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#OPINION Por Antonio José Monagas: Gobernar no es agredir

Debajo de las realidades que por estos tiempos se viven, se esconde un serio y grave problema. Un problema que muchos dan por descontado por cuanto lo desprecian al suponerlo insustancial. O de poca importancia. No sólo por quienes tienen algún protagonismo en la conducción de decisiones a ser aplicadas en la especificidad funcional de organizaciones e instituciones. También, por quienes son actores de la vida. O sea, por el resto de la sociedad.

Puede decirse que todos tienen alguna culposa cabida en el fondo de tan grave problema. El problema que seguidamente será abordado por esta disertación, es una gruesa y pesada contradicción que pone de cabeza al mundo en todo momento y espacio.

El problema propiamente

Los conflictos que él mismo provoca, son muchas veces imputados a razones, condiciones y motivaciones que en nada concuerdan con la naturaleza del amenazador problema. 

Dicho problema es el falso, insuficiente, precario o indebido manejo cognitivo, recursivo e instrumental en cuanto a lo que implica el ejercicio de la POLÍTICA.

Para muchos, la política no es más que el modo de salvaguardar y favorecer apetencias, gustos, necedades, arrebatos, intereses o proyectos de coyuntura.

Incluso estructurales, elaborados con base en meras narrativas, excusas o discursos infundados. También, irracionalidades argumentadas en situaciones estremecidas por conmociones y avaricias personales. 

En consecuencia, pareciera no haber nadie que no presuma de la apariencia que le concede el hecho “dominar” la situación que envuelve al ejercicio de la POLÍTICA. O supuestamente, “conociéndola” por algún lado o de alguna parte.

Entre falseadas presunciones

No hay quien falte al hecho de figurarse ser persona ampliamente versada en materia POLÍTICA.

La calle lo revela. Sobre todo, quienes fungen como candidatos a cargos de elección popular. Bien sea lo propio, en recintos gremiales, sindicales, empresariales, educacionales o institucionales.

Asimismo, en ambientes eleccionarios juntas de condominio, organizaciones vecinales, financieras y administrativas de todo tenor.

Aunque peor sucede en quienes son investidos de alguna autoridad luego de transitar procesos eleccionarios. O simplemente, el ascenso desmesurado, por influencia o imposición mediante el nombramiento de gerentes, directores, presidentes, coordinadores, gobernantes.

Y en general, jefes o patrones. 

El nombramiento o arribo al cargo o puesto pretendido de cualquier persona, es razón suficiente para inducir en esa persona, la presunción de sabérselas todas por creerse superior ante todos y en todo.

Otras inferencias

Lo que esta disertación busca poner de bulto, es el problema político que recubre el ejercicio de gobierno en cuanta instancia de poder pueda ser imaginada o precisada.

Este problema revienta por cualquier lado y sin mayor tiempo de espera. 

La improvisación suele disfrazarse de política de gestión gubernamental pues así resulta algo sencillo suplir el ordenamiento de la sociedad en concordancia a lo que establecen las pautas normativas de las pregonadas -sarcásticamente- constitucionalmente.

Especialmente cuando invocan alegremente, como si fuera una copla: “Todo dentro de la Constitución, nada fuera de la Constitución”. 

Igual sucede para imponer cuantos desaforos convienen a los intereses políticos del régimen opresor.

Quizás, realizado a manera de ensayo. Posiblemente, es el modo que le rinde mayor ventaja al régimen toda vez que juega con las medidas tomadas a instancia del espacio político arriesgado. Siempre mal calculado por el espurio tribunal “supremo”.

Al cierre

Ante lo que acontece, no cabe duda alguna de que el régimen está siendo bombardeado por la presión de gobiernos extranjeros, organismos internacionales y reconocidas personalidades de talante democrático.

Situación ésta favorecida por la condición de acorralamiento que está padeciendo el régimen por causa no sólo de los errores cometidos. También, por las acusaciones que recaen sobre sus gobernantes. 

Las consideraciones emanadas de las instancias judiciales internacionales, dejan al descubierto la descompensada compostura ideológica y fáctica del régimen.

En consecuencia, esta situación lleva a dudar de la condición de “gobierno” del actual régimen político en su exacto sentido. 

Así deja verse por qué el régimen ha retrocedido por causa de maliciosas y perversas prácticas asumidas con el único fin de mostrar sus recursos de gobierno cuales son: egoísmo, negocios turbios, resentimiento, revanchismo, obstinación odio y alevosía.

Aunque igualmente, actúa apostando a ganar el tiempo necesario para intentar restituirse en el poder.

Lo cual comienza a verse cual embarazosa maniobra que tiene asustado a gobernantes, gobierneros y aduladores. O sea, como dice la jerga popular: “está acabándose el pan de piquito”. Más, al reconocer que gobernar no es agredir.

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