En la noche del 5 de julio, decir “noche”, es solo un decir, porque el sol está en el cielo como si en realidad fuese las 4 de la tarde, por eso es que no puedo superar la nostalgia por mi ciudad que cuando son las siete de la noche, de verdad, es de noche, aquí no, aquí es de tarde.
Pero, bueno, esa noche, como casi todas las tardes, me siento frente al televisor, junto con mi hija, para ver y escuchar las noticias sobre Venezuela.
Allí está el locutor, es andino, pero a veces, se le sale uno que otro “maracuchismo”. A mi hija le gusta, porque él siempre habla como si estuviera esperando un acontecimiento. A ella, le renueva, de tarde en tarde, de lunes a viernes y de 7 a 8 de la noche, las esperanzas de que “Papi, algo va a pasar”.
Acto seguido, el conductor del programa, coloca en pantalla, el mensaje que MCM dirige a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Sé que alguna gente se resiste a llamarla “bolivariana”, pero seamos sinceros, durante, más de veinticinco años ha sido eso: “bolivariana” y, no por expresar el pensamiento de Bolívar ni el ideal bolivariano, sino por asumirse como “socialista, revolucionaria y profundamente chavista” y expresar los intereses muy particulares de una parcialidad política que dice ser “bolivariana”.
El mensaje de MCM, como ninguno de los proferidos por ella, hasta ahora, apunta al corazón de la FANB y a “la conciencia” del sector armado. A quienes les conmina defender la soberanía popular, respetar la Constitución y recuperar la Democracia.
He rescatado algunos de sus párrafos: “La fragilidad de nuestra independencia hoy va de la mano con el deterioro de la institución militar. Durante 25 años de poder autocrático, Venezuela ha sido entregada a fuerzas foráneas: Cuba, Rusia, Irán, China, así como a organizaciones terroristas como las FARC, el ELN, Hezbolá y Hamás”.
“La inacción o el apoyo de la FAN a un régimen que se desmorona inevitablemente estimulará salidas inciertas.
Los ciudadanos venezolanos, civiles y militares, tenemos una obligación compartida: la liberación de Venezuela…. ¿Qué nos diferencia? Que nuestras armas, las de la República, los venezolanos se las entregamos a ustedes para que hicieran buen uso de ellas. Hasta ahora no lo han hecho. Por eso, ha llegado el momento de exigirles”.
“Este mensaje va dirigido a ti, militar comprometido con la Nación y con la Constitución… Tu única opción es asumir tu responsabilidad”.
“Les digo: resistan; no deserten. Manténganse firmes, cuídense entre ustedes, sigan organizándose. El momento está por llegar. Mi compromiso es claro: no están solos. Lucho cada día por construir el respaldo necesario para que tengan protección, coordinación y garantía de que nuestra lucha será victoriosa”.
“Ustedes son muy diferentes a quienes se han atrincherado en una cúpula militar traicionando su juramento… (que) Convirtieron los cuarteles en centros de represión, los uniformes en licencias para delinquir, y el honor militar en una farsa que extorsiona y trafica”.
“Se los digo claro: el régimen va a caer y habrá justicia. Nadie podrá justificarse en la obediencia ciega o el silencio cómplice. Tienen que escoger: o se hunden en la sumisión y la vergüenza, o dan el paso y se salvan, convirtiéndose en verdaderos patriotas…”
“Oficiales de la Fuerza Armada: hemos llegado al momento histórico final de este conflicto y nosotros estamos decididos a resolverlo…”
“A la caída de este régimen del terror, la institución militar que resurgirá será luminosa, conducida por el amor a la Libertad y a Venezuela, y guiada por los más altos valores de la democracia…
Oficiales y soldados de la FAN: cuenten conmigo. Contamos con ustedes».
“Estas viendo, papi, algo va a pasar”- me dice mi hija-Este mensaje de MCM se une a una cantidad importante de artículos de analistas, entrevistas, opiniones de actores significativos y de presentadores acreditados de televisión que invocan y hacen un llamado a la intervención de la FANB.
Advierto que los ha habido densamente argumentados y otros más emocionales que racionales y con mucha rabia claman por una revuelta militar ahora.
Les confieso mi desconfianza a todo lo que huela a “lo militar”, hemos sido testigos, desde lejos, del terrible papel jugado por las fuerzas armadas en el sur del continente donde impusieron dictaduras criminales en Chile, Argentina y Uruguay.
En Venezuela, nadie pensó que la intentona golpista del 4 de febrero de 1992, que tanto entusiasmo despertó en la población y que culminó con el triunfo electoral de Chávez, con un gran apoyo popular, jolgorios incluidos y gritos de “!Chávez te amo!”, iba a desembocar en este desenlace dirigido por pillos que ha implantado una dictadura tan criminal como las ya nombradas y que hemos vivido y sufrido en los últimos 25 años.
No me gusta pensar en una transición democrática, y su posterior consolidación, tutelada por la FANB.
No dudo que haya sectores honestos y de orientación democrática dentro de la FANB, y a pesar de que han sido “infiltrados, adoctrinados y vigilados”, han mantenido su integridad ética y, por supuesto, a esos sectores hay que interpelarnos desde la propuesta democrática.
Pero, no puedo evitar pensar en la posibilidad de que otra banda de delincuentes vestidos de militar comandando por oficiales con charreteras y soles reedite la banda de pillos que hoy nos gobiernan. Bastante hemos tenido con que esta banda de delincuentes dirija las instituciones del país.
Ese temor me hace ser reiterativo de pensar que la salida de la dictadura y el regreso de la democracia tiene que estar a cargo de los civiles y el papel de los militares debe ser de acompañante necesario, pero no hegemónico (los militares a los cuarteles). Pienso, en lo que he escrito en notas pasadas:
Una “sublevación multitudinaria”, pero el pueblo debe ponerse en marcha y superar el miedo. Se que no es fácil. Todos hemos sido débiles, todos hemos sido cobardes.
En este sentido, quiero hacer mías las palabras de Martín Caparrós, uno de los más brillantes cronistas latinoamericanos en ocasión de recibir el doctorado “Honoris Causa” por la Universidad de Buenos Aires:
“Yo también he sido cobarde y me hago cargo de mi fracaso. Fui uno de los miles que pensamos…. que podríamos colaborar para que nuestra sociedad fuera mejor. Y ahora es tan claramente peor que corresponde que nos hagamos cargo…. Esta vez fracasamos, pero eso no justifica que dejemos de intentarlo”
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