente exitosas.
Prometió una guerra contra los burócratas, recortes brutales del gasto público y una purga de la regulación excesiva, y cumplió. Lejos de colapsar como resultado, la economía parece más fuerte.
Aunque el programa de Milei inicialmente profundizó una recesión, la producción se ha recuperado desde entonces hasta su nivel anterior a diciembre de 2023. La mayoría de los pronosticadores ahora esperan un crecimiento moderado este año. La inflación ha caído de más del 20% mensual a menos del 3% mensual, todavía alta, pero un progreso notable aun así.
Ha cerrado ministerios, recortado el gasto público y ha hecho que el balance presupuestario del gobierno pasara de ser deficitario (excluyendo el pago de intereses) a ser superávit. Los inversores están impresionados: la prima que exigen sobre la deuda pública argentina ha caído drásticamente.
El mayor revés fue un aumento inicial de la tasa de pobreza de alrededor del 40% a más del 50%, pero según la última estimación del gobierno, la tasa ha vuelto a caer a su nivel anterior.
Milei todavía cuenta con el apoyo popular. Ayuda el hecho de que advirtió a los votantes que las cosas tendrían que empeorar antes de mejorar -y si el crecimiento continúa, las cifras de pobreza deberían mejorar aún más-. Pero sus reformas, como también señala, están muy lejos de estar completas.
Por el momento, puede buscar una mayor desregulación gracias a una ley que amplió su autoridad legislativa durante un año. Cuando ese acuerdo caduque, tendrá que tratar con el Congreso Nacional argentino, donde su partido es minoría.
El mayor desafío de Milei será gestionar la transición prevista de Argentina a una economía (en su mayoría) dolarizada.
Durante su campaña, prometió cerrar el banco central y adoptar el dólar de golpe. Una vez en el cargo, adoptó una estrategia más factible, aunque no menos radical, de “dolarización endógena”, es decir, ayudar a los argentinos a dejar de usar pesos y utilizar dólares para las transacciones cotidianas.
Hasta ahora, un aumento de los depósitos bancarios denominados en dólares, con la ayuda de una amnistía fiscal, ha permitido que esto sucediera sin provocar un desplome del valor del peso (desde su mínimo histórico de julio, la moneda nacional se ha apreciado más del 20% frente al dólar en los mercados paralelos).
Esta reestructuración del sistema financiero tiene por objeto proteger contra cualquier reanudación de la política monetaria inflacionaria, que ha plagado al país durante décadas. Pero para que funcione en el mediano plazo y más allá, como señala acertadamente Milei, se requerirán otras reformas.
Levantar los controles de capital y seguir desregulando requerirá tiempo y un apoyo político continuo.
Ninguna de las dos cosas puede darse por sentada.
Muchos en Estados Unidos ven a Milei como el Donald Trump de Argentina y, sin duda, han declarado su mutua admiración (Elon Musk y Vivek Ramaswamy, que encabezará el nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental de Trump, son admiradores declarados).
Pero vale la pena señalar que, si bien Trump y Milei comparten el gusto por la disrupción política y por atacar al establishment, ideológicamente no son tan cercanos.
Trump es un intervencionista de mano dura, especialmente cuando se trata del comercio; Milei es un libertario económico.
Con toda probabilidad, si Milei aprovecha su éxito inicial, él y el próximo presidente de Estados Unidos terminarán por parecer menos alineados.
Por otra parte, tanto Trump como Milei han demostrado un don para confundir las expectativas.
Fuente: By The Editorial Board Bloomberg.com
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