En la historia política de la humanidad la esperanza y la expectativa, han tenido un rol preponderante en la felicidad e infelicidad de sus miembros.
La esperanza política es la creencia que tienen los ciudadanos de que la política servirá para conseguir la felicidad pública; y los altibajos en esa diacronía son marcados por períodos esperanzados y desesperanzados.
Una expectativa es una suposición sobre el futuro, que puede o no ser realista. Así pues, las expectativas son creencias personales sobre los sucesos que pueden ocurrir o no de cara al futuro, anticipaciones basadas en aspectos subjetivos y objetivos. Las expectativas se desarrollan a partir de una combinación de nuestras experiencias, deseos y conocimiento del entorno o de las personas que nos rodean. La principal función de las expectativas es que estamos preparados para la acción. Si nos anticipamos a lo que pueda ocurrir, podemos preparar un plan de acción para que lo venidero no nos pille por sorpresa.
Lss expectativas nos ayudan a prepararnos mentalmente para el futuro: «tiempo y espacio». Tenemos la tendencia a depositar nuestras esperanzas de felicidad en las expectativas cumplidas. O sea, creemos que seremos felices si lo que esperamos o deseamos se cumple. Y si no ocurre, (acción inexorable del tiempo) creemos que seremos profundamente infelices. El verdadero problema de las expectativas radica en esperar que algo suceda sin tener buenas razones para ello. Si creemos que, el simple hecho de albergar ciertos deseos hará que ocurra, estamos alimentando un pensamiento mágico y sentando las bases para la decepción y nos olvidamos de que nuestra expectativa a menudo, solo refleja un deseo o una probabilidad; generalmente en política, poco probable de que algo ocurrirá. Cuando las expectativas incumplidas involucran el fracaso de otras personas para comportarse de la manera en que esperamos, a la decepción se le suma el resentimiento, especialmente en la vida política.
La esperanza y la expectativa van de la mano, y muchas veces en su andar de conjunción tautológica, no es la racionalidad su principal componente, sino la realidad y en la política, inequívocamente. La diatriba política desespera y cansa; cumplir objetivos no es retrotraerse en ningún momento a ninguna esfera del pasado, es construir un futuro y éste no existe sin las expectativas y las esperanzas, solo la fuerza humana es indispensable para lograrlo.
Todos los venezolanos (95%), inmersos en estos momentos en una aurora diamantina, bañada en su totalidad por una fulgurante luz divina, no lo retrae la fuerza pretérita descrita de la desesperanza; al contrario, el porvenir está en movimiento por la fuerza juvenil de sus hiejos y nietos.
Sin embargo, la vida transcurre en una eterna discrecionalidad para enfrentar la realidad de la mejor manera posible. El umbral tortuoso de la barbarie, está en el tic tac regresivo en su acción inesperada como normalidad; la toxicidad política trajinada por la triangulación mortal del régimen pareciera perder su brillo esplendoroso de tiempos de otrora; casi muere la expectativa y la esperanza; es decir, la vida misma.
Él titilar de la mañana se enseñorea plácidamente; la inmensidad del celeste arrollador se abriga con la fuerza inmanente del todopoderoso; esa luz divina se abre también en el horizonte y pareciera que, está en un equilibrio perfecto natural y su tremulidad llega a niveles de intervalos abiertos, indicando nuevos espacios terrenales y un sin fin de incrementos positivos para los que allí se encuentran en su morada no ocasional.
Lo único claro es que, esta normalidad que no es normal, se espera que, en el devenir, sea verdaderamente normal y notable en su quehacer histórico. Todos los deseamos, todos nos ocupamos por ello, está presente la metáfora pericletiana de: «no ser pasivos sino útiles». El foro político está vivo, está candente en energía; se activa el Timanfaya adormecido por siglos y muchos le temen, más por miedo a conciencia que por terror apocalíptico. Los “más buscados” y sus familias, hoy lloran por lo que nunca pensaron vivir; en aquello que, les alimentó el ego y la miseria humana, más no su moral. Lloran por el futuro perdido de sus hijos.
Se aproximan estadios difíciles e inhóspitos, pero no imposibles en su transitar; solo la aceleración presente de la esperanza es la que vence los obstáculos y hace crecer las expectativas por el cambio infinito deseado. Así con esa fuerza llegamos al momento de la decisión final, hay buenos augurios en ese sentido y la alegría colectiva se siente, mucho más que la brindada por la vinotinto, que es decir, lo máximo. ENHORABUENA!
Profesor Universitario
Marlonj03650037 .
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