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#OPINION Por Antonio José Monagas: El fracaso como signo de autoritarismo

La historia política no siempre termina trasluciendo “felicidad”. Generalmente, su contenido revela cuadros de difícil condensación y comprensión. Más, por aquello de que las lecciones de la historia no se aprovechan. Por tanto, la historia tiende a repetirse. Pero en perjuicio de quienes la desconocen. Por eso, muchos la inventan para adecuarla a motivaciones elaboradas para manipular el discurrir a instancia de pervertidos y retorcidos intereses. Para decirlo a la manera de Aldous Huxley, novelista inglés, “quizá la más grande lección de la historia, es que nadie aprendió las lecciones de la historia”. 

Enfoque desde el ejercicio de la política

El ejercicio de la política, no siempre se apega a los postulados de la teoría política. El egoísmo humano, ha contribuido a relegar el análisis sobre el cual se estructuran las ciencias. Tan controvertido sentimiento, induce al hombre político a actuar en función de las circunstancias obviando todo lo que sus secuelas animan. 

Poco o nada escarmienta el hombre toda vez que procede subordinado a pasiones y estupideces lo cual sólo deja ver la mezquindad con la que vive. Es el problema que complica el ejercicio de la política. Sobre todo, cuando tan necesaria actividad, adalid de procesos sociales y económicos, incurre en desviaciones que terminan mostrándola como vulgar dictadura. O peor aún, como una horrenda tiranía.

Vale esta reflexión para examinar cualquier caso que acontezca en el mundo político. Si se hace una descripción retrospectiva de lo que marca las realidades de países que lucen doblegados por modelos autoritarios y hegemónicos. Sobre todo, luego del arribo al poder de gobernantes ineptos en términos de lo que implica la teoría y la praxis de la gerencia pública. Los resultados lucen irremediablemente dramáticos y desoladores. 

Análisis político del problema

Si bien todo pareciera ser un incesante volver a empezar, todo comienzo debe considerar lo realizado. Considerar lo que la historia reciente o no tan reciente puede ilustrar. De ello dependerá cómo se viabiliza el devenir de sistemas políticos descompuestos en términos de las condiciones que definen el futuro como tiempo político.  

El hecho de tomar el poder, aunque por la vía constitucional y democrática, no excusa a ningún gobernante a repetir los errores que narra la historia. Sobre todo, si se reconoce que todo hecho pasado equivale a una situación-problema cuyos efectos deben servir para superar cualquier deficiencia que interfiera el curso de la vida de una sociedad. Lo contrario es sencillamente decretar el atraso. 

No hay duda de la existencia de muchos países desmejorados política y socialmente por causa de ejecutorias propias de regímenes enceguecidos y ensordecidos. Todo hace ver que lo que de estas realidades se deriva: un ejemplo de fracaso. De ahí que podría hablarse de lo que refiere el fracaso como signo de autoritarismo.

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