En días pasados se dio a conocer la carta que remite Nicolás Maduro al presidente Donald Trump. A él, Maduro, se dirige con un inesperado e inusual “Respetado presidente Donald Trump”, inesperado e inusual, pues solo días antes lo había increpado como “The “pelucones” father”, es decir “el padre de los pelucones”.
Ya todo el país conoce el contenido de la carta, esta ha sido calificada de mil maneras: primero, que está mal redactada, segundo, que expresa debilidad, tercero que pide dialogo, cuando todos los actores más significativos y otros no tanto, saben que el régimen, y especialmente, el mismo Maduro, no es para nada un actor confiable ni para el diálogo, ni para ningún acuerdo.
Ahora bien, cartas hay de muchos, las hay formales, dentro de las cuales tenemos las de negocio o las de pedidos, por ejemplo. Están las informales, como las de cumpleaños, las de duelo, de agradecimiento o de amor, solo para citar algunas.
Las hay memorables, por ejemplo, la carta de Kafka a su padre o sus cartas a Felice Bauer. De más joven, yo leía y releía, las cartas de Gramsci que escribió desde la cárcel de Mussolini. Las escritas a Julia, su mujer, siempre me parecieron excelentes y hasta llegué a memorizar algunas, por ejemplo, cuando le escribe: “Cuantas veces me he preguntado si era posible ligarse a una masa cuando no se había querido a nadie, ni siquiera a la propia familia, si era posible amar a una colectividad cuando no se había amado profundamente a criaturas humanas individuales. ¿No iba a tener eso un reflejo en mi vida de militante?
Pues, ¡anoten asesores de Maduro!, esa es una carta de amor, esa que, el 6 de septiembre, le envió Maduro a Trump es incalificable.
Nicolás ha dicho que le van a enviar otras, aunque no le responda. Esta vez ha sido asesorado por la dupla Jorge Rodríguez y Richard Granell y ya ha enviado una nueva misiva, que no se hará pública por los eventuales riesgos que correría el remitente de ser conocida por ciertos grupos, organizaciones e individuos. Pero, gracias a mis con-tactos tengo una copia que la transcribo en esta nota semanal.
Remitente: Nicolás Maduro
A: Donald Trump.
Estimado y Excelentísimo, señor presidente, próximo premio Nobel de la Paz, conductor ético y moral de los Estados Unidos de América, el país más democrático, acogedor de inmigrantes y chévere del mundo: De nuevo soy yo, su nuevo mejor amigo, Nicolás Maduro, presidente de la República Bolivariana de Venezuela, lo autorizó, si son sus deseos, que puede prescindir del calificativo de “Bolivariana”, pero bueno, la siguiente es fundamentalmente para manifestarle mi admiración y el profundo respeto que me merece su cargo. Así mismo le pido disculpa por el pésimo inglés con la que redacté la carta anterior. Le confieso algo íntimo, el inglés que me dieron en el Liceo José Avalos era un inglés demasiado básico: “This is pencil, this is window, this is eraser y this is bathroom”, no le niego que, con esas frases, creo haberme defendido muy bien en mi papel, primero de canciller y luego como presidente.
De paso le digo que cuando estudié en Cuba en la “Escuela de formación política Ñico López” lo que más o menos me enseñaron fue ruso básico. Lo único que aprendí fue a decir “Me siento mal” que se dice: A sebya horosho y eso para no asistir a clase y al trabajo comunitario. Ud sabe, el que es reposero aquí es reposero allá
Señor presidente, hace dos semanas me comuniqué con el enviado especial Richard Grenell, un personaje, que le confieso lo quiere y lo admira mucho más a UD. que Marco Rubio. A él le transmití la oportunidad única que el gobierno que Ud. Excelentemente, dirige tiene para valorar mi experiencia y conocimiento que he adquirido como miembro fundamental del “Cartel de los Soles” del mundo del tráfico de las drogas, el conocimiento que tengo de las rutas, tanto del Caribe como del Pacífico, de las pistas clandestinas que se han construido en los Llanos venezolanos y colombianos, así mismo el conocimiento que tengo de las pistas clandestinas en Honduras y Guatemala.
Pero no solo eso, mi admirado Donald (creo que ya puedo llamarlo así), conozco la metódica, por arriba y por abajo, de los grupos de la izquierda radical norteamericana, esa que, comparto la idea suya, está en el fondo comprometida con la muerte de ese muchachote, Charlie Kirk, allí puedo serle de fundamental ayuda.
Estoy dispuesto a colaborar con su equipo de inteligencia para que Uds. tengan un mayor conocimiento de sus estrategias.
De ambos bandos, de los narcos y de los radicales de la izquierda, soy amigo, participo de alguno de sus negocios y reuniones, lo cual me hace alguien confiado y confiable para ellos. ¿Qué le pido a Ud.? Que me incorpore a la lista de la DEA, desde allí como agente “encubierto” puedo hacer más. Imagínese Ud. Lo que puedo hacer desde allí, conozco al dedillo a los integrantes del Cartel de Sinaloa, del Cartel Jalisco Nueva Generación, de “Los Zetas” y del Cartel del Golfo. Le juro que como agente federal antidroga puedo hacer más y lo haré.
Ud. me conoce, sabe quién soy, estoy en el centro de ese negocio que envenena nuestras juventudes, porque déjeme decirle, la nuestra también es envenenada por la droga, no solo porque la consume sino porque es la encargada de montarse en esas lanchas, que la Marina de Guerra de su país y bajo la incuestionable orden suya las ha hecho explotar en el mar y ha matado a sus ocupantes.
Yo estoy arrepentido que durante demasiado tiempo y manipulado por Diosdado Cabello, porque él es el verdadero jefe del Cartel de los Soles, fui factor en ese terrible y oscuro negocio, pero le juro que ya me enmendé y le prometo que le puedo hacer un gran bien a su política antidrogas y por consiguiente a la salud de ese gran pueblo que es el norteamericano.
Estoy corriendo un gran riesgo porque además de “Burro”, también me llamarán “Sapo”. Por eso, espero que esta carta no se haga pública, y sobre todo que no sea del conocimiento de Marco Rubio, ese tipo es maluco e hipócrita y se la manda corriendo a la Sayona (así llamamos a MCM) y temo sobre todo que caiga en manos de Alejandro Gramko Arteaga jefe de las torturas que ordena Cabello, porque él es, él es el culpable de todo.
Ud. ¿Se preguntará a esta altura de esta carta, aparte de agente, federal antinarcótico, que es lo que quiere Maduro?
Mi respuesta, a esa pregunta, es casi nada, Donald. Primero que dé la orden para que sus naves de guerra regresen a EE.UU y si desean bombardear algo, para justificar los gastos de semejante movilización, pueden bombardear a México. Conozco las ciudades donde está instalado la mayoría de sus carteles y sus capos. Segundo, que permita la producción de todo el petróleo que podamos, pero, además, de los otros minerales y tierras raras de las cuales Venezuela es rica, les aseguro que Ud. y sus empresas serán privilegiadas, igual que otras empresas norteamericanas y tercero que me permita quedarme en el poder, solo por cuatro años más, le prometo respetar los resultados de las próximas elecciones que se hagan. Siento que todavía no he terminado mi labor.
Finalmente, me encantaría que nos viéramos para estrecharle un fuerte abrazo y el más cálido de los saludos, eso sí, si no está muy ocupado resolviendo guerras. Con todo mis respetos, consideración y admiración por el gran hombre que Ud. es. Nicolás Maduro Mora, presidente de la República Bolivariana de Venezuela (puede suprimir lo de “Bolivariana” si Ud. bien lo desea.
Nota: Esta carta sigue el modelo de la enviada por Elvis Presley a Richard Nixon pidiéndole ser un agente federal para mediar con grupos antisistema.
Sociólogo
@EnderArenas
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